Irán desoye el ultimátum de la comunidad internacional
La planta nuclear de Qom estará operativa "próximamente"
ÁNGELES ESPINOSA - Teherán - 27/09/2009
Resulta difícil determinar hasta qué punto los gobernantes iraníes son conscientes de su vulnerabilidad. Mientras el descubrimiento de la planta nuclear de Qom refuerza las sospechas sobre su programa atómico, siguen haciendo declaraciones desafiantes. Aún así, ayer trataban de restar importancia a la revelación y defendían su legitimidad. A cuatro días de la reunión de Ginebra con las grandes potencias, sus palabras parecían destinadas a la opinión pública interna más que a sus interlocutores.
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"Si Dios quiere, esta nueva planta estará operativa próximamente y dejará ciegos a los enemigos", declaró el ayatolá Mohammad Golpayeganí, que dirige la oficina del líder supremo, citado por la agencia Fars. El viernes, el presidente Mahmud Ahmadineyad dijo que faltaban 18 meses para que iniciara sus operaciones y que las potencias occidentales lamentarían haber acusado a Irán de ocultar su construcción. Ahmadineyad no dio más detalles al respecto, pero el jefe del Comité de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento, Alaeddin Boruyerdi, les advirtió ayer contra la adopción de medidas que pudieran afectar a la cooperación de Irán con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). "No deberían hacer nada que haga lamentar a Irán su actual nivel de cooperación, que en ocasiones va más allá de las exigencias legales", declaró.
Esa poco velada amenaza, que Irán ya ha blandido con anterioridad, adquiere especial significado en vísperas de una nueva ronda de conversaciones entre el Alto Representante europeo, Javier Solana, en nombre del G-6 (EE UU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania), y el negociador nuclear iraní, Said Yalilí. El descubrimiento de la planta de Qom les ha dejado sin argumentos ante la cita, que se celebrará en Ginebra el próximo jueves.
"No tendría por qué eclipsar las conversaciones a menos que esos países estén buscando un pretexto para echarlas a perder", defendió Boruyerdi. Ya lo ha hecho. Por mucho que los portavoces iraníes insistan en la voluntad de transparencia de su país al informar de la instalación al OIEA, las circunstancias en las que ésta se ha producido (sólo después de saber que EE UU iba a ponerla sobre la mesa) indican otra cosa.
"El presidente ha dicho que no teníamos problemas para que se lleve a cabo una inspección según las normas. Vamos a hablarlo con el organismo y anunciaremos la fecha cuando alcancemos un acuerdo", dijo por su parte el director de la Agencia de la Energía Atómica iraní ante los medios oficiales. Ali Akbar Salehí trataba así de contrarrestar las acusaciones de engaño que les llueven desde el exterior. No está claro hasta qué punto el discurso oficial va a hacer mella en una población que, a pesar de respaldar en general el programa nuclear, desconfía más que nunca de su Gobierno tras las contestadas elecciones del pasado junio.
En ese contexto de creciente tensión, el anuncio de que la Guardia Revolucionaria inicia a partir de hoy una serie de pruebas con misiles suena a provocación. "Es posible que sean parte de sus ejercicios anuales como han anunciado, pero desde luego no es el mejor momento", manifiesta un observador europeo. A Occidente le preocupa tanto el programa de misiles iraní como su empeño nuclear, ya que es aquél el que hace peligroso éste.
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