Ana Julia Jatar, con la brillante precisión que la caracteriza, lanzó una interesante propuesta a la MUD en artículo publicado en El Nacional del pasado sábado. La trascendencia de la misma debe ir mucho más allá, canalizada y relanzada por todas las fuerzas motrices del país, políticas o no, para que tenga el impacto debido.
Nos recuerda varias cosas, entre otras los antecedentes de su iniciativa tomada hace más de dos años, las premisas de la misma y los soportes referenciales obtenidos de testimonios de especialistas internacionales. Se parte de la base de que si un gobierno totalitario incurre en deuda para fortalecerse y perpetuarse como tal, al margen de las necesidades de los gobernados, la convierte en deuda “odiosa” que sería obligatoria para el régimen que la asume pero no para la nación como un todo. Esa deuda estaría condenada a desparecer con el fin del régimen.
Propone, en consecuencia, una seria declaración declarando ilegítima “la nueva deuda externa que emita el gobierno venezolano para, de esta manera, alertar a los potenciales prestamistas internacionales de que el país no tiene la obligación de pagarla luego de la salida de Chávez”. Extraordinaria propuesta. Quizás podría agregarse que de la deuda existente, sólo será reconocida la que se ajuste plenamente a Derecho, adquirida conforme a las normas nacionales e internacionales para lo cual debe adelantarse, desde ahora, la revisión integral de las obligaciones pendientes y de las “donaciones” a granel hechas o por hacer, del actual régimen con dudosos soportes institucionales.
El tema adquiere mayor trascendencia cuando el país se destruye gracias a la ineficacia y a la corrupción reinante. Nada funciona bien en Venezuela. Retrocedemos en todos los campos. Todo indica que mientras este régimen exista caminaremos para peor. La libertad está restringida para hablar y para actuar. La propiedad desaparece entre coartadas y mentiras. El aparato productivo privado está en el suelo. La seguridad de las personas y de los bienes es inexistente gracias a la impunidad de las estructuras reinantes del crimen organizado. Matan al constitucionalismo y el ciudadano común, las personas naturales y jurídicas están desamparadas sin ley ni orden, ni instancias para hacer valer sus derechos progresivamente vulnerados. Con un cuadro así es una criminal traición el masivo endeudamiento externo del régimen para fines distintos al bienestar colectivo. También la descapitalización de activos de la República. Si a todo ello agregamos el irresponsable gasto militar y el delirio jaquetón de convertirnos en potencia nuclear y atómica, es fácil concluir que la patria está en serio peligro. La amenaza un problema de alta psiquiatría.
No sabemos que puede pasar desde ahora hasta las elecciones. Pero debemos ubicarnos en los peores escenarios, porque el tipo es capaz de cualquier locura para mantenerse en el poder. Si no se dan, bendito sea el Señor, pero si llegan a darse, que el sorprendido sea él y no nosotros.
oalvarezpaz@gmail.com
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