¿Quién anda más asustado?¿Quién duerme con la luz encendida, se desvela, padece taquicardia? ¿El Gobierno o la oposición? A Chávez lo consideraban más bruto que un arado; ahora lo toman por un superman inteligente, le buscan significados a cada una de sus palabras, las toman al pie de la letra como si fuera un Trotsky que dirigiera a los revolucionarios en la guerra contra los rusos blancos. Olvidan una cosa: Chávez convoca a los militares a luchar por el socialismo bajo la augusta bandera de aumentarles el sueldo un 40%. Aún así, ¡qué miedo inspira el hombre!: interpretan cualquier nueva ley como el instrumento de Miraflores para anular la voluntad popular, juran que los cubanos jamás permitirán que abandone Miraflores. En realidad, el Gobierno anda a la caza de cabezas de turco: la emprende con los carniceros o con las casas de bolsa, en vez de estabilizar el dólar permuta y dejar de asustar a los ganaderos.
Por su parte, Chávez suda como nunca: anda asustado y con razón. Falta harina de maíz precocida, aceite, emprende operativos al viejo estilo de la cuarta república como los mercados de Acción Democrática en la avenida Bolívar. Se paralizan sectores industriales, empresas estatizadas se vuelven chatarras. Si las cementeras, si la CVG produjera a plena capacidad, si las cosechas de las fincas intervenidas desbordasen los silos, habría Chávez para rato. Ocurre lo contrario. El país se le escapa de las manos a Chávez: plantas de elaboración de caramelos y chocolate no producen por falta de papel aluminio; los humildes vendedores de hamburguesas callejeras no encuentran el pan que necesitan.
Como se ha dicho, Chávez manda, ordena, pero nada ocurre. No confía en los que lo rodean; nuevamente, con razón. Alienta el temor, gobierna con el miedo. Pero él, a su vez, tiene miedo y hasta de pronto denuncia que hay una huelga de las inversiones privadas y hasta envía a su ministro Ramírez a convencer a los norteamericanos que inviertan en Venezuela. De vez en cuando un zarpazo justifica el temor, como lo ocurrido con la finca La Carolina.
No todo le resulta mal a Miraflores. En su lucha interna, los copeyanos invocan una decisión del Tribunal Supremo de Justicia como argumento de una parte contra la otra, legitiman cualquier decisión que tomará mañana el TSJ contra la oposición Como la punta del iceberg la banda de Los Invisibles desvela la descomposición del país, como los secuestros que no se denuncian por miedo a la misma policía, la rebatiña entre la gente común por robar, estafar, el familiar que estafa al familiar, el mecánico de confianza que roba a una anciana.
Mañana este deterioro no se detendrá. Este socialismo no nace de un impulso moral, del sacrificio de unos idealistas, funciona como el asalto a la riqueza que muchos miran con envidia y en pequeño, según sus posibilidades imitan. La corrupción no es un tema político, no escandaliza a nadie una valija llena de dólares, o la aprehensión de un venezolano al servicio de los carteles de la droga en México.
Hay que perderle el miedo a Chávez de una vez, ganará el que pierda primero el miedo. Aquí hay que temerles únicamente a los que conspiran contra la unidad de la oposición.
El país unido, claro, tiene futuro.
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