Cuando la oposición venezolana califica la presencia del comandante cubano
Ramiro Valdés como un insulto al país, se queda corta. No es un insulto, es un
escupitajo a los derechos humanos no sólo de quienes viven bajo la opresión
en la isla caribeña sino de quienes, en todo el continente americano, han padecido
el poder sádico y la capacidad de desprestigiar, apalear y extorsionar a aquellos
políticos e intelectuales que se han atrevido a diferenciarse de los hermanos Castro.
Ramirito, como lo llaman sus allegados, fue un combatiente en el asalto al
Cuartel Moncada (el cual era un hospital militar, sin armas) y luego en el
desembarco del Granma en las costas cubanas.
Pero nunca tuvo ni la altura humanística ni la formación ideológica para ser
un líder de masas.
Sus jefes, Fidel y el Che Guevara, lo acondicionaron para que moviera los
hilos de la represión, concentrándose en aquellos que, desde adentro,
impugnaban el auge del autoritarismo marxista de los hermanos Castro.
Su labor se enfocó, al principio, junto al Che Guevara, en uno de los hechos
más sangrientos y populistas de la revolución cubana: el asesinato en forma
de fusilamiento de centenares de funcionarios policiales o públicos del
régimen del dictador Batista, sin ningún género de juicio ni derecho a la
defensa. Fueron asesinados como una venganza y no como un acto de justicia
en toda la regla. Desde luego, cayeron culpables e inocentes porque no hubo
el debido proceso sino corte marcial.
Para desgracia de Venezuela, este angelito llamado Ramiro y mejor conocido
en Cuba como "Charco de sangre", es traído a Venezuela como experto en
cuestiones eléctricas y redes comunicacionales. Bueno, a las pruebas nos
remitimos. Pero creemos firmemente que existen en Venezuela expertos
ingenieros, técnicos y trabajadores sumamente preparados para resolver la
crisis que tenemos. ¿Por qué traer a un conocido torturador, a un
perseguidor y a un repugnante ser que exigía favores sexuales a las mujeres
que clamaban por la libertad de sus maridos? En verdad, estamos ante la
decadencia ética y moral de un régimen que ya no tiene argumentos para
justificar sus posiciones en el poder. Traer a este crápula, que la opinión
pública bien conoce, es además de una provocación, una radiografía del
deterioro y la sumisión civil y militar a un gobierno como el de Cuba, que
subsiste gracias a las limosnas de los países capitalistas como Estados
Unidos, la Unión Europea, China, Venezuela y Rusia.
Que Ramirito venga a darnos una "ayuda técnica" suena tan falso como si
Fidel Castro llegara al país para entrenar a nuestros corredores para la
competencia de los 100 metros planos.
Ramirito Valdés viene a lo que sabe: a enseñar la represión que, desde el
Ministerio de Tecnología, ha venido aplicando para restringir el tráfico en
Internet en Cuba, en todas sus modalidades, desde twitter a facebook. Desde
los venezolanos que luchamos aquí hasta los cubanos que quieren quedarse o
irse a Estados Unidos.
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"¿De qué se hace un tirano? De la vileza de muchos y de la cobardía de todos.."
Enrique José Varona.
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