Hoy en día las rejas que una vez fueran decorativas ahora son barrotes
En los últimos once años se han elevado exponencialmente los números de muertes a causa de la violencia, los asaltos que cada día son más sofisticados, los secuestros que son llevados a cabo a plena luz del día, en la vía pública y ante testigos que se quedan pasmados de asombro y terror. Este era un problema que venía en crecimiento desde el segundo gobierno de Caldera, pero durante el tiempo que ha permanecido “la revolución” en el poder ha hecho que los venezolanos decreten un toque de queda para resguardar sus vidas y aún así no están a salvo.
Nuestras casas por una extraña razón siempre tuvieron rejas, pero hoy en día las rejas que una vez fueran decorativas ahora son barrotes, las casas tienen dos puertas, quien puede le pone alarma a la casa, los garajes tienen control remoto, muchas de las calles en las urbanizaciones tiene rejas para controlar quien entra y sale de una determinada zona, una de las razones para soportar tal mecanismo de seguridad son los secuestros expresos que son cada día más numerosos, que además de producir un estrés emocional en las víctimas, también causan un descalabro económico. Si la víctima tiene la cuenta bancaria baja en fondos o está vacía, se expone a ser maltratado o asesinado, o como suele suceder llaman a la familia para que consiga el dinero que los secuestradores ponen como precio a la vida del secuestrado, y, de no poderlo pagar quien sabe lo que le pueda suceder. En muchos otros casos los delincuentes le piden al secuestrado que los lleve hasta su casa y entonces se trata de repartirse un botín.
Los asaltos colectivos son la última moda delincuencial. No sólo se dan en los edificios, sino también en los cines, restaurantes y hasta en las funerarias, que ya desde hacía algún tiempo habían reducido el horario nocturno para los velorios, pero ahora no permiten que los parientes del difunto se queden en el recinto, pues están temerosos con justa razón.
Para los viajes por carretera hay que tener un santo en el cielo, son muchas las modalidades para hacen posible un encuentro de la peor clase con los amigos de lo ajeno, desde persecución, choques a propósito, tirar objetos al parabrisas para que el conductor tenga que pararse obligatoriamente y entonces la puerta está abierta para cometer las fechoría contra el chofer y sus pasajeros.
Todos estos delitos hacen que en los barrios en donde vive la mayoría de la población y en donde no hay la posibilidad de colocar rejas que cierren una zona, la gente a las seis de la tarde tenga que estar en su casa, con puertas y ventanas cerradas y rogándole a Dios que no se presente una guerra entre bandas que ocasione que balas perdidas acaben con la vida de algún inocente. A esto se le suma que la forma que han crecido los barrios impide muchas veces que el patrullaje policial pueda acceder a las casi siempre zonas más rojas de estas localidades.
Cuando los jóvenes van a una fiesta, tienen que permanecer en la casa en donde se realiza la fiesta, que por supuesto después de cierta hora tiene que volverse discreta para no llamar la atención de invitados indeseables, hasta que haya salido el sol para volver a sus respectivos hogares. Si quien se ofrece a llevar a los amigos a sus casas, tiene un carro apetecible o “encargado” por un amigo de lo ajeno es mejor que entregue el carro sin pelear cuando lo asalten, con el fin de preservar su vida.
Será que es mucho pedirle al gobierno que quiere eternizarse en el poder, que los venezolanos reclamamos seguridad para nuestras vidas y bienes, aunque ellos hayan decretado de hecho que la propiedad privada no debe existir.
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