Hace sólo seis meses Eduardo Manuitt era gobernador del estado de Guárico, en los llanos de Venezuela. Ahora está escondido porque un tribunal ordenó su arresto bajo cargos de corrupción.
Su caso recuerda el de Manuel Rosales, opositor del gobierno y alcalde de Maracaibo, la segunda ciudad del país, que el mes pasado solicitó asilo en Perú alegando persecución política. Sin embargo, a diferencia de Rosales, Manuitt era un destacado partidario de la revolución izquierdista encabezada por el presidente Hugo Chávez.
Al igual que Saturno, el dios romano, la revolución ha empezado a devorar a sus propios hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario