24/6/10

“Venezuela un país sin Constitución… a merced de un déspota”


“Te resumo mi parecer: Venezuela en este momento es un país sin Constitución, puesto que una persona está por encima de ella. El país está a merced de un déspota, palabra que en griego significa dueño, y millones de mis distraídos paisanos han aceptado como tal a quien está en la presidencia”, así lo expresa en una interesante entrevista, el poeta Rafael Cadenas a Elizabeth Araujo. Recientemente fue invitado de honor como nos cuenta, “al diálogo de Casa de América, en el marco de la Feria del Libro de Madrid que se llevó a cabo la semana pasada”, evento oportuno para leer algunos de sus poemas.

Rafael Cadenas anhela que los ciudadanos tomen la palabra y el derecho a interrumpir el soliloquio del déspota
“Un país sin Constitución”
Por: Elizabeth Araujo

Invitado de honor al diálogo de Casa de América, en el marco de la Feria del Libro de Madrid que se llevó a cabo la semana pasada, donde leyó algunos de sus poemas y disertó sobre los destinos de la poesía, Rafael Cadenas accedió por breves instantes antes de partir a una entrevista, lo cual no es muy frecuente que conceda.

Ocurrió en Caracas, días antes de su viaje durante un mes a España.

Su discreción, que no está hecha para los halagos y se resiste a los desatinos del periodismo que desea respuestas “para ya”, cedió sin embargo a una angustia: Rafael Cadenas está preocupado por Venezuela.

Antiguo militante de la izquierda en los sesenta y, mucho antes, activista comprometido en la clandestina lucha para derrocar la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el poeta se asoma al país con lucidez y su mirada de ciudadano se detiene ante el impacto brutal que dimana un gobernante que “pretende llevarnos indefectiblemente al siglo pasado”.

“Te resumo mi parecer: Venezuela en este momento es un país sin Constitución, puesto que una persona está por encima de ella. El país está a merced de un déspota, palabra que en griego significa dueño, y millones de mis distraídos paisanos han aceptado como tal a quien está en la presidencia”, explica, asimilando con cierta impaciencia las noticias del día.

—¿Cómo ha ocurrido en usted ese proceso de sacudimiento de las influencias estrictamente políticas e ideológicas para llegar a decantar su poesía?

—Una palabra importante resume este proceso: desengaño, al que en un poema llamo diamante, porque es lo que nos quita la venda de los ojos. Los regímenes comunistas fueron un fraude colosal, aunque todavía se pretende por aquí repetir ese experimento. Como si no hubiera existido el siglo XX con todos los horrores del totalitarismo estalinista. El fracaso del marxismo tuvo un efecto despertador en millones que creyeron en esa religión. A mí me alejó de toda ideología. De ahí mi desacuerdo con lo que este régimen se propone llevar a cabo.

—¿Fue así como erigió su propia revolución poética?

—Lo de “revolución poética” es demasiado. Yo no he inventado nada. La novedad debe escrutarse. Además en otro terreno, el de la política, prefiero la evolución, que los cambios vayan dándose mediante reformas, sin esas violencias que traen tantos sufrimientos para sus víctimas y a veces para quienes, obedeciendo, los causan. Porque el que hiere se hiere, aunque la revolución justifique todo. Esta palabra, por cierto, nunca se la oí, en el período democrático, a muchos poetas y escritores que apoyan este gobierno.

—¿Qué papel puede jugar el ser humano ante esta realidad que estamos viviendo?

—Uno nunca ha visto un ego, pero sí puede percibir sus efectos. Es un peligro cuando el ser humano, por su identificación con él, no puede objetivarlo. La desmesura del ego causa estragos donde aparezca. Puede ser en la actividad pública, en el trabajo, en el hogar. Lidiar con eso es asunto individual. Muchas dificultades en la oposición tienen que ver con ese demonio. Yo creo por ejemplo, que aquí la viveza criolla está en el poder; esa sería otra de sus manifestaciones, muy ordinaria, ciertamente, pues algunas son más sutiles. La veracidad, la sencillez, la sinceridad son buenos antídotos. Pero cuando a alguien se le suben los humos es muy difícil que se observe. La humildad, que sería otra respuesta, escasea mucho.

—Usted reclama con frecuencia en su poesía que el ser humano aprenda a no pedir ni esperar nada de la vida y no buscar ser alguien. ¿Es eso una concepción que apela a la intimidad del ser y la destrucción del ego?

—Siempre somos alguien, un ente, un animal humano. El intento de destruir el ego sería una acción de éste y más bien lo fortalecería, pero todos tenemos la capacidad de verlo, de vernos interiormente, de ver nuestras reacciones que proceden de nuestro condicionamiento, aunque ella no se ejerce mucho. Los más se identifican con sus reacciones. Ese ver no es juzgador, sino observante.

—Hay un yo muy protagónico y evidente en ciertos poemas como Derrota, Hotel, Rutina, Maniobras , entre otros

—Claro, hay muchos poemas escritos desde la primera persona. A partir sobre todo de Gestiones he procurado usar el tú, al que se dirige el que ve, suerte de otra instancia de la mente, también las otras personas y motivos que ofrece el vivir. En éste incluyo las lecturas como parte suya.

—¿Cómo es el yo, en Rafael Cadenas, en su poesía, en sus ensayos?

— Es el mismo, la diferencia la determina en cada caso, el género. Lo que se dice en un ensayo no puede pasar en la misma forma a la poesía, pero existe unidad entre ambos modos de expresión.

—¿Cuándo surge el poeta? ¿Hubo un Rafael Cadenas que se quedó oculto, amasando sueños de ser novelista o médico o ingeniero de caminos? No tengo fantasías duraderas.

—Sin saber por qué, comencé a estudiar derecho, pero al terminar el primer año me pasé a Filosofía y Letras, carreras que no se habían separado. Tampoco pude seguir porque ocurrió la huelga universitaria contra la penúltima dictadura militar esta es una redundancia ; estuve preso en la Cárcel Modelo y me expulsaron del país. Las dictaduras siempre arremeten contra las universidades libres porque son el baluarte más fuerte de la conciencia del país. En este momento, están de nuevo amenazadas por un gobierno que frente a ellas, como dije hace poco, refiriéndome a la más antigua, es un menor de edad, y además malcriado, con rasgos de barbarie, que no voy a mencionar porque están muy a la vista. Lo más lamentable es que son universitarios que están prestos para ejecutar cuanto se les ordene.

—En el caso actual considera que el Presidente ha abusado de sus funciones?

—Yo recuerdo que en la escuela primaria, a veces había un muchacho que casiqueaba a los demás, hasta que aparecía un “nuevo” o varios “nuevos” y lo paraba en seco. Eso suele ocurrir en política cuando alguien abusa del poder que se le ha concedido. Hay un trágico equivoco: el presidente de una nación es un empleado público al servicio de todos, que debe ser reemplazado si no cumple con ese mandato y se extralimite. En tal caso, los ciudadanos tienen la palabra y el derecho a interrumpir su soliloquio.
Tal Cual
16/06/2010

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