14/2/10

Vaticino la derrota del enemigo

Usando el lenguaje de “tierra arrasada” propio del militarismo ramplón, atrasado, ignorante y corrupto, que ha asolado la dignidad de los pueblos de América – deshonrando la imagen de la institución militar – aunque en estos tiempos paga sus horrendos crímenes en cárceles argentinas o chilenas y hasta europeas, los godarriudos chavistas “vaticinan la derrota del enemigo” en las elecciones de septiembre.

Para la psiquis criminal de este bastardaje pre-político, los adversarios ideológicos somos “enemigos”, es decir objetivos a destruir por la fuerza de la violencia.

Sin embargo, no son precisamente ellos quienes se encargarán de la matanza, el discurso violento implícito en la frase “derrotar al enemigo” – así como el sacrilegio de blandir la espada de Bolívar – que es un símbolo de unidad de la venezolanidad - en un pueril acto proselitista repleto de tarifados - está dirigido a los débiles mentales – en honor a la verdad psicópatas, “ciegos esclavos que pretenden imponernos las cadenas que ellos arrastran” (Bolívar dixit) - que les sirven de ariete contra la civilización.

Son demasiado cobardes para enfrentarse de hombre a hombre ni con el más débil de nosotros. Para eso está el lumpen envilecido por la impunidad, que por manipulación mental confunde crimen con discurso y presta su innata maldad para sustentar las ansias de poder de cualquier grupete de inmorales.

Las concentraciones chavistas en Caracas – cada día más reducidas, pronto las efectuarán en una cafetería - del 23 de Enero – inmensa contradicción de un militarista celebrando el día del derrocamiento del militarismo, con un dispendio de 7 mil millones de BsF a pesar del drama de la pobreza que sufre Venezuela cuyos índices son manipulados por un obediente del INE – y del 4 de febrero, aniversario de la derrota y encarcelamiento del golpista, que, en el colmo de la megalomanía, ha bautizado como “día de la dignidad” – será de la indignidad de su cobardía que lo enterró en el Museo Militar, donde dejó su impronta gástrica, mientras sus hombres morían – fueron una demostración de miedo cerval de la impudicia chavista que sabe que se quedó sin pueblo, porque el pueblo ya es ducho en identificar ladrones y canallas.

Cada enjuiciable – ya el Tribunal Penal Internacional sentenció que los presidentes y funcionarios en ejercicio podían ser juzgados - trato de superar al otro en amenazas contra la juventud venezolana – tildada por el fascista lleno de odio Chávez, para justificar la brutal represión, de “fascista llena de odio” - porque no se cala los abusos de estos decrépitos viciosos y les cogió la calle con sus protestas y los retó el 4F y los derrotó el 23 de Enero con una concentración popular masiva que tuvo la virtud de emitir un claro mensaje del espíritu libérrimo de nuestro pueblo venezolano, que no va a permitir – y métanse eso en la cabeza – que se les frustre su futuro para favorecer al lumpen que por carencias genéticas medra de las migajas que les sobran a la opulencia de los fascistas del gobierno, alquilando su genética destructiva.

Este sí es “el enemigo” que la sociedad venezolana integrada por el pueblo esperanzado se ha determinado derrotar en todos los terrenos. De allí el pavor frío del anciano en fase terminal que gobierna Venezuela por títere interpósito, pues el final de este régimen significa el final definitivo de la deshonra cubana.

El enemigo verdadero

86% del pueblo venezolano rechaza contundentemente al marxismo fidelófilo de Chávez, eso significa que solamente una mínima fracción apoya ese sistema perverso generador de miseria y atraso, y de ese porcentaje, seguro estoy, más de la mitad es por ignorancia – confunden asistencialismo estatal con comunismo - por falta de un coherente discurso opositor que lo confronte con su propia realidad, porque, por desgracia, en este país los políticos son, en mayor o menor gado, socialistas, adjetivándose como inocuos, implorantes, recoletos o cooperantes, por no reconocer que la única alternativa frente al marxismo es el liberalismo – como lo han demostrado las pujantes economías de Chile y Brasil, pese a sus presidentes izquierdistas - porque todo socialismo, para serlo – si no, no lo es - elimina la propiedad privada y la libre empresa y somete al individuo a la voluntad del amo Estado a través de la masificación de la sociedad. Así que el verdadero enemigo del pueblo es quien intenta imponer desde la aplastante fuerza del poder – y la connivencia de la corrupción - el comunismo en Venezuela.

