14/8/10

¿ES DEMÓCRATA EL PRESIDENTE?

Se considera demócrata un presidente cuando su legitimidad política se sustenta en su actuación en el marco del Estado de Derecho. La Constitución, que es el conjunto de leyes fundamentales, llamadas constitucionales que definen el régimen político de una nación, es la que establece la normativa institucional del Estado de Derecho. Lo contrario a Estado de Derecho es Estado Forajido, en el que se registra la concentración de los poderes en un solo individuo con la inexistencia de contrapesos en el ejercicio de la autoridad.

Invito a un sujeto a una rueda de prensa a realizarse en pro de la defensa de algunos postulados de la democracia. Me expresa su inconformidad con nuestra posición, señalándome que “ustedes están equivocados, en Venezuela, jamás un presidente ha sido tan demócrata y tolerante como este, hay que ver lo que le dice la prensa y él no ha cerrado medios de comunicación ni ha puesto preso a ningún periodista”.

Me recibe a regañadientes la invitación y, ante mi insistencia, promete asistir. No lo hace. Envía un representante que entrecomilla mi declaración en franca violación a la libertad de expresión, concediéndome la evidencia de su intolerancia. No es un demócrata, con la insolencia que le concede la transitoriedad del cargo a los minusválidos éticos, veta, silencia, censura al adversario, porque lo considera un enemigo. No un oponente político.

Es que el discurso belicista cala. Toda revolución es pre política, ante el poder de la violencia sobra el diálogo. El que no está conmigo está contra nosotros. Carece de derechos. “Porque nos da la gana y “micomandante” quiere”. Por ello la revolución se acata o se combate, considero infantil pretender dialogar con quien tiene preconcebido un modelo de sociedad, excluyente, tanto de la individualidad como de la pluralidad, cuya imposición sería a través del poder intimidatorio de la turba, que usurpa la definición de pueblo (que en su acepción más popular y conocida es gente común, trabajadora y humilde de una población), estimulada por la promesa de impunidad, y debidamente idologizada para comprometer su incondicionalidad al líder, protegida por una parainstitucionalidad ilegal, cuyo componente paramilitar, surgido de la misma turba, entrenado por traidores institucionales, pretende sustituir la Fuerza Armada, en la imposición de la fórmula ceresoliana, que execra a los partidos políticos, líder, pueblo, ejército, pero traducida a líder, turba, círculos violentos, que es la realidad oclocrática oculta bajo el manto “revolucionario”.

Lo que ha impedido o aplazado por ahora la realización de tal perversión ha sido la férrea oposición de los Medios de Comunicación que han despertado de su indiferencia tradicional a la sociedad civil, aunado a la inmensa ineptitud del Presidente, la mediocridad de sus colaboradores y la vergonzosa corrupción de sus incondicionales. Pero el peligro antidemocrático subsiste bajo un hipócrita discurso “democrático”, que se evidencia en realidad enemigo de la democracia al preconizar la “igualdad (que puede ser impuesta nivelando por debajo) por encima de la libertad”.

¿ES DEMÓCRATA EL PRESIDENTE?:

En el diario El Nacional, el político Carlos Tablante escribe: “Cuando
el presidente Hugo Chávez habla de una revolución que no aparece en el texto constitucional y lo hace de manera excluyente y amenazante. Cuando promueve la descalificación y el odio y trata a sus adversarios como enemigos. Cuando en tono irónico nos dice que gobernará hasta el 2021. Cuando le hace apología al golpe de Estado del 4 de febrero y a la actitud agresiva de Lina Ron y de algunos círculos bolivarianos, usando el odio y la ofensa en el método de su discurso, está hiriendo la democracia”.

