6/3/10

Chávez se enroca con el plan cubano y deja a Venezuela a un mes y 14 metros del colapso eléctrico

Si nada cambia, la central de Gurí, de la que depende el 70% del sistema, colapsará entre abril y mayo, sólo quedan 14 metros de agua para que tenga que parar máquinas

Ralentiza los planes de grandes centrales nuevas -entre ellos los españoles-, pero selló un acuerdo con Castro por 2.000 millones de dólares a cambio de un centenar de grupos electrógenos
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Ana Zarzuela.- Invoca a Dios, llama a los venezolanos a rezar para que llueva, ahora que se ha convencido de que sus planes con Medvedev y Castro para bombardear las nubes no tienen futuro. Espera que las aguas de mayo lleguen antes que los ‘idus’ de abril para la central hidroeléctrica de Gurí. Y se enroca en la falta de inversión, réditos a la diplomacia bolivariana y los parches que han llevado al quinto productor de crudo del mundo hasta el déficit de generación eléctrica. Hay miedo en Miraflores. Es la prioridad uno, pero no encuentra la llave de la luz para Venezuela. Atrás quedan un plan de reajuste de suministro y de cortes en Caracas que sólo duró dos días, el despido del ministro y un programa de reajuste en centros comerciales que tuvo que abolir. Chávez se niega a aceptar ‘la luz’ de Colombia, pero ha comprado generadores con capacidad de 400 Mw a EE UU (las plantas “no tienen ideología”, se excusa Chávez), ha llamado al auxilio de Argentina y Brasil para inyectar 200 Mw al sistema. Pero sobre todo, son las facturas de su diplomacia energética las que le ponen plazos: los asesores cubanos acaparan la mayoría de los 1.000 millones del Fondo de Emergencia. La bitácora del comandante Ramiro Valdés, (mano derecha de Raúl Castro y pilar de los servicios de inteligencia desde los ochenta) capitanea un acuerdo por 2.000 millones de dólares con Cuba para aumentar la capacidad eléctrica inmediata, aunque sea con grupos electrógenos provisionales mínimos y a costa de postponer las inversiones de ciclo combinado y eólicas, entre ellas las españolas. Por si acaso, Chávez hace de la necesidad virtud con el mismo guión de 2003, tras el colapso de Pdvsa. Como entonces, le puede servir para posponer las elecciones de septiembre. Ya tiene sobre la mesa un plan para estatalizar por completo y unificar todas las eléctricas e impulsar el proyecto nuclear que se trajo de Irán.

Miraflores acelera sus parches. Aunque la proclamación del estado de emergencia nacional venezolana pasaba -según su declaración formal- por reparar las centrales obsoletas, acelerar el despegue de plantas térmicas y mejorar la red, se conforma con bombillas de bajo consumo cubanas, el suma y sigue de los parches de pequeñas plantas y generadoras regionales y con cruzar los dedos para que llueva mientas consigue recomponer la alternativa de la generación térmica descuidada durante una década. Ni los antecedentes cubanos y el fracaso del plan de racionamiento de la Gran Caracas de inspiración cubana del 13 de enero, ni la deuda pendiente -más de 500 millones de dólares en acuerdos prometidos- ni los recelos de los venezolanos ante los 80.000 asesores y trabajadores cubanos con los que paga Castro los 100.000 barriles diarios que manda a la isla caribeña han impedido que Chávez busque sus milagros eléctricos en brazos de los Castro. Aún demora la ejecución de los acuerdos con Iberdrola (para fabricar la planta de ciclo combinado de Cumaná), Elecnor y Duro Felguera (con la construcción de la central de ciclo combinado de Termocentro) estaban llamadas a tener en su mano 1.000 Mw -la cuarta parte de la nueva capacidad de generación-, el contrato de la Gran Caracas y Gamesa el primer parque eólico venezolano en Paraguaná. Pero adelantan por la derecha los parches de apellidos cubanos y argentinos: más de 1.000 millones para 59 proyectos de generación y 59 de mantenimiento que taponan las vías de agua de Gurí si colapsa.

