La Iglesia debe dar un paso al frente
Esa imagen repugnante, diabólica y anticristiana de nuestra patrona, la Virgen de Coromoto, viene a representar la decadencia moral y la putrefacción sistemática del pueblo venezolano. Ese mural pintado en la populosa barriada del 23 de Enero en la capital venezolana, es muestra más que fehaciente del deterioro espiritual y psíquico que en mala hora define el estado actual de la Venezuela castro-chavista.
Esa pintura callejera, reflejo fiel de un hombre que llegó a Miraflores y ordenó clausurar la capilla, y que nunca ha condenado la decapitación de la Virgen de Altamira por parte de sus hordas salvajes, decreta la muerte espiritual del país. Esa imagen representa a un dictador enfermo que en vez de movilizarse con un cura o líder espiritual, viaja con un harén de brujos cubanos.
Un hombre que alegremente insulta a los curas y dice que tienen el diablo debajo de la sotana. Un hombre que maldijo públicamente al fallecido Cardenal Rosalío Castillo Lara en su lecho de muerte, a sabiendas de que el Cardenal fue amigo y consejero espiritual del Papa Juan Pablo II.
Un hombre cobarde que ha demostrado ser un iletrado y en horas de angustia cuando su pellejo corre peligro, recurre a los curas como tabla de salvación. Esa imagen representa el discurso de Chávez a su máxima expresión.
La connotación de esa Virgen con fusil en mano va más allá de la política y de la diatriba electoral vigente, esa imagen que aunque no sea compartida por las mayorías, está allí, deja su huella y presagia grandes tormentas de sangre, sudor y lágrimas.
Yo espero que la madre iglesia católica, representada en la alta jerarquía eclesiástica venezolana, tome nota y se comporte a la altura del compromiso.
Ya es hora de que la iglesia venezolana de manera mancomunada haga frente a la dictadura. No se puede seguir viviendo de comunicados escuetos o cartas a título personal, deben actuar y hacerlo con contundencia. El país se encuentra a la deriva y siendo la iglesia católica la institución de mayor credulidad, respeto y ascendencia en el pueblo venezolano, debe ejercer su rol histórico.
Su apostolado debe ser frontal y decisivo en la recuperación del país.
Juan Pablo II fue el principal artífice de la caída del comunismo en su natal Polonia y en gran parte de la Europa Oriental. Su ejemplo les debería servir a nuestros curas de guía e inspiración en estos momentos aciagos que vive la patria de Bolívar. No se puede esperar más, se peca por acción y omisión. Venezuela vive una dictadura moderna con manto de legalidad inaudita y la iglesia con su inacción está siendo coparticipe de ese legado criminal.
Les recuerdo que el Monseñor Rafael Arias Blanco, Arzobispo de Caracas en la época de Pérez Jiménez, escribió una carta pastoral el 1ro de mayo de 1957. Esa carta fue leída en todas las iglesias del país y sirvió para elevar la moral de la ciudadanía y darle fuerza a la disidencia. Esa carta fue determinante en el derrocamiento de Pérez Jiménez meses después.
Hace poco el Monseñor Ovidio Pérez Morales, hizo pública una carta contundente en contra de la dictadura, lamentablemente tuvo que hacerlo a título personal al no recibir el apoyo necesario del resto del clero venezolano. A estas alturas de la película eso es inaceptable.
¿Acaso desean que esa imagen atroz de nuestra patrona y el niño Jesús con un fusil sea replicada en todas las barriadas del país? No lo creo.
En su carta titulada “Presidente vuelva al Cabildo”, el Monseñor Ovidio de manera elegante pero enfática, conmina al dictador a renunciar para poder lograr la unificación del país y sanar las heridas que actualmente nos hunden en un pantano pestilente de odios, divisionismo y muerte. Con Chávez en el poder estamos condenados al fracaso y al desmembramiento del núcleo familiar venezolano.
Si la familia, como la propia iglesia lo pregona, es la base de la sociedad: ¿Cómo puede superarse y desarrollarse en paz un país dividido por su propio líder? Mucho menos cuando su proyecto totalitario y comunista va en detrimento de los propios valores cristianos y espirituales de la nación.
Para finalizar quisiera colocar un extracto de la carta personal que el Monseñor Ovidio Pérez Morales, dirigió a la nación hace unos pocos días:
“Venezuela ya no es una. Por motivos ideológico-políticos se la ha dividido, por lo menos a la mitad se le califica de apátridas. El gobierno siembre violencia cuando descalifica, injuria amenaza y discrimina. No faltan quienes, ante la galopante inseguridad, se preguntan si ella no correspondería a una política de estado, tendiente a que muerte y miedo conduzcan a una parálisis que facilitaría la sumisión de la ciudadanía”.
No se puede seguir jugando con el destino de la patria, el país debe retomar el rumbo de la cordura, la democracia y la paz. La iglesia debería apuntalar el derrocamiento de Chávez y la instauración de un gobierno provisional de conciliación nacional que incluya a los propios chavistas de bien. Dios y nuestra Santa Virgen de Coromoto nos iluminarán el camino, la transición no puede seguir esperando, hay que actuar. ¡Amén!