Las causas contra el enemigo

Es interminable el memorial de agravios contra el auténtico enemigo de la patria que vulneró la seguridad alimentaria al destruir el aparato productivo nacional, generando inflación, escasez, desempleo y dependencia extranjera; ridiculizó el valor de nuestra moneda afectando la autoestima nacional y la capacidad adquisitiva de los trabajadores; minimizó la productividad y competividad de PDVSA y arruinó las empresas de Guayana; humilló la dignidad de las Fuerzas Armadas; dilapidó una fortuna de cientos de miles de millones de dólares en once años, precarizando, como consecuencia, los servicios públicos y la vialidad y ocasionando el colapso de la infraestructura y equipamiento nacional por falta de inversión en mantenimiento, adecuación tecnológica y sustitución, como ha sido el caso del sistema eléctrico, que sucumbió por la negligencia de un gobernante - que sigue mintiéndole al pueblo sobre las verdaderas causas de este desastre y le endosa penalidad a los usuarios, en lugar de reconocer virilmente su responsabilidad.

Un Jefe de Estado que… reforma la Constitución con leyes caprichosas; divide perversamente a los venezolanos – declarando públicamente su oposición a cualquier posibilidad de reconciliación nacional al exigir a los ciudadanos que “escojan su bando” - ¿para crear las condiciones de una guerra civil? - conspira con los demás poderes contra el orden republicano de la nación; desprecia la venezolanidad (se expresa con acento cubano, grita viva Cuba en lugar de viva Venezuela y canta el himno cubano, privilegia semi profesionales cubanos sobre los profesionales venezolanos, entrega a cubanos – que conforman un poderoso ejército invasor de mercenarios - delicadas funciones de Estado en todos los estadios de control de la vida nacional comprometiendo la seguridad y soberanía nacional – casos SAIME y Ministerio de Sanidad - sumisión que sonroja la dignidad del patriotismo; deposita la responsabilidad de velar por la integridad del primer magistrado de la nación a militares cubanos, incluyendo a pilotos del avión presidencial, que pertenece a Cubana de aviación, es decir soberanía cubana en los cielos internacionales con el Presidente de Venezuela abordo - (¿por qué Fidel, en reciprocidad solidaria, no lleva chavistas a Cuba a ocupar los mismos cargos que los cubanos usurpan en Venezuela?); criminaliza las protestas sociales y la defensa de los derechos laborales con total desprecio por la vida humana; atenta contra la propiedad privada con confiscaciones inconstitucionales que generan desempleo e incertidumbre y aleja las inversiones, con el consecuente deterioro de la economía; protege bandas armadas para sojuzgar a la oposición y constriñe la libertad de expresión deteriorando con ello la democracia; violenta relaciones diplomáticas históricas con naciones vecinas y países amigos; es acusado de connivencia con fuerzas consideradas terroristas; mantiene alianzas con gobiernos forajidos exponiendo a la nación a peligro de guerra, ruptura de relaciones diplomáticas, represalias económicas y agravios (artículo 464 del COP Militar), además de quebrar el pacto social, que corrompió la moral pública, propiciando el desbordamiento de la delincuencia… es sin lugar a dudas un enemigo al que es imperativo vencer con la fuerza de la convicción moral patriótica, a través de la política de penetración concienciadora y del voto derivado de la responsabilidad con la patria y sus elevados intereses.

En conclusión

El militarismo chavista se expresa en dogma sectario que conculca las libertades públicas y somete al pueblo a penurias insoportables por su ineficiencia y corrupción. Así que, vaticino la derrota del enemigo. Y lo derrotaremos porque somos más, somos mejores y tenemos razón.
Rafael Marrón González

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