La Habana ha comenzado a trasplantar en Caracas un modelo con experiencia no en generación ni en transmisión, sino en racionamiento de la distribución y energía distribuida punto a punto que permite sostener el servicio tras una catástrofe natural: la instalación de grupos electrógenos, integrados por pequeñas unidades de generación térmica, con capacidad de tres a cinco megavatios, cada una, que requiere de 1.000 millones de dólares bajo factura cubana para 675 Mw. A cambio, Castro le ha puesto ya sobre la mesa el ultimátum a su pacto de cooperación por 170 millones de dólares para levantar una termoeléctrica en Cuba.

CUENTA ATRÁS PARA EL COLAPSO DE GURÍ

No son otros que los entes públicos los responsables de la mayor parte de los ahogos financieros de la Corpoelec. El Ejecutivo acaba de ordenar que el Ministerio de Finanzas se ponga al día con los pagos pendientes a las empresas eléctricas, sólo en el caso de Cadafe cerró el año con 2.500 millones de bolívares (más de 500 millones de dólares) de cuentas por cobrar, la mitad públicas. El Gobierno de Chávez ha tenido que reconocer ahora que necesita un plan de instalación de urgencia de un millón de medidores de consumo eléctrico por 100 millones de dólares. Sin ellos, ni siquiera puede supervisar los planes oficiales de ahorro energético, los castigos y las recompensas por reducción de consumo. Pero después de tres meses de emergencia, no hay resultados, sólo hay un acuerdo en el Palacio de Miraflores: el de las marcas del colapso de la planta de Gurí, el ultimátum de una estación de la que -a pesar de los avisos de todos los analistas y la propia corporación eléctrica- sigue dependiendo el 70% de la producción del país.

Los técnicos brasileños tratan de ganarle 40 días a Gurí, confían en poder hacerlo sólo con la implementació n del mantenimiento que las empresas públicas venezolanas no hicieron antes. La luz roja lleva ya encendida desde que se generalizaron en noviembre los primeros racionamientos y cortes, ahora habituales en todo el país. Es la propia Corpoelec la que se lo dice alto y claro: si no cambia la cuenca del Río Caroní o no empiezan a verse los resultados de la campaña de emergencia nacional decretada el 9 de febrero, la central de Gurí colapsará en abril. Y con ella el corazón del sistema eléctrico nacional.

En Miraflores ha comenzado la cuenta atrás, cada día los venezolanos se desayunan con el nivel de sus aguas, esta semana ya a menos de 14 metros del colapso. Apuestan, descuentan cuántos apagones faltan ya para llegar a lo que la oposición llama ya el “armapagón venezolano”. Por más que el Ejecutivo le haya puesto su propia fecha -22 de junio si nada cambia- al día en que llegará la central de Gurí a los 250 metros sobre el nivel del mar, sabe que en ese momento parará y, como mucho -contraviniendo las recomendaciones de los expertos- podrá generar 2.500 Mw colaterales. Ya ha forzado a la planta un 30% por encima de su capacidad -39.400 Gw, a pesar de las advertencias de los técnicos y de espaldas a la evidencia de que la verdadera razón del descenso en la generación en el Gurí y la reducción de su capacidad en un 40% es que ocho de las 20 turbinas generadoras están fuera de servicio y que el deterioro avanzado de algunas de ellas y de los vertederos que las alimentan amenazan hasta la existencia de la represa.

Nada que no le hubieran advertido ya desde su llegada al poder en 1999 desde todas las corporaciones energéticas. Opsis -la estatal Oficina de Operaciones del Sistema Interconectado- le había puesto cifras y calendarios: si desde 2001 no realizaba mejoras al parque térmico para superar a medio plazo los 30.000 Mw al sistema nacional, no llegaría en 2010 a cubrir una demanda que el operador estimaba de más de 16.000 Mw, la que finalmente se ha alcanzado. No fue hasta 2004 cuando el Ejecutivo formalizó los planes y sus presupuestos, pero aún no han visto la luz: a pesar de los 44.000 millones de dólares en asignaciones al sector, sólo se han construido 5 de las 30 plantas termoeléctricas planificadas. En ningún momento durante el último año Venezuela ha conseguido saltarse un déficit de generación que las cifras oficiales calculan en 1.600 Mw: mientras en los últimos doce meses la generación creció un 4,45%, la demanda lo hizo un 6,03%.

UN LABERINTO SIN SALIDA

Chávez se enroca, de espaldas a la desprofesionalizació n de Edelca, el desvío de recursos financieros a programas de electrificació n en Cuba, Nicaragua y Bolivia, y el fallido esquema de adquisiciones millonarias de plantas cubanas y bielorrusas que se volvieron chatarra. Aunque el Colegio de Ingenieros le advierte que “el problema no es la sequía sino la falta de mantenimiento e inversión del sistema” y no se soluciona con la “humillante traída de extranjeros”, ahora, el presidente busca bazas bajo todas las mesas del aparato estatal. Aunque Pdvsa cumpliera con sus nuevas obligaciones, sobre el papel pasan desde esta semana ya por utilizar 1.200 millones de dólares adicionales para generar lo consumido en electricidad, unos 800 Mw, no llegarían antes de un trimestre.

Los primeros generadores de GE no producirán sus 175 Mw en suelo venezolano antes de finales de mayo o junio y estarán destinados a la Guayana. Los 500 Mw restantes aún no tienen fecha. Y si Chávez siguiera las recomendaciones de Corpoelec, del ministro Alí Rodríguez -el nuevo titular de electricidad- y aceptara la ayuda de Colombia que cortó su suministro en diciembre de 2009 -hoy por hoy aún sigue en cuarentena bajo la lupa del “complot político”- sólo se podrían sumar 175 MW a través de sus dos interconexiones y no antes del 15 de mayo -y a precios superiores a los del resto de los mercados de la zona-, justo antes de que otros 200 MW adicionales de producción nacional se instalaran. Habría que esperar al menos hasta septiembre para poder sumar 400 Mw más. Nada que pueda alejarlo de las grietas del sistema, de la evidencia -que le recuerda de nuevo hasta Corpoelec- de que la Planta Centro funciona casi de milagro y las redes de transmisión han tocado techo, tanto que si aumentara producción los técnicos no garantizan que se pudiera distribuir con garantías.

El Plan de Ahorro de Caracas expandirá sus costuras a otras capitales del mapa venezolano, por más que hasta ahora las facturas, el régimen de sanciones y sobrecostes de hasta un 400% para los ciudadanos que consuman por encima de los 500 kw/hora (y agua por encima de 40 metros cúbicos al mes), los cortes de suministro, la recarga del 75% de la factura al que no cumpla con las restricciones, o las multas a las empresas por no bajar entre un 10 y un 20% de su demanda sólo han conseguido una reducción del 4,2% del consumo eléctrico nacional. Nada que pueda sellar las grietas del déficit, menos aún los fraudes y los robos directos al sistema que, según los técnicos, rozan ya el 30% de la demanda nacional de electricidad. Conindustria cree que se queda corta con las previsiones de un 2% de caída del PIB, los analistas de la UCV y Datanálisis descuentan que la crisis eléctrica la puede llevar al 4% y la inflación entre el 20 y el 30% este año. Y en Miraflores le han puesto ya la etiqueta a todos sus males: emergencia eléctrica.