Cita:
“No se construye una sociedad justa sobre la injusticia. No se construye una sociedad humana, dejando de respetar al otro, y peor todavía, negándole a los seres las libertades más fundamentales”
Juan Pablo II
Roberto Olivares
Fuente: Noticiero Digital
Esa imagen repugnante, diabólica y anticristiana de nuestra patrona, la Virgen de Coromoto, viene a representar la decadencia moral y la putrefacción sistemática del pueblo venezolano. Ese mural pintado en la populosa barriada del 23 de Enero en la capital venezolana, es muestra más que fehaciente del deterioro espiritual y psíquico que en mala hora define el estado actual de la Venezuela castro-chavista.
Esa pintura callejera, reflejo fiel de un hombre que llegó a Miraflores y ordenó clausurar la capilla, y que nunca ha condenado la decapitación de la Virgen de Altamira por parte de sus hordas salvajes, decreta la muerte espiritual del país. Esa imagen representa a un dictador enfermo que en vez de movilizarse con un cura o líder espiritual, viaja con un harén de brujos cubanos.
Un hombre que alegremente insulta a los curas y dice que tienen el diablo debajo de la sotana. Un hombre que maldijo públicamente al fallecido Cardenal Rosalío Castillo Lara en su lecho de muerte, a sabiendas de que el Cardenal fue amigo y consejero espiritual del Papa Juan Pablo II.
Un hombre cobarde que ha demostrado ser un iletrado y en horas de angustia cuando su pellejo corre peligro, recurre a los curas como tabla de salvación. Esa imagen representa el discurso de Chávez a su máxima expresión.
La connotación de esa Virgen con fusil en mano va más allá de la política y de la diatriba electoral vigente, esa imagen que aunque no sea compartida por las mayorías, está allí, deja su huella y presagia grandes tormentas de sangre, sudor y lágrimas.
Yo espero que la madre iglesia católica, representada en la alta jerarquía eclesiástica venezolana, tome nota y se comporte a la altura del compromiso.
Ya es hora de que la iglesia venezolana de manera mancomunada haga frente a la dictadura. No se puede seguir viviendo de comunicados escuetos o cartas a título personal, deben actuar y hacerlo con contundencia. El país se encuentra a la deriva y siendo la iglesia católica la institución de mayor credulidad, respeto y ascendencia en el pueblo venezolano, debe ejercer su rol histórico.
Su apostolado debe ser frontal y decisivo en la recuperación del país.
Juan Pablo II fue el principal artífice de la caída del comunismo en su natal Polonia y en gran parte de la Europa Oriental. Su ejemplo les debería servir a nuestros curas de guía e inspiración en estos momentos aciagos que vive la patria de Bolívar. No se puede esperar más, se peca por acción y omisión. Venezuela vive una dictadura moderna con manto de legalidad inaudita y la iglesia con su inacción está siendo coparticipe de ese legado criminal.
Les recuerdo que el Monseñor Rafael Arias Blanco, Arzobispo de Caracas en la época de Pérez Jiménez, escribió una carta pastoral el 1ro de mayo de 1957. Esa carta fue leída en todas las iglesias del país y sirvió para elevar la moral de la ciudadanía y darle fuerza a la disidencia. Esa carta fue determinante en el derrocamiento de Pérez Jiménez meses después.
Hace poco el Monseñor Ovidio Pérez Morales, hizo pública una carta contundente en contra de la dictadura, lamentablemente tuvo que hacerlo a título personal al no recibir el apoyo necesario del resto del clero venezolano. A estas alturas de la película eso es inaceptable.
¿Acaso desean que esa imagen atroz de nuestra patrona y el niño Jesús con un fusil sea replicada en todas las barriadas del país? No lo creo.
En su carta titulada “Presidente vuelva al Cabildo”, el Monseñor Ovidio de manera elegante pero enfática, conmina al dictador a renunciar para poder lograr la unificación del país y sanar las heridas que actualmente nos hunden en un pantano pestilente de odios, divisionismo y muerte. Con Chávez en el poder estamos condenados al fracaso y al desmembramiento del núcleo familiar venezolano.
Si la familia, como la propia iglesia lo pregona, es la base de la sociedad: ¿Cómo puede superarse y desarrollarse en paz un país dividido por su propio líder? Mucho menos cuando su proyecto totalitario y comunista va en detrimento de los propios valores cristianos y espirituales de la nación.
Para finalizar quisiera colocar un extracto de la carta personal que el Monseñor Ovidio Pérez Morales, dirigió a la nación hace unos pocos días:
“Venezuela ya no es una. Por motivos ideológico-políticos se la ha dividido, por lo menos a la mitad se le califica de apátridas. El gobierno siembre violencia cuando descalifica, injuria amenaza y discrimina. No faltan quienes, ante la galopante inseguridad, se preguntan si ella no correspondería a una política de estado, tendiente a que muerte y miedo conduzcan a una parálisis que facilitaría la sumisión de la ciudadanía”.
No se puede seguir jugando con el destino de la patria, el país debe retomar el rumbo de la cordura, la democracia y la paz. La iglesia debería apuntalar el derrocamiento de Chávez y la instauración de un gobierno provisional de conciliación nacional que incluya a los propios chavistas de bien. Dios y nuestra Santa Virgen de Coromoto nos iluminarán el camino, la transición no puede seguir esperando, hay que actuar. ¡Amén!
Cita:
“No se construye una sociedad justa sobre la injusticia. No se construye una sociedad humana, dejando de respetar al otro, y peor todavía, negándole a los seres las libertades más fundamentales”
Juan Pablo II
Roberto Olivares
Fuente: Noticiero Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario