Estos cincuenta personajes son mis candidatos predilectos a integrar la caravana de los culpables por haber hundido en el fango el nombre de la República. Encabezados, naturalmente, por el flautista de Sabaneta, el que los está llevando a todos con el sortilegio de su flauta mágica, cual cuerda de ratas, al pantano de la vergüenza. No son los únicos. Será el comienzo. Porque la lista es larga.
Pedro Lastra
LOS QUE IRÁN PRESOS
Que me perdonen aquellos estrategas de la MUD que consideran que debemos pasar tan agachados como podamos y no hacer olitas, para pillarlos dormidos. O para facilitar sus contradicciones y poner bajita la talanquera, de modo que los que puedan y están que no aguantan un pedido se vengan haciéndose los pendejos. Yo les cantaría a esos estrategas el son cubano aquel que dice: óigame, compay, no deje la calle por coger la vereda. Creo, por el contrario, que no hay que darles respiro, retratarlos de cuerpo entero y fotografiarlos junto a Walid Makled, el que los enriqueció. Pero el que tenga que ir preso, que vaya preso.
Los 15 del millón de dólares mensuales, desde luego. Dados de baja, arrancadas sus charreteras y expulsados del cuerpo ojalá en un juicio sumario celebrado en el patio de la Academia Militar. Y de allí directo a Ramo verde. Son los primeros, porque han traicionado a la patria, ofendido al cuerpo y deshonrado una consigna que pertenece al acervo nacional: “el honor es su divisa”. Los otros 25, los amigotes del cheque bajo cuerda y el atado de dólares por interpósito sujeto, a poner sus barbas en remojo. Tendrán que demostrar con pruebas fehacientes que no se embolsicaron ni un narcodólar. ¿Posible? Para eso son los juicios de responsabilidad civil y militar, exactamente como los juicios de residencia en que terminaban todos los funcionarios coloniales: para rendir cuenta minuciosa, prolija y detallada de sus funciones.
Como el grave problema, ya entrevisto por Carlos Marx cuando se preguntaba en sus famosas tesis sobre Feuerbach por quién educa al educador, debemos preguntarnos por quién juzga a los jueces. Pues el segundo pelotón de los que irán presos tiene que ver con aquellos que han permitido y legitimado con sus juicios amañados y el montaje de esta monstruosa maquinaria de la justicia del horror chavista a Walid Makled y su inmundicia corruptora. ¿Cómo es que aparece con un carnet de la magistratura a su nombre firmado por un juez llamado Eladio Aponte? ¿Ha dado alguna explicación el tan mentado y famoso juez? ¿Lo ha llamado a terreno la señora ciega, sorda y muda que preside el TSJ? ¿Ha dicho tan siquiera una palabrita la señora que regenta la Fiscalía General de la República? ¿Existe Clodosvaldo Russian o yace como la princesa durmiente en algún sarcófago de cristal en los jardines de La Casona? ¿Dónde aparece y desaparece la otra señora, ésta dizque defensora del pueblo?
El mundo aplaudirá cuando el ex vicepresidente de la república, ex fiscal general y actual embajador ante SM Juan Carlos I de España – famoso por su inolvidable “¡POR QUÉ NO TE CALLAS!” – el poetizo de tan triste recordación que más vale omitir su nombre, de cuenta ante ese mismo tribunal supremo, en un juicio transmitido en vivo y en directo, deba responder por su manojo de tropelías, montajes e ignominias que terminaran con la vida de unos, la cárcel y el destierro de otros. ¿O creen estos togados de la vergüenza que la historia se detuvo y nada ni nadie los llevará al estrado?
Estos cincuenta personajes son mis candidatos predilectos a integrar la caravana de los culpables por haber hundido en el fango el nombre de la República. Encabezados, naturalmente, por el flautista de Sabaneta, el que los está llevando a todos con el sortilegio de su flauta mágica, cual cuerda de ratas, al pantano de la vergüenza. No son los únicos. Será el comienzo. Porque la lista es larga.
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Alberto Rodríguez Barrera
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