El filósofo Eduardo Vázquez, declara:

“Hugo Chávez no es un demócrata, es un enemigo de toda sociedad organizada democráticamente, con capacidad de resistir y con capacidad de impugnar medidas de gobierno. Lo que le gusta es el poder omnímodo. La idea de acabar con Miraflores, el símbolo del poder, responde a que le molestan las instituciones. Para él la casa de gobierno debe estar en un cuartel, en Fuerte Tiuna. Le gusta el cuartel con soldados obedientes. Para él la vida verdadera es el cuartel. (…) El lenguaje de Chávez es de negación absoluta, de destrucción. Todo lo que encontró es malo, corrompido y hay que destruirlo. Dicen que ese es su estilo. No, no es su estilo; es su filosofía: la negación de la libertad de pensamiento. Los colaboradores de Chávez son estalinistas y el gobierno bolivariano es una repetición del estalinismo, que condujo a Rusia a ser hoy el país europeo con más problemas: el que tiene más mafias, más corrupción, más contaminación. Una herencia de Stalin. En Venezuela teníamos un proceso en marcha, y el lo destruyó. La solución era fortalecer las instituciones, pero prefirió destruirlas. Nada de lo que ha creado funciona, nada”.

Y el ensayista e historiador Ángel Bernardo Viso, puntualiza:

“Chávez, luego de asumir la Presidencia, siguió siendo un jefe golpista. Se ha comportado como un agitador y continuará comportándose como un agitador. Solo es capaz de percibir la realidad desde la perspectiva del agitador. Se cree un jefe de montoneras, un radical revolucionario o el Che Guevara. Es una víctima de la ideología. (…) El chavismo nunca quiso tener una Constitución. Mi tesis es que la constitución fue el instrumento para destruir la llamada cuarta república. (…) Fue diseñada para no aplicarla, para no cumplirla. (…) Es una constitución de papel. Chávez quiere convertir todas las instituciones en instrumentos de su política. El proyecto chavista es revolucionario. No lo ha podido poner en práctica totalmente, pero está en ejecución. Si lo dejamos, lo ejecuta en su totalidad. Chávez es un proyecto de fürer, y se consolida es un fürer. (…) Yo fui educado para no tolerar las tentaciones autoritarias de nadie. Chávez quiere establecer una tiranía”.

¿Y CÓMO PIENSA CHÁVEZ?

Prisión de Yare, julio de 1992: “Las fuerzas que pugnan por la transformación irán radicalizándose y asumiendo claras posiciones de lucha, obligadas por una disyuntiva de existir o perecer. Se inicia asimismo, en este lado del escenario, una acumulación de fuerzas transformadoras que van siendo encarriladas por una sola vía. La escalada del conflicto y su desencadenamiento en una guerra civil, fratricida, pero justa y legítima”.

SU REACCIÓN ANTE LA DECISIÓN DEL TRIBUNAL SUPREMO LO DEFINE:

Cuando el Mariscal Sucre presenta su renuncia formal ante el Congreso de Bolivia, le ruega a éste que le despoje de la inmunidad que le da la Constitución para que se le investigue y juzgue por su ejecutoria administra¬tiva: "...Si no se puede juzgar al Sucre Magistrado que se juzgue al Sucre ciudadano", exige en su discurso, y añade: "...Yo he gobernado; el bien o el mal yo lo he hecho; pues por fortuna la naturaleza me ha excluido de esos miserables seres que la casualidad lleva a la magistratura y que, entrega¬dos a sus ministros, renuncian hasta la obligación de pensar en los pueblos que dirigen".

El señor Hugo Chávez al enterarse de que el Tribunal Supremo había decidido derogar el artículo del Código Orgánico Procesal Penal que reservaba al Fiscal General la potestad de solicitar su enjuiciamiento, y consagraba que “aquel que tenga la condición de víctima podrá solicitar el antejuicio de mérito”, decidió, acompañado de Freddy Bernal, visitar algunos barrios de Caracas, como las Malvinas, los 70, El Topito y El Winche, y allí entre otros despropósitos inconstitucionales, declarándose en rebeldía, dijo: “Desde el corazón del pueblo les advierto a los enemigos de la Patria, a los contrarrevolucionarios que pudieran estar pensando que a Chávez lo van a tumbar, lo van a enjuiciar, lo van a sacar del gobierno, que no lo van a poder hacer porque conseguirán millones de venezolanos de pie dispuestos a defender la democracia bolivariana”.

