23/1/11

Venezuela: el test del autoritarismoLa Asamblea Nacional de Venezuela ha otorgado al presidente Hugo Chávez pleno poder para gobernar por decreto dura

La Asamblea Nacional de Venezuela ha otorgado al presidente Hugo Chávez pleno poder para gobernar por decreto durante los próximos 18 meses. La denominada “Ley Habilitante” autoriza al presidente de la República a que dicte decretos con rango, valor y fuerza de ley.

Aunque el poder legislativo es dominado por la mayoría oficialista del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), la ley se aprueba pocos días antes de que asuma la nueva Asamblea Nacional elegida en septiembre pasado, y en la que el chavismo no tendrá mayoría especial. Sugestivamente, la duración de los poderes especiales se extiende hasta mediados de 2012, año de las elecciones presidenciales.

En términos prácticos, el suicidio político del máximo órgano legislativo hace del país sudamericano una dictadura, una “dictablanda” o una “democradura”. Poco importa el nombre. Como advierte la máxima shakesperiana: “una rosa, con cualquier otro nombre, olería igual”. La esencia del problema es el recorte de libertades y derechos individuales y el avasallamiento de los principios fundamentales de la representación popular. Que se haga en nombre del "socialismo del siglo XXI" es irrelevante; así como los argumentos de los que derrocaron al presidente hondureño Manuel Zelaya, no los eximían en absoluto del hecho inobjetable de que habían dado un golpe de Estado.

En América Latina ya no hay dictadores patrimonialistas del estilo de los Somoza o los Trujillo, ni los “burocráticos autoritarios” de los años 70. Pero el impulso autocrático está presente, aunque se disfraza bajo aparatos de movilización y propaganda para confundir y desorientar bajo consignas atrayentes, sean de derecha (orden, seguridad) o de izquierda (redistribución, igualdad).

En términos prácticos, el suicidio político del máximo órgano legislativo hace del país sudamericano una dictadura, una “dictablanda” o una “democradura”.

Para ver a través de la cortina de humo, propongo retomar las cinco preguntas que el gran político inglés Tony Benn propone hacerle a los poderosos:

1.- ¿Qué poder tienes? La norma faculta al Ejecutivo para decretar en todas las áreas funcionales: sistema socioeconómico, financiero y tributario, infraestructura, transporte y servicios públicos, vivienda y ordenación territorial, seguridad ciudadana y jurídica, defensa y cooperación internacional. Además de concentrar el poder público en el Ejecutivo, Chávez controla el poder económico a través de la petrolera estatal Pdvsa y el poder militar a través de la alianza con las Fuerzas Armadas.

2.- ¿Cómo lo conseguiste? Aquí el punto es ver la legitimidad de origen de un gobierno, para esclarecer casos como el de Honduras que ya mencionamos. El poder fue tomado por la violencia o por los votos? Para Venezuela, las preguntas suelen centrarse sobre la transparencia de las elecciones y el nivel de libertad de las fuerzas de oposición para llevar a cabo su campaña. Aunque en Venezuela hubo en septiembre pasado elecciones libres y competitivas, la “Ley Habilitante” anula de facto el resultado de las mismas. En vez de cerrar el juego democrático con un golpe, el chavismo deja que se juegue el partido. Pero cuando no le gusta el resultado, se lleva la pelota.

3.- ¿En interés de quién lo ejerces? No para quién se dice que se ejerce, sino en la realidad a quiénes benefician las políticas públicas. Un gobierno “popular” y que hace las contorsiones más extravagantes para silenciar la voluntad popular, en el mejor de los casos da señal de una grave contradicción interna; y en el peor descubre su aspiración dictatorial.

4.- ¿Ante quién respondes? Cuando no hay un sistema efectivo de frenos y contrapesos, entonces el poder se vuelve absoluto (y así, como recuerda Lord Acton, “corrompe absolutamente”). El control sobre la administración pública no es un fin en sí mismos sino un instrumento para asegurar la igualdad y la justicia. Chávez ha vulnerado todos los posibles controles: acumulando la división de poderes, obstaculizando el accionar de partidos políticos de oposición y cercenando la libertad de la prensa y los medios de comunicación.

5.- ¿Cómo podemos librarnos de ti? Esta es a la vez pregunta a los poderosos y advertencia a los pueblos, para que no acepten la farsa de que un gobierno que los oprime, en defensa de la civilización occidental y cristiana o para construir el paraíso de los trabajadores. Cuando el líder de la patria falle -y fallará más tarde o más temprano, como han fallado todos en la historia- el pueblo descubrirá con horror que en realidad no cuenta con la capacidad de decidir sobre su propio destino. Verá que ha sido esclavizado y que le ha gustado. Y a quienes no les guste, se enfrentarán a la cara dura y represiva del régimen; lo que queda cuando se haya desmontado la última pieza de la democracia que no supieron defender.

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