28/2/10

¿Espera ansiosamente las elecciones de 2010? Piénselo mejor

En el siguiente ensayo de reflexión personal, el colaborador regular deVenEconomíay estratega político, Michael Rowan, encuentra pocas evidencias de que el patrón del fracaso político que él describe en la campaña presidencial de 1993 haya sido suficientemente alterado para producir un resultado constructivo para el país, en las elecciones de 2010

Si se toma el pasado como ejemplo, podemos ver cómo se repite la historia. ¿Hay una luz al final del túnel? ¿O, acaso, la luz que se ve después del túnel es la salida a Cuba?

La política fracasó

El autor de este artículo vino a Venezuela, en 1993, como estratega para la campaña de Claudio Fermín, quien ganó más del 90% de los votos en las elecciones primarias para escoger el candidato presidencial de Acción Democrática (AD). AD esperaba que el candidato que contaba con el respaldo del partido, Carmelo Lauría, ganara las primarias y, entonces, disputara la Presidencia a Eduardo Fernández de COPEI, quien anteriormente había competido con el desacreditado y destituido, Carlos Andrés Pérez. De acuerdo con esta lógica silenciosa del Pacto de Punto Fijo, le “tocaba” a COPEI ganar la Presidencia, independientemente de lo que pensaran los electores.

Tras la intentona golpista de Chávez y la destitución de CAP, los partidos políticos tradicionales, COPEI y AD, en un intento por parecer demócratas, aun sin serlo necesariamente, compiten en unas elecciones primarias abiertas. Pero, la gran sorpresa que dan ambos electorados es que Oswaldo Álvarez Paz derrota a Fernández en las primarias de COPEI y Fermín gana las de AD.

Así pues, en 1993, el electorado de AD y COPEI escogió candidatos presidenciales que no eran precisamente los que querían los dirigentes de ambos partidos. Pero, ésta es sólo la mitad de la historia.

Rafael Caldera, el fundador del partido COPEI, quien se molestó con el partido, al no ser designado como candidato, compitió de forma independiente. Caldera quería ser Presidente por segunda vez, como lo había sido su némesis CAP.

Un cuarto candidato, Andrés Velásquez, de Causa R, entró en la carrera con un acalorado mensaje de poner tanto a AD como a COPEI fuera del campo de juego. (Chávez retomaría este mensaje más adelante).

Un electorado confundido se fraccionó en cuatro, vapuleado, principalmente, por campañas personales negativas que ignoraban los problemas fundamentales del país; la pobreza y la corrupción. Caldera surgió, a duras penas, como el último hombre en pie. Pero, en las elecciones generales, casi tres de cada cuatro votos lo reprobaron, aunque la abstención también fue alta. Bajo ningún concepto, el Sr. Caldera contó con un sólido apoyo.

Caldera fracasó

No obstante, Caldera sentía que él tenía un mandato real de ser Presidente, aun cuando no hacía nada con respecto a la pobreza y la corrupción que estaban destruyendo al país. En consecuencia, tal como lo revelarían tristemente los hechos, el legado histórico del fracasado segundo período de Caldera ignoró el mayor robo bancario del tesoro público (para ese momento, entiéndase bien), en el cual ni se encontraron ni castigaron a los culpables. Pero, el legado imborrable que le dejó Caldera a Venezuela fue indultar a Chávez por el intento de asesinato de su némesis CAP, durante un golpe de Estado que mató a muchos venezolanos inocentes, como si no se hubiera cometido ningún crimen. Éste fue un error político de proporciones históricas.

