13/2/10

Las máscaras de Chávez


Chávez es un carnaval de 3 máscaras. En su programa de los domingos utiliza una, no de ángel sino de arcángel para decir que todo esta bien en el país. Y mientras habla en su maratónica cadena nacional, los querubines y serafines invitados para el VIP, aplauden cada palabra de su comandante.
También dice que está haciendo inversiones multimillonarias para arrancar de una vez por todas con el socialismo del siglo XXI, pero nunca menciona las veces que ha repetido la misma cantaleta en los 11 años de su gobierno ni las obras concluidas ni la corrupción. De paso trata de endulzar el oído de los incautos, por no decir pendejos, con el cuento ese de que las actuales inversiones, por ejemplo en electricidad, nos van a permitir una vida de paraíso celestial, no en el 2010 sino en el 2015 o en el 2021. Nunca asume su irresponsabilidad directa como origen del problema. Todo lo contrario, lo único que exige son sacrificios a un país sumergido como el Titanic en el deterioro progresivo de su calidad de vida.

Otra máscara que utiliza Chávez pero a nivel internacional es de emperador romano, como César Chávez El Magnánimo, similar a César Augusto. Lo imagino en una gran caravana de autos negros, de pie, con una corona de olivo en la frente; saludando al público con la mano izquierda, por lo de zurdo e izquierdista; y repartiendo billetes venezolanos como serpentinas y papelillo; después, resalta su generosidad con la firma de importantes convenios a futuro para beneficio de otros países, a expensas de las riquezas de Venezuela que, al final, queda como la guayabera, por fuera.

Pero la preferida de Chávez es la máscara satánica, utilizada con un solo objetivo: producir miedo como estrategia vital para lograr la entrega de la población y la implantación de su régimen comunista en Venezuela. E induce el miedo en cada venezolano sabiendo que la condición natural del ser humano es vivir en libertad y sin miedo porque libertad es la ausencia de miedo, contrario a sus perversos intereses políticos. Y Chávez también sabe que el ser humanao es capaz de capitular y de sacrificar su libertad ante la manipulación del miedo, como reacción instintiva de sobrevivir pero con sus derechos básicos: el derecho a la vida, al trabajo y a no parar en la cárcel; auténtica fantasía de la gente bajo el yugo de gobiernos comunistas que irrespetan todos los derechos humanos. Por esa razón, Chávez amenaza la vida al reprimir la disidencia con las mismas fuerzas Armadas que fueron creadas para cuidar los intereses de la nación y a sus ciudadanos; amenaza el derecho al trabajo con la lista Tascón y las expropiaciones, y ejecuta la amenaza de privación de la libertad con la cárcel de todo lo que huela a oposición.

Pero, para mala suerte de Chávez, Venezuela es un país de gente joven, y joven es sinónimo de libertad y ausencia de miedo. "Juventud no es el que tiene 20 años. Joven es aquel que se conmueve ante cualquier injusticia en el mundo" (Juan Gris). Y a pesar del colmo: "juventud fascista, manos blancas, desestabilizadores, hijos de la oligarquía y servidores del imperio" (Hugo Chávez), la juventud venezolana del siglo XXI lucha hoy como en el pasado por el rescate de la democracia, en honor a Venezuela y a su historia. Y la juventud perdura para siempre. Las máscaras y el carnaval terminan el miércoles de ceniza. Que así sea.

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