Estaba Chávez hablando con su secretario y le decía: 'Cuando muera quiero que entierren mi corazón en Sabaneta, donde nací, mis piernas en los alrededores de Maracay, donde caminé todas las mañanas y me entrené como revolucionario, mi estómago en el jardín en casa de mi abuela, donde siempre comí esas riquísimas empanadas que ella hacía... Y el secretario lo interrumpe: 'Entonces señor Presidente, el RABO se lo vamos a tener que rallar, porque la "cagada" fue a nivel nacional!
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