Con esto quiere decir que su gobierno puede tranquilamente malversar los millones de dólares que le de la gana, violar la Constitución, someter a su arbitrio a los demás Poderes constitucionales, privilegiar económicamente a países extranjeros que le son políticamente afectos en prejuicio de la nación venezolana, intimidar o masacrar al pueblo que le es adverso, y no se le puede enjuiciar porque “millones” de chavistas lo impedirán”. Esta es la expresión de un oclócrata que se considera por encima del Estado de Derecho, lo que evidencia su aspiración a un Estado Forajido. No se lo permitamos. El que calla otorga. La calle es nuestra. Y la razón también.

¿SABÍA USTED QUE INTERNACIONALMENTE SE HA AMPLIADO EL CONCEPTO DE CONSPIRACIÓN?

La experiencia peruana del dúo Fujimori-Montesinos, en la cual un gobierno electo democráticamente conspiraba contra los derechos humanos y el sistema político, llevó a la expansión del concepto, señalando que la conspiración no se producía solo en los golpes de Estado, sino también por la falta de respeto generalizado a los derechos humanos y la inexistencia del Estado de Derecho.

UN DISCURSO CONTRA LA INSTITUCIONALIDAD:

El discurso de Chávez contra los partidos políticos, incluyendo a su disminuido y silencioso movimientico electorero, y la exaltación desmesurada de sus grupos paramilitares, encubiertos bajo el sofisma de “organizaciones populares de servicio social”, únicos en quien confía su destino político, es la confesión más palpable de su estructura antidemocrática.

Los pilares fundacionales de la democracia, sin excluir otros valores como las elecciones libres, que de por sí no constituyen elemento suficiente para asegurar la vigencia de la democracia; son tres: la separación e independencia de los poderes públicos (que son la garantía de la constitucionalidad y del respeto a los derechos humanos y a las libertades públicas), la libertad de expresión (que garantiza la voz de la disidencia y denuncia las perversiones del gobierno, sin leyes de desacato, ni penalización a la crítica a la autoridad ni limitaciones al acceso a la información) y los partidos políticos (que representan el puente entre la sociedad y el Estado). La evidente sumisión de los poderes constitucionales llamados a equilibrar la autoridad del poder ejecutivo y a supervisar sus ejecutorias, la persecución verbal contra la libertad de expresión, ya traducida en agresiones físicas de la turba contra medios y reporteros, y en el homicidio intencional y alevoso contra Jorge Tortoza, con la perversa intención de generar autocensura, y la destrucción de los partidos políticos, mantienen preocupada a la comunidad internacional por la democracia venezolana. El consenso es que está en peligro.

¿Y QUÉ OPINA LA OEA?:

Durante la XXXII Asamblea General de la OEA, que tuvo lugar en Barbados, el relator especial, en materia de libertad de expresión, de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, Eduardo Bertoni, expresó suscribir plenamente las conclusiones de la CIDH en su visita a Venezuela: “la falta de independencia del Poder Judicial (60% de los jueces en Venezuela son provisionales y se cuestiona la forma como fue designado el Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Ciudadano); las limitaciones a la libertad de expresión (no se puede decir que existe plena libertad de expresión partiendo simplemente del hecho de que no haya periodistas presos ni medios de comunicación cerrados); el estado deliberativo de la Fuerza Armada, el grado extremo de polarización de la sociedad (el señor Chávez gobierna para un sector de los venezolanos, el suyo), el accionar de los grupos de exterminio, la falta de coordinación entre las fuerzas de seguridad (empujadas irresponsablemente una contra otra), la poca credibilidad de las instituciones de control causada por la incertidumbre de su designación y la parcialidad de sus actuaciones (el fiscal general y el “defensor” del pueblo son ejemplos patentes. Sin dejar de mencionar a la flamante Procuradora que derivó en defensora del gobierno. ¡Qué tristeza!). Todo esto representa una clara debilidad de los pilares fundamentales para la existencia del Estado de Derecho en un sistema democrático (y le faltó la sumisión de la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional, que recibe ordenes hasta públicas del ciudadano presidente)”. Nota: Las acotaciones entre paréntesis son de Rafael Marrón González.

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