18/5/10
Terminó mal el show de Chávez en Guayana
El nombramiento de una nueva junta directiva de la CVG fue el escenario escogido por el presidente Chávez para lanzar su engañosa oferta de "control obrero". Luego de haber llevado en la última década a las empresas básicas al desastre, al extremo de que hoy en día la mayoría está funcionando muy por debajo de su capacidad, el gobierno emprendió una operación política, organizativa, y propagandística bajo el engañoso título de "control obrero", para desplazar a los sindicatos, corporativizar al movimiento obrero, y finalmente propinarle una derrota contundente a los trabajadores y hacerlos retroceder en sus reivindicaciones.
Para intentar lavar el rostro del gobierno, el presidente Chávez insistió en que la nueva directiva de la CVG jurara luchar contra la corrupción. Según Chávez, la junta directiva había sido postulada por los trabajadores; en realidad las postulaciones salieron de mesas de trabajo tuteladas por el MIBAM y en las que participaron personas ligadas al PSUV.
Chávez también presentó un balance del Plan Guayana Socialista, según el cual los trabajadores debían participar en algunos procesos administrativos. Una trabajadora de Carbonorca señaló que los planes no se habían ejecutado en más de un 10% de lo previsto, y que la gerencia estaba en contra de cualquier tipo de contraloría por parte de los trabajadores.
Pese a esta contrariedad, el presidente continuó en la misma tónica "obrerista" y "socialista". Por momentos era interrumpido por los trabajadores, que gritaban distintas consignas. Chávez hablaba de la necesidad de la conciencia, de que los trabajadores combatieran la corrupción, que asumieran el control de las empresas y construyeran un nuevo modelo distinto al capitalista, lanzando la surrealista idea de hacer de Guayana una zona socialista (dentro de un país capitalista). Sin embargo, un nuevo tropezón ideológico sufrió el discurso presidencial cuando, ante la presión de los trabajadores, debió abordar el tema de la tercerización. Sin sonrojarse, Chávez dijo de plano que no tenía dinero para absorber a los trabajadores tercerizados, que había que combatir la tercerización pero muy gradualmente, y que la culpa del problema era de las empresas privadas que se enriquecían en su rol de contratistas, ocultando de esa manera lo que es una política de Estado para reducir costos laborales y aumentar las oportunidades de negocios y de corrupción.
"No vengan a pedirme a mí que puje para parir un dinero para acabar con la tercerización, que tendríamos que recurrir no sé a qué fuente porque es un monto bastante grande", guabineó Chávez, quien poco antes hablaba eufórico acerca de "control obrero" y "democracia obrera". Sin embargo, Chávez ordenó comprar Matesi y NorPro, dos empresas que operan en Guayana. Según el rasero del gobierno, no hay dinero para cumplir con las leyes laborales, pero sí lo hay en abundancia para pagar jugosas indemnizaciones a dueños de empresas. Extraño socialismo.
Se tambaleó fuertemente el acto cuando un grupo de trabajadores empezó a reclamar a viva voz que se les adeudaban dividendos contemplados en la contratación colectiva, a lo que Chávez respondió que no se podían pagar utilidades aunque estuvieran en el contrato, si las ganancias no eran suficientes, acusó a los sindicatos de tener vicios cuartorrepublicanos por exigir el cumplimiento de cláusulas económicas, y llegó al extremo demagógico de plantear que él no le quitaría dinero a los hospitales o a "los niños" para pagarle a los trabajadores. Durante varios minutos la tónica "obrerista" dio paso a un discurso rabiosamente antiobrero y antipopular.
El presidente intentó retomar la línea optimista y supuestamente socialista de su discurso, pero el acto ya estaba haciendo aguas. Un trabajador de una de las empresas del aluminio tomó la palabra para denunciar que tenían cuatro años sin aumento salarial, a pesar de que la productividad no había sido afectada. El presidente lo interrumpió rápidamente para decir que él no había venido a discutir aumentos salariales, qué el ya había terminado lo que había venido a hacer. Y pocos minutos después huyó por la derecha.
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