Y aunque el Gobierno bolivariano prometió diversificar su mix y promover las termoeléctricas, el abandono del parque explica que sólo produzca un 29% de los 4.507 Mw de su capacidad instalada. Una evidencia a la que se aferran ahora los técnicos para advertirle que si en 11 años en el poder sólo pudo incorporar 4.600 Mw, las promesas de 4.000 Mw adicionales en potencia termoeléctrica en menos de un semestre le quedan grandes, por más que jure inyectar 1.400 millones de dólares. Si no logra instalar la capacidad térmica prometida, en menos de un año el déficit será de 24.000 Mw, dos veces el consumo total de Caracas y sus alrededores.

La única inversión hecha por el régimen de Hugo El Cubano en generación termoeléctrica es la planta Josefa Camejo en el Estado Falcón, que sólo produce una fracción de su potencial, porque alguien se olvidó de crear las líneas de transmisión asociadas. De acuerdo con el último informe de la patronal de empresas eléctricas, las desatendidas plantas térmicas que posee Venezuela consumieron 62 millones de barriles de petróleo en 2007, con una eficiencia térmica calculada del 29%. En Europa, por ejemplo, la eficiencia ronda el 40 %. Ni siquiera Chávez tenía que seguir el plan de expansión del sistema eléctrico que el anterior ejecutivo dejó sobre la mesa en 1998. Es el propio plan de la directiva de la Corporación el que urgía a agregar al menos 5.000 MW de capacidad antes de 2008 para cubrir el crecimiento de la demanda y reducir la dependencia hidroeléctrica, que hoy por hoy cubre un 72% del consumo nacional.

VENEZUELA SE PIERDE EN EL ‘OLVIDO’

Acelera el techo de sus promesas al ritmo de sus urgencias: si hace cuatro años había prometido aumentar la generación en 3.000 MW en este año, ahora jura sobre la Constitución bolivariana que serán 5.000 Mw adicionales nada más en termoeléctricas para liberarse de la dependencia hidroeléctrica antes de que acabe el año. Por ahora sólo ha conseguido el más difícil todavía. Le ha costado años de nacionalizació n y el olvido de los planes previstos por las propias 14 empresas nacionalizadas en 2007 y las advertencias de los analistas. Pero tienen a la vista el más difícil todavía’: dejar al quinto productor mundial de petróleo a dos velas, al borde de la quiebra eléctrica y con déficit de hidrocarburos. Ni la nueva cúpula energética de Hugo Chávez –también bajo el mando del omnipresente Alí Rodríguez, como sus Finanzas de cabecera- ni la ‘tocata y fuga’ del ministro del Electricidad Ángel Rodríguez -después de cuatro meses de mandato, tras implementar otro plan cubano- y la marcha atrás en las cuatro horas de restricción del suministro para Caracas han aliviado el horizonte energético venezolano. Todo lo contrario.

Las zozobras de Miraflores no han hecho más que comenzar. El propio Ejecutivo ha empezado a reconocer: si llega el colapso –empiezan a advertir- “será por el boicot de los opositores”. Los cortes eléctricos serán inevitables hasta que la demanda baje un 30% o entren en servicio los 2.000 MW que el Gobierno prometió hace dos años. Se lo advierte la propia cúpula de Corpoelec y los analistas locales, los mismos que encendieron todas las luces rojas tras los cuatro apagones nacionales en 2008: ninguna región podrá salvarse del plan de racionamiento eléctrico en una crisis que poco tiene que ver con la sequía.

Ni las promesas de inversión ejecutadas en menos de un 10% hasta que estallo la emergencia nacional, ni los cortes del 25% del suministro de agua y los retoques semana a semana del Programa de Ahorro obligatorio pueden ocultar que a Corpoelec se le han fundido los plomos. Con un déficit crónico oficial del 3%, ni la máxima generación eléctrica posible sobre el papel está a la altura de una demanda de 17.300 megavatios que crece a un ritmo del 7% anual. De las 29 termoeléctricas, que ya desde 2007 debían estar en funcionamiento, sólo se han construido cinco, pero dos están todavía inoperativas y tres funcionan a un tercio de su capacidad. Por pura desidia se dejó derrumbar Planta Centro y la estatizada Electricidad de Caracas suspendió su plan de inversiones. De la inversión en líneas de transmisión sólo se ha ejecutado una cuarta parte de un presupuesto que habría de financiar trabajos que en 2007 tenían que haber culminado. No es Víctor Poleo el único que recuerda que sólo se ejecutó el 30% de los recursos para proyectos hidroeléctricos.