Con ese indulto, Caldera sirvió la mesa para que Chávez fuese electo en 1988 Presidente de la República, y propició que la declaración de violencia y polarización que éste propugnó se convirtieran en herramientas legítimas de política. A principios de la campaña de 1998, Chávez fue ignorado por varios candidatos al trono, con el respaldo de las franquicias políticas moribundas de AD y COPEI, a las cuales Chávez finalmente les dio una paliza en las encuestas. Si los candidatos tradicionales previamente se hubieran unido en un objetivo común y en un nuevo partido político, que hiciera frente, de manera creíble, a la pobreza y la corrupción, podrían haber atajado a Chávez. En lugar de ello, se comieron unos a otros, repitiendo la locura de la campaña de 1993, lo que abrió más las puertas a Chávez, quien llegó a Miraflores con mayoría de votos.

El patrón del fracaso

Esto lleva a un patrón de destrucción que el autor siempre ha notado en Venezuela cuando el venezolano se enfrenta a una alternativa de interés personal e interés público. Durante lo que podría llamarse la “Gran Caída” (desde la nacionalizació n petrolera, en 1976, hasta el presente), se ha hecho común seleccionar lo personal sobre lo público. Venezuela perdió a casi todos sus patriotas, en este período. ¿Cómo sucedió eso? En apariencia, tanto “excremento del diablo” en las manos de los políticos los convirtió en ladrones voraces interesados únicamente en la próxima jugada. Como cuando se producen saqueos cuando hay disturbios; eso se contagió

Chávez fracasó

Cuando Chávez se propuso destruir las frágiles instituciones que respaldan la democracia de mercado en Venezuela, nadie salió al rescate. En lugar de eso, se desplegó de nuevo la campaña destructiva y negativa de 1998, como si fuera a funcionar esta vez. Así que Chávez tuvo un empujón en un nuevo Referéndum Constitucional. La demostración de abril de 2002 (que Chávez etiquetó como un golpe de Estado), el paro nacional y el Referéndum Revocatorio de 2004, fueron situaciones carentes de nuevas ideas para la gobernabilidad.

La oposición fracasó

En ninguno de los casos, se presentó una alternativa para el atroz índice de Chávez con respecto al empeoramiento de la pobreza y la corrupción. La elección del votante se redujo a Chávez, quien decía que estaba tratando de combatir la pobreza y la corrupción (y que de verdad, no lo lograba), en contraposició n con una virulenta campaña antichavista que no hablaba acerca de la pobreza y la corrupción. Esto fue muy fácil para los votantes chavistas y muy confuso para los demás, quienes comenzaron a autodefinirse como ni-ni, en contra de Chávez y de la oposición. Extraordinariamente , los electores ni-ni se convirtieron en mayoría política en 2004 y aún lo son, pero he aquí una pregunta de desafío de muerte para los ni-ni: ¿Por qué dejan la política en manos de Chávez y de la oposición que ustedes adversan?

En 2005, en estado de shock por la trampa cometida en el Referéndum Revocatorio de 2004, gran parte de la oposición se abstuvo de votar, dejándole todas las curules de la Asamblea Nacional a Chávez. Sin embargo, Chávez pudo convencer a la mayor parte del mundo –mediante una propaganda cuyo costo se aproximó a los $250 millones al año, sólo en los Estados Unidos– de que, en Venezuela, en materia electoral, todo estaba en su lugar; según Chávez y sus fervientes partidarios, la protesta era producto de la propaganda de la CIA, dirigida a instigar a la violencia y a propiciar un golpe de Estado.

Dadas las obsesivas acciones y retórica antichavistas, la oposición irónicamente respaldó a Chávez en esta Gran Mentira. (Entonces, una vez más, tal vez no sea irónico que muchos de los llamados opositores a Chávez pudieran ser doble agentes recompensados monetariamente por Chávez por oponérsele de manera improductiva) .

Rosales fracasó

En 2006, Manuel Rosales fue el candidato de oposición. El mensaje de Rosales era asignar anualmente el 20% del ingreso petrolero del Estado a una inversión de capital, en todas las familias venezolanas por igual, a través de la tarjeta Mi Negra, una idea descrita en el libro de quien suscribe, titulado “Cómo Salir de Chávez y de la Pobreza” (Libros de El Nacional, 2006). La idea se basaba en la forma cómo Alaska tuvo un estupendo crecimiento y derrotó la pobreza en los años 70, mediante la inversión de fondos petroleros directamente en los pobres.

