24/10/10

¿Una pobreza armada?


PORTACHUELO/René Núñez

¿Una pobreza armada?

América Latina no viene cumpliendo con las metas del milenio para reducir la pobreza. Y no la podrá cumplir mientras no termine de entender que la solución pasa por una economía productiva fuerte y sana, capaz de generar empleos directos e indirectos duraderos y estables. La fórmula, pasa a su vez, por cambiar una cultura política parasitaria y populosa por una libre, creativa e independiente donde el ciudadano con su conocimiento e ingresos forje sus propios destinos con apoyo del Estado y los gobiernos de turno, facilitadores de progreso y desarrollo.

El gobierno se debe a los ciudadanos y no los ciudadanos al gobierno. Los mayores compromisos de éste con el pueblo son, entre otros, garantizar la educación, la salud, la seguridad social, además de convertirse en el principal propiciador de ambientes económicos favorables para las inversiones de capital productivo sano.

Las características de la pobreza son: analfabetismo, exclusión de oportunidades de trabajo, bajos ingresos para cubrir las necesidades básicas; condición social muy fácil de explotación política por demagogos, narcotraficantes, delincuentes, etc. Los pobres de la región sólo se les recuerda en procesos electorales; el resto del tiempo "Salvase quien pueda".

Los mandones de oficio alcanzan el poder para servirse a sí mismo y no para servir a la gente, les preocupa poco si los pueblos que gobiernan carecen de viviendas, de educación, de instituciones sanitarias, de alimentos y de protección social integral estatal.

La integración en la región para el combate a la pobreza se ha convertido en un pretexto político discursivo, rico en buenas intenciones pero pobre en resultados; esto se explica porque los gobiernos suelen anteponer la relación económica ante la dignidad de los pueblos. Si bien es cierto que ésta ha sido muy bien aprovechada por los gobiernos más vivos e inteligentes, no es menos cierto que unos la han utilizado para enriquecerse en lo personal y lo familiar. Hay otros, como el nuestro, la ha visto de manera diferente, como una oportunidad ideológica de vender un proyecto hegemónico continental fracasado comprando conciencia a cambio de apoyo y lealtad al mismo.

La realidad es que América Latina sigue en deuda con sus nacionales. Desde México hasta la Patagonia la pobreza está presente, a pesar de los avances económicos alcanzados por algunas naciones como Brasil, México, calificadas como economías emergentes. En Brasil hay más de 50 millones de excluidos sociales, una cifra parecida la hay en México.

¿Y Venezuela? ¿Dónde estamos?

Cada uno de los venezolanos conoce su propia realidad socia-económica. No hace falta discurso o propaganda para apreciar la devaluación progresiva de nuestro poder adquisitivo. Somos testigos existenciales de la destrucción progresiva de la economía privada, de la alta inflación, de la desmejora de los servicios de seguridad del Estado, de la impunidad judicial, de la descarada corrupción pública, de la precaria atención sanitaria en general, de la baja calidad en la educación pública, de la aparición por todos lados de venezolanos pidiendo comida, medicina, ropa o dinero, y de un fenómeno "in crescendo" del desempleo, donde el 20% de los desocupados son jóvenes técnicos y profesionales.

Resumiendo, nuestra economía cada vez es menos productiva, con una clase media reducida a la mínima expresión, con unas instituciones democráticas desmanteladas, sin autonomía e independencia, con amenaza permanente de ser sustituidas por poderes comunales al mero estilo comunista; una nación cada día más dependiente del extranjero en lo económico, en lo financiero, en científico y tecnológico; para desgracia, hasta la toma de decisiones de estado depende de un país extranjero.

Estamos mal y vamos para peor. Nadie que tenga juicio racional puede estar de acuerdo con el estilo y el esquema ideológico que el gobierno nos viene aplicando desde hace doce años; tratando al Estado como una propiedad privada que puede disponer y utilizar a sus caprichos e intereses, desvalorizando normas básicas universales de convivencia social, pretendiendo hacer creer a todos de que sólo bajo la conducción del socialismo del siglo XXI es posible superar la pobreza y alcanzar la mayor suma de felicidad social. Empero, los resultados indican todo lo contrario. Un gobierno totalmente militarista, menospreciador de lo civil. Las expropiaciones un ejemplo de ello, por cierto la deuda acumulada por este concepto se estima por el orden de los 25 mil millones de dólares; las propias inversiones en armas y equipos de guerra es otro (11 mil millones de dólares). Entre tanto, las empresas de Guayana, todas juntas, requieren de menos de 10 mil millones de dólares para reflotarla y ponerlas en condiciones mínimas operativas competitivas (así las compren los chinos, los rusos). Mientras Sebastián Piñera, presidente de Chile emprendió una gira a Francia, Inglaterra y Alemania en búsqueda de negocios favorables para su país, el nuestro visita a Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Irán y Argelia, que poco tienen que ofrecernos en calidad. Desde Rusia nos informan de la venta de 37 tanques militares y una planta productora de energía nuclear. Desde Bielorrusia, Lukashenko nos agradece por haberlos ayudado salir de la crisis económica ese año, no contento con la gratitud Chávez le garantiza suministro de petróleo por 200 años.

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