Hace unos días estuve en la cola de la embajada española en La Habana
y me asombré de la cantidad de personas que acuden allí, a legalizar
documentos, pedir visas, tramitar ciudadanías o buscar sus permisos de
trabajo.
Pocas cosas podrían aburrir tanto como las colas cubanas pero el país
tiene su antídoto: la conversación. Cualquiera que esté a tu lado te
hace un comentario y ahí se inicia una charla que puede terminar con
la cola o en una larga amistad.
"Que lento va esto hoy", me comentó una hermosa trigueña cuarentona
que estaba junto a mí. Le respondí que así debían ser todos los días y
ella me dijo que no, que había venido muchas veces y que la cola fluía
bastante.
No pude evitar mi asombro, ¿tan difícil es su situación aquí?, le
pregunté. 'Más que eso, es ya insostenible, el salario de profesora no
alcanza ni para lo básico'
Seguimos conversando y me contó que estaba allí con el fin de buscar
su permiso de trabajo para viajar a las Islas Baleares donde se
reuniría con su esposo, que "ya está trabajando desde hace un año".
Dimos unos pasos con la cola y, cuando nos volvimos a parar, siguió la
charla. Resultó ser bióloga y profesora universitaria que deja el país
para tratar de encontrar una mejor situación económica.
Le dije que irse con trabajo de profesora universitaria le garantizaba
un buen salario. Ella guardó silencio un momento, se sonrió y me dijo:
"mi contrato es de asistente del hogar, voy a España a limpiar casas".
No pude evitar mi asombro, ¿tan difícil es su situación aquí?, le
pregunté. "Más que eso, es ya insostenible, el salario de profesora no
alcanza ni para lo básico. Hasta que mi marido se fue, nunca
llegábamos a fin de mes".
Sin nada que comer
Pocos días después volvía de una conferencia de prensa que se realizó,
coincidentemente, en la residencia del embajador español en la que,
mientras esperábamos a la Ministra de Cooperación, nos habían brindado
quesos y chorizos de la Madre Patria.
Por el camino vi una jovencita de unos 20 años sentada en la acera,
tenía cara de pocos amigos y me pidió botella (hacer autostop), paré,
le abrí la puerta, se sentó y comenzó a llorar si parar.
"Discúlpeme pero es que hace dos días que no como", me dijo haciendo pucheros.
Me puse alerta pero las lágrimas eran de hambre y los que alguna vez
la padecimos sabemos reconocerla.
De todas formas le pregunté si lo que quería era dinero o comida,
"tengo hambre, acabo de tocar la última puerta y no me pudieron
ayudar". Paré en un restaurante chino por el camino y la invité.
Se devoró una fuente de arroz frito y un filete de cerdo empanizado
relleno de jamón y queso, acompañado todo por dos refrescos. Cuando
serenó un poco su estómago, trató de seducirme: "me gustan los hombres
mayores que yo", me dijo con una mueca queriendo ser coqueta.
No puedo vivir con ese dinero, por eso las cubanas estamos jineteando
(...) ¿Usted cree que me gusta?, lo hago porque no me queda más
remedio.
Tras aclarar que no pensaba "cobrarle" la comida, empezamos a hablar.
Dijo que vivía sola, que trabajaba en la lavandería de un hospital y
que ganaba alrededor de 300 pesos cubanos -menos de 15 dólares- al
mes.
"No puedo vivir con ese dinero, por eso las cubanas estamos
jineteando", me confesó ya en la sobremesa. "Ud. cree que me gusta?,
lo hago porque no me queda más remedio, la única salida que tengo es
encontrar un hombre que me ayude".
Le dije que también podría estudiar, tratar de superarse pero mis
palabras no parecían hace mella en su interior. "Y de que vivo
mientras tanto? Y cuando me gradúe, ¿cuánto más voy a ganar?".
Enseguida recordé a la profesora de la embajada española.
Discurso y realidad
Cuando Raúl Castro afirmó, en su alocución del pasado 26 de julio, que
el salario es insuficiente para las necesidades básicas de las
familias cubanas, inauguró una nueva etapa de realismo en el país.
Hizo aterrizar el discurso en la realidad que viven la mayoría de los
cubanos. Podría pensarse que este reconocimiento es un magro consuelo
pero eso dependerá de lo que haga en el futuro el gobierno para
subsanar el problema.
Mientras tanto, continuarán emigrando profesoras universitarias para
limpiar casas en España y otras jovencitas recorrerán las calles en
busca de un hombre que les quiera pagar algo por su caricatura de
amor.
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