Tampoco el único en advertir que de nuevo los ‘tratamientos de choque’ de Hugo Chávez se le quedan cortos. Ni las restricciones y su campaña de siete medidas de ahorro’ energético de inspiración cubana (incluidas la restricción en un 20% de las industrias pesadas y ligeras y centros comerciales) pueden, en el mejor de los casos, liberar el consumo de unos 980 Mw, poco más de la mitad de los 1600 Mw que Miraflores anuncia. Para alcanzar los 4.000 megawatios adicionales que necesita en un año no será suficiente ni siquiera con el más optimista de sus planes: la habilitación de la tercera unidad de la planta “Josefa Camejo” en Falcón; otros 150 megavatios en Termozulia II, estado Zulia para septiembre de 2010 y, 430 megavatios en diferentes plantas operadas por la filial Electricidad de Caracas como la “Josefa Joaquina Sánchez Bastidas”, en Vargas; y La Raisa, en Miranda. Y aunque se produjeran las precipitaciones que Chávez aguarda antes de abril habrá que apagar algunas generadoras, lo que podría inducir al colapso total del sistema. Nunca habrá -advierten los analistas energéticos de Fedecámaras- una normalización del sistema eléctrico antes de 2011.

La maldición ‘eléctrica’ se le encadena a Hugo Chávez: el plan ferroviario, la instalación de un parque industrial de al menos 11 empresas básicas, 200 fábricas socialistas, plantas de fertilizantes, de propileno, de alimentos y la desconcentració n de las ciudades con la creación de una red de centros urbanos son algunos de los planes que manejaba el Gobierno nacional para los próximos años y que tendrán que esperar por la crisis eléctrica. Las zozobras energéticas están devorando el excedente de combustibles para exportación -en 2009 cayeron un 17% a 390.000 barriles por día (bpd)- mientras crece la necesidad de importar derivados del petróleo (un 58 en el último año) por las recurrentes paradas de las refinerías y la voracidad del consumo local. Venezuela ha pasado de entregar ocho cargamentos al mes de gasolina reformulada a ninguno.

Estados Unidos es uno de los más afectados por el recorte de exportaciones: recibió apenas 116.000 bpd de derivados en noviembre del 2009, mientras en 2005 Venezuela despachaba 288.000 bpd a su principal cliente energético. Se han atrevido a advertirles ya los técnicos de Pdvsa y Corpoelec: si no hay cambios de tendencia, en abril y mayo tendrá que sumar la escasez de gasolina, no habrá suficiente energía en las plantas para generar las mejoras en las petroquímicas. La ‘ecuación’ se complica con el déficit de suministro de gas a las plantas de generación térmica, cuyas unidades alimentadas exclusivamente con ese combustible están fuera de servicio. El gas natural producido en Venezuela está mayoritariamente asociado al petróleo y 60% de ese gas lo utiliza la industria para reactivar los pozos. Sólo el porcentaje restante es destinado a las empresas petroquímicas, eléctricas y siderúrgicas. Además, el gasto extra en las facturas de Pdvsa limitaría los efectos positivos de la devaluación decretada por Chávez en enero, con la que la estatal esperaba mejorar el flujo de caja y su capacidad para hacer frente a deudas internas.