Si esa idea se hubiera aceptado, en 2006, se habrían invertido casi $50 millardos en familias venezolanas de clase media baja, quienes ahora no serian pobres ni dependientes del Estado, tal como lo son hoy en día, en el Gobierno de Chávez, o como lo fueron en los gobiernos de Caldera, CAP, Lusinchi y Herrera Campins, desde la Gran Caída en 1976.

Rosales llevó ese mensaje directamente a los barrios, donde fue mejor recibido que Chávez, en términos de popularidad y aceptación. Sin embargo, Rosales y sus colegas zulianos eran las únicas personas en la campaña que se ceñían a este mensaje. La gran mayoría de los partidos de oposición, los individuos y productores de medios dentro y en torno a la campaña comunicaban sus propios mensajes, contradiciendo en gran medida a Rosales. Todo un desastre.

Enfrentado a Mi Negra, Chávez participó atemorizado en las elecciones de 2006. Tildó a Mi Negra de ser un engaño y una mentira, porque le dio donde más le dolía. Para contrarrestar su efecto, ese año, Chávez gastó $11 millardos del dinero del gobierno en los barrios, comprando toda cosa y persona que se le atravesara. Dominó a Rosales en los medios, por un porcentaje de 22 a 1, y amenazó repetidas veces con despedir a los trabajadores del sector oficialista que votaran en su contra (y muchos electores creyeron que Chávez podía saber, por medio de las máquinas captahuellas y las fraudulentas máquinas electrónicas de votación, por quién habían votado). Los llamados amigos demócratas de Chávez, como Jimmy Carter, se quedaron mirando en silencio.

El encuestador de Rosales, Doug Schoen, (de la encuesta de boca de urna del Referéndum Revocatorio de 2004 tan difamado por el Gobierno) mostró a Rosales perdiendo por 5%, el día de las elecciones, en 2006. Sin embargo, en la oscuridad de esa noche, Chávez anunció una arrasadora victoria de 28%, lo cual nadie podía disputar, ya que el Gobierno estaba en total posesión del archisecreto y fácilmente manipulado registro de votación electrónica. Presionado, Rosales abandonó la pelea, sin discusión, ganándose la enemistad de quienes sabían cómo se arreglan electrónicamente las elecciones en Venezuela.

Chávez fracasa de manera catastrófica

En 2007, Chávez se adormeció y perdió el referéndum de reforma constitucional que proponía la elección indefinida. Algunos observadores cercanos a estos eventos creen que Chávez iba a arreglar esas elecciones, pero fue detenido por el general ® Raúl Baduel, quien, a partir de ese momento, pasó a engrosar la lista de enemigos permanentes de Chávez. Pero, no importa, Chávez llevó a cabo el año siguiente una enmienda a la Constitución sobre ese asunto. Éste fue un acto obviamente inconstitucional, salvo para el Tribunal Supremo de Chávez y, oficialmente, lo ganó.

Desde entonces, Chávez ha estado purgando las listas de candidatos de líderes de oposición que el considera no puede derrotar, incluso con todo su dinero y poder. Aun así, perdió muchas de las principales alcaldías y gobernaciones, sólo para aplastar o estrangular dichas ciudades o estados gobernados por la oposición.

Desde la recesión mundial de 2008 que Chávez ayudó a inducir por medio del alza de los precios del petróleo, éste afirmó que la recesión no tendría efecto en Venezuela. Cuando la economía venezolana colapsó, su apoyo en las encuestas cayó drásticamente. Las fallas de energía eléctrica, la escasez de comida y agua, el desempleo, la alta inflación y la devaluación de la moneda le asestaron otro duro golpe a Chávez.

