28/9/10

¡Escondan los candidatos, c....!

El que nace barrigón, ni que lo fajen chiquito. Apenas despertamos de la siniestra trampa jaula electoral chavo-castrista de darnos el 30% de la asamblea para un 52% de los votos, lo que debiera reforzar la conciencia de la imperiosa necesidad de afianzar la unidad y no dar ni un solo paso en falso picando sucio



y adelantado, y ya sale uno de nuestros imponderables dirigentes políticos a zamparnos el nombre de un gobernador de estado, obviamente militante de su misma tolda, socio y presidente in pectore para el líder en cuestión, como su carta “secreta” para el 2012.

Cree el buen hombre que el encargo está hecho, y que así como en el pasado se compraban puestos en el Congreso de la república por un suculento puñado de dólares, hoy basta con levantar el dedito con una urna electoral bajo el brazo para imponernos voluntades espurias. Dos crasos errores. Para la crisis que tenemos y la gigantesca misión que nos espera, se requiere cultura, formación política, generosidad de alma y espíritu, grandeza moral y una capacidad de unir voluntades como no se las tuviera en el pasado. Quien cumpla con ese perfil no saldrá de la chistera de un secretario general de un partido: deberá ser electo en primarias por el pueblo. Y es esencial que no embadurnemos esas primarias soltando nombres al voleo como quien tira arroz en la boda de la hermanita.

Es el momento de enseriarnos. Si así lo hubiéramos hecho hace unos meses, y no hubiera arrancado esta carrerita de carajitos ensacados, hubiéramos apostado a una sola tarjeta y un listado de eximios candidatos escogidos por primarias a lo largo y ancho del país. Hoy no tendríamos tan solo el 52%. Rondaríamos el 60. O más. Y la unidad estaría blindada. No como lo está al día de hoy, en que ya comienza la soterrada guerra a cuchillos. No comencemos a comprar la docena de vacas con el jarrón de leche en la cabeza.

Hubo un tiempo en que ser joven y predicarlo como el colmo de las ventajas rendía buenos frutos. La cosa ha cambiado. La Nación reclama madurez, densidad, temple y solvencia intelectual. Y sobre todo generosidad. De allí que el país nos pida a gritos que nos comportemos, sepamos separar la paja del trigo, metamos las cabras en el corral y busquemos afanosamente construir el gran frente político con el que superaremos a la MESA y ganaremos las próximas elecciones.

Dejemos la desesperación. Un poquito de aplomo. Que del apuro sólo queda el cansancio.

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