El músculo petrolero flaquea, la capacidad de producción está lesionada y, sin inyecciones de capital exterior, el impulso del buque insignia de la estrategia energética venezolana no mejora. En el último año, abarrotada de compromisos de inversión propios y ajenos -el proceso la adquisición de las empresas eléctricas- y con un flujo de caja ajustado, Pdvsa recurrió al financiamiento externo y contrajo más de 13.000 millones de dólares en deuda nueva en un solo año. Esto elevó la relación entre su deuda y patrimonio de 9 a casi 30%. Hasta el ministro Ali Rodríguez reconoce que los ingresos petroleros han caído un 50%, Petróleos de Venezuela ha reducido su producción en un millón de barriles, arrastra el lastre de 100.000 empleados -casi el triple que hace ocho años- y tiene 18.000 millones de dólares de deuda exterior y otros 10.000 con proveedores y contratistas a los que ha empezado a fagocitar por la vía de la nacionalizació n. La industria petrolera tiene pendiente por cancelar en Impuesto Sobre la Renta (ISLR) 2.000 millones de dólares.

ATRAPADO EN LA DIPLOMACIA ENERGÉTICA

En Miraflores -a pesar de Chávez- han comenzado a soltar lastres, para empezar los de la diplomacia energética con sus aliados de la región. Venezuela -el mayor consumidor eléctrico per cápita de la región, por encima incluso de Brasil o Chile- , ha tenido que llamar a sus socios. Por primera vez, enseña los desconchones de sus desconchones energéticos a Lula: cuando llegó en 1999 a Miraflores, había superávit de producción, vendía a Colombia y culminaba proyectos de exportación con Brasil. Hoy tendrá que dejar de exportarles los 80Mw que enviaba al norte carioca y recibir su energía: ellos sí han incrementado su capacidad de termogeneració n. Con la Habana será otra cosa. Es mucho más que su primer socio comercial, con 7.000 millones de dólares de intercambios anuales. El Ejecutivo caraqueño selló en diciembre en la capital cubana 285 acuerdos por 3.161 millones de dólares con Cuba y tiene sobre la mesa desde finales de enero, apenas dos semanas antes de decretar la emergencia nacional, la petición formal de Raúl Castro para que haga efectivo el pago (170 millones de dólares) de la primera cuota para la construcción de la termoeléctrica en Holguín que el ejecutivo de Hugo Chávez prometió en 2007 (sin pasar por el Congreso) para solucionar los problemas eléctricos de la Isla. No esperarán más allá de mayo de 2011, ya le han tejido un calendario de “cómodas cuotas” hasta entonces. Será lo último que Miraflores pueda desembolsar. Ahora que Ramiro Valdés expande en tierras venezolanas y que un grupo de médicos y enfermeros cubanos han denunciado a Pdvsa por obligarles a trabajar como “esclavos modernos” a cambio de los 100.000 barriles diarios de petróleo venezolano para los Castro, en el gabinete de Chávez nadie quiere romper la sintonía con la Habana. Pero en la Asamblea Nacional ya hay una denuncia por “traición a la patria” contra el ministro Rafael Ramírez. .-ahora que el presidente venezolano acusa de “apátridas” a todos los informes técnicos que vaticinan el colapso, la oposición echa cuentas y no le perdona que haya dedicado desde 1999 53.000 millones de dólares a sus aliados, 8.000 de ellos en el último año, a pesar de la crisis.

Según la lista de beneficiarios presentada por Julio Borges, Cuba ha recibido el mayor volumen de ayudas por parte del Gobierno venezolano (unos 19.700 millones de dólares), seguida de Argentina (8.560 millones), Ecuador (5.580 millones), Brasil (5.250 millones) y Nicaragua (4.880 millones). El último de ellos, 48 millones de dólares para construir una planta de generación termoeléctrica en Bolivia, firmados el 12 de octubre, cuando ya Corpoelec alertaba de la situación en el suministro venezolano. Nada que Venezuela pueda seguir haciendo, en ninguna de las aristas de su diplomacia energética. Pdvsa ha tenido que empezar a importar derivados para poder cumplir con los compromisos de suministro a sus aliados de Petrocaribe y del resto de la región. Y deja caer en la nevera de las ‘emergencias’ las promesas de Petróleos de Venezuela al sur del Río Grande.

