6/2/11

EL MARQUÉS DE CASTRO RUZ Y EL TUFO LETAL DE LAS IZQUIERDAS

Es el tufo letal de las izquierdas pasadas, presentes y futuras. Cargan con el peso de una tradición levantisca y alebrestada que han terminado relegando al reservorio de los matones, golpistas y autócratas socialistas del Tercer Mundo – que llevan el mismo nombre y el mismo apellido que ellos, pero que no son más que los hijos bastardos del socialismo democrático. Sus bastardos.
Es el tufo letal de las izquierdas pasadas, presentes y futuras. Cargan con el peso de una tradición levantisca y alebrestada que han terminado relegando al reservorio de los matones, golpistas y autócratas socialistas del Tercer Mundo – que llevan el mismo nombre y el mismo apellido que ellos, pero que no son más que los hijos bastardos del socialismo. Sus bastardos.
Antonio Sánchez García

EL MARQUÉS DE CASTRO RUZ
Y EL TUFO LETAL DE LAS IZQUIERDAS

Treinta años tardó la Internacional Socialista en descubrir que Hosni Mubarak era un autócrata y que su partido socialista, que ha estado sesionando estas tres décadas en las Asambleas anuales de ese organismo sin ser tocado ni con el pétalo de una rosa por su directiva o por los otros partidos socialdemócratas afiliados, no merece seguir perteneciendo a esa Internacional, en la que un día brillaran Olof Palme, Willie Brandt y Carlos Andrés Pérez. Y un poco menos – la friolera de 23 años, toda una generación – en descubrir que también el déspota tunecino y su partido de uso estrictamente presidencial, también lo eran y debían ser expulsados. Provoca recordar el refrán tan caro a Luis Herrera Campins: tarde piaron pajaritos.

¿Para qué ha servido la izquierdista Internacional Socialista en estos últimos treinta años que no sea para alimentar a su burocracia y mantener la ficción de que el socialismo democrático todavía corta algo de tela en el panorama mundial? Seamos sinceros: práctica y absolutamente para nada. Pura representación. O legitimación avergonzada de neo dictaduras izquierdistas o autocracias de nuevo cuño, como las dejadas por el colonialismo en África y el Oriente Medio. Y ello por un motivo elemental: columpiándose entre los socialismos democráticos desarrollados, que de socialistas no tienen más que el nombre, – Suecia, Alemania, Noruega, Francia y los restantes países del primer Mundo, capitalistas hasta la médula – y el socialismo pedestre y alebrestado, todavía pegado al viejo izquierdismo de la Tercera Internacional, al comunismo, al castrismo y a preconceptos anteriores a la Guerra Fría, la Internacional Socialista constituye un pegoste que pinta con la derecha lo que borra con la izquierda.

¿Qué tiene que ver un socialista sueco con uno chileno, argentino o uruguayo, que hacen vida marital en esas pomposas asambleas celebradas en Paris o en Nueva York, en Guatemala o en Londres? Salvo la esquizofrenia de esas izquierdas europeas, tipo Rodríguez Zapatero o la Sra. Trinidad Jiménez,

que se derriten por Fidel Castro y Hugo Chávez, situados lejos, bien lejos de sus feudos primer mundistas, pero que en sus países no permiten convivir con aquellos que Castro y Chávez adoctrinan, entrenan y financian para que cometan sus crímenes, no tienen en realidad la más mínima auténtica comunidad de intereses.

El caso de la ETA y el PSOE es paradigmático. El del socialista José Miguel Insulza, que lleva siete años haciéndose el pendejo con las autocracias socialistas en la OEA, otro tanto. Llegó al extremo de auspiciar el retorno de los ensangrentados hermanos Castro al seno de una Organización que en un momento de máximo decoro los expulsara con vientos frescos.

Es el tufo letal de las izquierdas pasadas, presentes y futuras. Cargan con el peso de una tradición levantisca y alebrestada que han terminado relegando al reservorio de los matones, golpistas y autócratas socialistas del Tercer Mundo – que llevan el mismo nombre y el mismo apellido que ellos, pero que no son más que los hijos bastardos del socialismo democrático. Sus bastardos.

El socialismo español es la caricatura de esta esquizofrenia maquillada de mala conciencia. El matrimonio Jiménez Zapatero debe cargar en brazos con sus bastardos latinoamericanos, mientras en Venezuela, en Nicaragua, en Bolivia, en Ecuador, pero por sobre todo en Cuba campean autocracias dictatoriales con las que, de seguir con fidelidad los preceptos de un auténtico socialismo democrático, debían haber roto relaciones hace muchísimo tiempo.

Mucho más consecuente el Rey Juan Carlos, que en un rasgo de auténtica realeza ha condecorado a Mario Vargas Llosa con un título nobiliario. Que ni él ni el Nobel asumen más que como un gesto de reconocimiento, sin otras consecuencias que la honra metafórica de merecerlo.

Estoy cierto de que jamás el sanguinario socialista cubano será honrado con el marquesado de Castro Ruz. Así Trinidad Jiménez se derrita ante la sola idea de compartir un momento de solaz con el tirano del Caribe en alguna de las prisiones de Varadero.


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