1/8/09

La esposa de Goebbels, la mujer capaz de asesinar a sus propios hijos


Estamos acostumbrados a leer o conocer la vida de los perversos y sus horrores sin escrutar que detrás de ellos puede esconderse la misma crueldad en sus mujeres. Esta historia no es precisamente el caso del refrán que dice que “Detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Pues ninguno de los dos es grande, sino dos perversos que se unieron: Joseph Goebbels y su esposa. El flacuchento, dramaturgo fracasado de baja estatura, con la prótesis de metal que le hacía arrastrar una de sus piernas, todos estos rasgos contrastantes con su cargo de ministro de Propaganda del Tercer Reich, cuyo lema es tan utilizado hasta el día de hoy en las políticas autoritarias: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Del hombre leal con Adolf Hitler, de los más influyentes en el partido nazi, resulta sorpendente conocer que su esposa haya profesado tanta idolatría por el Führer, al parecer el único hombre a quien realmente amó.

Se trata de Johanna Maria Magdalena Goebbels, mejor conocida como Magda Goebbels, la Primera Dama del Tercer Reich. Una fanática enferma con el nazismo y capaz de asesinar a sus propios hijos. La forma en que lo hizo, como se puede conocer en las líneas siguientes, resultará para muchos desconocido. Más que sorprender, al mismo estilo de esos cuentos macabros nos dejará con el sabor de lo inexplicable.


Cuando los historiales se refieren a la Primera Dama del Tercer Reich, se pudiera pensar que se trata de Eva Braun, pero no, no fue Eva la más fanática seguidora de Hitler a pesar de llegar a ser su esposa. A diferencia, la Goebbels, rivalizó con ella y hasta que no consiguió la titularidad a fuerza de adulación ciega, no cejó en su empeño. Hitler recompensó la inquebrantable adoración de Magda con la Cruz Honorífica de la Madre Alemana. “Se arrancó de la solapa la insignia de oro del partido y se la entregó”.
La mujer de quien se conoce por testimonios de su belleza y talento, era considerada una dama con “cualidades” y mucho poder para cautivar a los hombres, conocedora de la sociedad burguesa y decadente que llegó a convertirse en la más ejemplar “ama de casa nacionalsocialista”. Omnipresente, para no perderse nada, es la característica de su figura al presentarse en las reuniones sociales, y en las celebraciones nazistas.
Según las fuentes consultadas y trabajos de investigación se conoce que tuvo conflictos por su enredada paternidad, por ende con sus apellidos. Tres padres (el verdadero fue un desconocido), uno de ellos el judio Maximilian Friedländer, que la adoptó. Con los años resolvió cambiarse el apellido por el de otro de sus padres, el rico industrial, Oskar Rietschel.


No es muy conocido que Goebbels se haya casado con una divorciada. Porque Magda Rietschel cuando joven, no pasó desapercibida para Günther Quandt, ni para la ambición de ella el hecho de ser uno de los hombres más ricos de Alemania. Se conocieron en 1920 “en el compartimento de un tren” y a los seis meses ya habían contraído matrimonio sin importarle la diferencia de edad, él era mucho mayor.
Estando casada, para la época de la campaña electoral de 1930 en Alemania, Magda había ascendido al cuartel general, estaba inscrita en el Partido Nacional Socialista y participaba de los mítines del Palacio de los Deportes de Berlín, en los que se sentía dicen “sobrecogida por la parafernalia del acto, mística y brutal, de violencia contenida y emotividad a flor de piel”.


Es cuando conoce a Joseph Goebbels, todavía no era ministro, era lo que llamaban “un simple gauleiter (jefe del partido) en Berlín”, y termina encargada de elaborar sus archivos, logra ser para él “imprescindible” gracias a su preparación en buenos colegios, al hecho de hablar varios idiomas, y porque en ambos, comienzan a compenetrarse lo deforme y libidinoso de sus entrañas. Sin limites Magda traicionó a Quandt, su esposo, éste le dió el divorcio y evitó el escándalo.


Ella provocaba a Goebbels, le daba celos, se las ingeniaba para que se enterara de sus corridas amorosas. Hasta que el hombre de los discursos nazi, cayó y dejó toda aventura con las jovencitas. En su diario aparecen relacionados los encuentros amorosos con Magda .”Voy a dejar las historias de mujeres y dedicarme por entero a una”.


La ceremonia matrimonial en 1931 viene a ser la unión de los bajos instintos. “Pero a quien la intrigante divorciada perseguía no era a Goebbels, sino a Hitler, por quien sentía una admiración rayana en el delirio”. En la relación de intimidad mantenida por el matrimonio Goebbels con el lider, autor de los crímenes del Holocausto, esta mujer le preparaba a diario el almuerzo y se lo hacía llegar en una “tartera” al hotel donde vivía antes de llegar a ser canciller.


En esta gráfica con sus dos hijas mayores, Helga era la favorita de Hitler. Entre 1932 y 1940 tuvo seis hijos, casi “a uno por año”: 5 eran hembras y uno solo varón. Helga, la mayor, de 12 años, Hildegard, Hewig, Hoding, Heidrum, de 4 años, y Helmut, el varón, todos sus nombres empezaban por la letra “H” en honor a Hitler. Magda con su primer marido había tenido otro hijo a los 20 años, Harald Quandt.


Sobre los niños se conoce por los testimonios de la mujer de 23 años que en 1943 trabajó hasta 1945 para el matrimonio Goebbels. No tuvieron educación religiosa pero rezaban antes de comer, y ello no venía por Magda, sino por el lado del padre dado que su familia era católica. Ella era una protestante alemana y se dice que practicaba el budismo. “Creía en la reencarnación y que los niños tendrían una vida más hermosa después de su muerte”.


De todos modos la pasaban en solitario, fueron descuidados en su orientación, el matrimonio Goebbels no se ocupaba de ellos. El uno, por sus responsabilidades con el nazismo, y la otra, por su fervor y porque su única razón para vivir era el líder del horror nazi. Nada de extraño debe tener entonces la manera fría y cruel como los asesinó.


Al hijo mayor, que servía en la Luftwaffe, Magda Goebbels, encerrada en su habitación, en el año 45, dos días antes a la caída de Berlin y de las inmolaciones en el bunker de Hitler (a quien el matrimonio le había pedido permiso para instalarse junto a los niños y poder estar cerca de él), le escribió: “No merece la pena vivir el mundo que viene detrás del Führer y del nacionalsocialismo. Por eso, he tomado a los niños, porque son una lástima para la vida que viene. Un Dios misericordioso me comprenderá cuando yo misma les dé la salvación”.


El 30 de abril, Hitler luego de contraer matrimonio con Eva Braun, se pega el tiro. y de inmediato, la primera dama del régimen criminal nazi, “como un témpano, se encerró en una habitación con sus seis hijos. Les administró un somnífero y una inyección letal. Al sueño le sucedió la muerte. La mayor tenía doce años, la menor no había cumplido los cinco”.


Seguidamente, Magda y Goebbels se suicidaron en una especie de parsimonioso ritual.
Martha Colmenares

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