Hace diez años Chávez viajó por América Latina promoviendo el famoso gasoducto que alimentaría a toda la región. Hoy quedó estancado el proyecto Cristóbal Colón en Oriente al que solo se le cambio el nombre, falta el gas para generar electricidad y en cambio, a unos kilómetros de las costas de Venezuela, Trinidad se ha convertido en uno de los principales productores de gas del mundo. El derrumbe de los precios petroleros ha modificado los términos del acuerdo con Petrocaribe: los beneficiarios pagan ahora al menos el 50% del crudo por adelantado, a diferencia del 40% cuando la cotización era mayor a los 100 dólares el barril. Hoy no está Pdvsa para derroches. Poco más puede hacer Pdvsa que mirar al Este y tenderle sus redes a Irán, Rusia, China o Vietnam.

Reedita los acuerdos mil veces firmados con Ecuador. Escenifica de nuevo la génesis de la refinería de Manabí. Acaba de dar a luz otra alianza estratégica con Petroecuador para explotar un campo en la selva de la Amazonia con reservas por unos 1 000 millones de barriles, que contaría con la participación de las estatales de Brasil y Chile. Pdvsa busca ya fórmulas para resucitar las refinerías de Nicaragua y Bolivia. Descartó asociarse con República Dominicana e incluso la construcción de nuevas instalaciones en Cuba ha quedado en el limbo, a la espera de nuevos estudios de factibilidad. Y entierra bajo el tiempo del olvido el que era su megaproyectos regional, el gran Gasoducto del Sur. Los avances en el proyecto amazónico de Petrobas- transportará desde el otoño de 2009 5,5 millones de metros cúbicos por día del combustible, para generar unos 760 megavatios (MW) de electricidad- adelantan por la derecha al Gasoducto del Sur de Chávez, que sigue huérfano de realismo, financiación y socios. Y ni siquiera Rusia, que coquetea con una sucursal de la Guerra Fría en tierras bolivarianas y planea- sólo sobre el papel- un Banco ruso-venezolano ha conseguido que Gazprom o Lukoil, con su promesa de 3.000 millones vayan mucho más lejos de las buenas palabras y los entretenimientos militares a cuatro manos.

A Hugo Chávez se le ha chafado la diplomacia petrolera y ahora también la eléctrica. Venezuela no dejará de venderles a sus 18 socios de Petrocaribe 200.000 barriles diarios, al menos por el momento, pero ya cambió las condiciones de pago aplazado y -aunque sea a crédito- se aferra a los precios de tiempos mejores, las cotizaciones flexibles en sintonía con el mercado y la promesa de una dependencia garantizada por décadas. Es sólo el preludio de sus pasos eléctricos. Chávez asesoraba a Bolivia, azuzaba a Evo Morales para que consumara la nacionalizació n de las generadoras eléctricas y se atreviera con la de las distribuidoras (Iberdrola y REE en cabeza). Ofreció ayuda -que no dólares- públicos a Nicaragua para tratar de estatalizar a Unión FENOSA y ha extendido los tentáculos de Albanisa en el país, pero le empieza a doler la nacionalizació n de su Corporación Eléctrica.

En la directiva de Corpoelec se cuestiona ya la ‘generosidad’ con Bolivia, Nicaragua y Cuba. Los usuarios venezolanos, que tendrán que digerir los cortes de luz y agua y el nuevo plan de Ahorro energético obligatorio miran ahora a la huella de los 80 millones de dólares que Pdvsa invirtió para una planta termoeléctrica en tierras de Morales, o los 2.000 millones de dólares que ofreció a Daniel Ortega para un proyecto hidroeléctrico. En abril Venezuela instaló en Nicaragua las plantas “Che Guevara I y II” de 200 megavatios y en 2006 se instaló la “Hugo Chávez”, lo que permite acumular una capacidad instalada de 480 megavatios y así reducir el déficit de generación eléctrica de la nación centroamericana.

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