La escasez en la cara de la abundancia es un acto ilegal que casi ningún político puede soportar, pero Chávez si podría. He aquí la razón:

En primer lugar, Venezuela ya no es una democracia funcional: las elecciones no son transparentes ni justas y no lo han sido desde 2004.

En segundo lugar, la mayor parte de Venezuela es intervenida por el dinero, el poder y el control de Chávez de por vida.

En tercer lugar, Chávez ha intimidado a observadores independientes que contradicen su versión de la realidad, tal como el mundo de la razón, la ciencia y el conocimiento. Y, en cuarto lugar, no se vislumbra una alternativa creíble que responda a los problemas fundamentales de Venezuela.

En resumen, Chávez ha creado un vacío donde él es la única persona que puede respirar.

Vencer el fracaso

¿Reafirmarán los venezolanos el control democrático por encima de la gobernabilidad? ¿Se opondrán los venezolanos al servilismo, a fin de recuperar su independencia y su dignidad? ¿Se erigirá la razón por sobre el absurdo discurso político que impera hoy día en Venezuela? ¿Conocerá el pueblo venezolano una vía racional hacia la paz y la prosperidad para todos?

Éstas son las grandes interrogantes para 2010. Pero, también fueron las grandes preguntas que este autor confrontó en la campaña presidencial de 1993. Y si se retrocede en la historia, éstas son las interrogantes que preocuparon a las grandes mentes, hace medio siglo: los presidentes Betancourt y Leoni y el advenedizo Uslar Pietri, quien habló a sí mismo hasta la muerte acerca de “sembrar el petróleo” en el pueblo venezolano.

¿Están los venezolanos siendo testigos de la dependencia de la senda histórica en la insensatez? ¿Es Venezuela un caso sin solución?

En años recientes, se ha publicado un montón de libros que explican por qué unas naciones eligen la pobreza, mientras que otras eligen la creación de riquezas. El filósofo Adam Smith, quien no era economista (la economía no existía es su tiempo), escribió el libro original sobre el tema, como es del conocimiento global. Los libros recientes han demostrado estadísticamente lo que Smith escribió: que las ideas filosóficas valen.

La idea de suma cero es que la vida es un juego que involucra a un ganador y a un perdedor. La idea de ganar-ganar de Smith es que tanto el comprador como el vendedor pueden sacar valor de una transacción: no tiene que haber un perdedor. La adopción de esta idea ha hecho al mundo diez veces más rico y seis veces mayor, desde 1800.

Las naciones ricas o en vías de serlo tienen una idea de ganar-ganar, tales como Estados Unidos, Europa, China y la India de estos días. Las naciones pobres o en vías de serlo tienen un concepto de ganar-perder (piensan que son perdedores y se retiran del juego), por ejemplo, Cuba, Venezuela, Irán, Siria, Libia, Corea del Norte, Sudán y Zimbabue.

Desde la Gran Caída, en 1976, la política en Venezuela es totalmente de suma cero. Pocos líderes surgen por su liderazgo; la mayoría sólo espera agazapado que caigan sus adversarios. Las campañas raras veces se hacen a favor de Venezuela, los problemas o la gente y casi siempre hacen culto a la personalidad del ganador. Los perdedores son olvidados en un segundo. La única cosa que importa es el poder: ganar el juego.
Chávez sabe que así funciona en Venezuela. Ha trabajado en ello y sólo él puede ganar en un juego que únicamente él controla. De modo que en un país que cree que la vida es un juego de ganadores y perdedores, donde Chávez es el eterno ganador, ¿cómo puede ser negado? Él está allí en Miraflores. Prenda su televisión y allí está él.

Uno se pregunta, si Venezuela se deshace de Chávez, de alguna forma, ¿se irá con él el concepto de suma cero?

El autor piensa que no es así. Al igual que un tumor cerebral que no se ha detectado, él siempre estará allí. Venezuela necesita una operación cerebral.

Michael Rowan

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