POR:MARIANELA SALAZAR.
El Presidente está asustado por las implicaciones del caso Makled. Sabe que Colombia entregará al capo de la droga a Estados Unidos, que tiene prioridad porque el FBI lo solicitó antes que Venezuela.
Sabe que Makled seguirá incriminando a figuras de su entorno, colaboradores y a militares con posición de mando. Piensa que su salida del poder será a través de una operación similar a la que sacó al general Noriega de la Presidencia de Panamá. Está mortificado ante la posibilidad de ser procesado en Estados Unidos o en una corte penal internacional, como se ha propuesto Diego Arria, que sí sabe de enjuiciamientos a dictadores en La Haya porque es su especialidad. Por eso desde La Habana dice que los gringos se lo quieren llevar para hacerle un juicio penal. Chávez está asustado y cuando se asusta abre fuegos, le ordena al jefe del Comando Estratégico Operacional, el segundo en la línea de mando de la Fuerza Armada, el general incondicional Henry Rangel Silva, que dispare a mansalva contra la oposición, comprometiendo la institucionalidad, al asegurar que desconocerán un triunfo de la oposición en las elecciones presidenciales de 2012. El efecto en lo interno del estamento militar es de repudio; Rangel Silva goza de pésima reputación por estar indiciado en Estados Unidos en el tráfico de drogas y suministro de armas a las FARC. Fuentes de inteligencia aseguran que Rangel Silva también planifica acciones para amedrentar a personalidades políticas y empresariales, además de manejar un grupo muy bien entrenado en violencia urbana. Una vez más, Chávez se equivoca al escoger el emisario para dictar pautas en la Fuerza Armada. No hay tal lealtad del grueso del componente militar, con la revolución, salvo en un número cada vez más reducido de generales corruptos. Las declaraciones del general Rangel Silva surgen cuando los militares comenzaron a perderle el miedo a Chávez, quieren deslindarse de su gobierno, no quieren estar relacionados ni con los narcoterroristas de las FARC, ni con la banda terrorista vasca ETA (según cifras que maneja el DIM son 49 los etarras que viven en Venezuela), ni con las mafias multinacionales cubana-rusas y mucho menos con iraníes. La mayoría en el alto mando está en desacuerdo con el socialismo del siglo XXI y muchos de los nuevos generales afirman: “Estamos muy callados pero alertas, no queremos comprometernos con este gobierno”.
Tic tac
El caos y el despelote reinante en el Metro de Caracas puede ser la chispa que encenderá la pradera. Esa obra civil que fue orgullo para los ciudadanos y gobiernos democráticos de la llamada cuarta república se encuentra prácticamente en ruinas, debido a la incompetencia e indiferencia del gobierno militarista de Hugo Chávez, que prefiere regalar casas a Cuba y la República Dominicana, aviones Mirage a Ecuador o refinerías a Nicaragua, pero es incapaz de invertir ni de dar mantenimiento al Metro de Caracas. El Presidente está avisado por el alto mando que un colapso en el Metro puede producir una explosión social similar al Caracazo. Se han disparado las alarmas, al colapsar el Metro se sentirá la onda expansiva en el precario servicio de transporte público de la capital. No será fácil declarar la emergencia sin bajar las santamarías. Estamos a un tris de un estallido social ocasionado por el Metro ¿diciembre, enero, febrero? y la Fuerza Armada tendrá que intervenir.
Pero el Presidente no está seguro de cómo reaccionará la oficialidad en desacuerdo con su proyecto.
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