La inmundicia moral de este rastrero personaje de la comedia criolla no podía dejar la OEA sin mostrar el bojote. De modo que se despide hundiendo sus garritas en el hambre y la desesperación de unos muchachos heroicos, esos sí de pelo en pecho y con suficientes agallas como para no arredrarse y enfrentar la tiranía. Si es que es recordado lo será por su infamia. Que en el infierno se pudra, el patito feo.
Luis Fernández Moyano
EL PATITO DE LA OEA
MUESTRA SUS UÑAS PINTADAS
¡Qué horror! ¡Unos estudiantillos de la ultraderecha tratando de ensuciar el buen nombre de mi adorado comandante presidente con una huelga de hambre! ¡Jamás, jamás, jamás!
Con esas escandalizadas expresiones de inverecundia se le vio encolerizarse al ex copeyano, ex discípulo y protegido de Arístides Calvani, Roy Chaderton. Tan prosopopéyico nominativo no debe llamarnos a engaño. Como todos o casi todos los que cojean de la misma pata, Chaderton no es inglés ni procede de monárquica familia, así copie sus gestos. Se traviste de tal para encubrir los andrajos.
Fue un lameculos de todos los gobiernos de la cuarta. Durmió en consulados y embajadas con Caldera, con Pérez, con Herrera, con Lusinchi, otra vez con Pérez, con Octavio Lepage, con Ramón Jota Velásquez y Rafael Caldera. Para descubrir, ya al borde de su menopausia diplomática, que era un ferviente revolucionario y admirador in extremis de la godarria rojo rojita y sabanetera.
El mundo diplomático lo desprecia por arrastrado, jalabolas, hipócrita, cínico, coprófrago y aprovechado. Se aguantó durante toda su vida sus más íntimos y ocultos secretos hasta que los sacó del closet: Roy era y siempre fue un auténtico Ché Guevara en miniatura, un Lenin de poster, un Stalin de yeso pintado. Más rosado que rojo rojito. Por lo que decidió teñirse de rojo Rita Hayworth para escalar el ansiado pedestal y coronarse canciller de la república.
Al régimen le ha venido de perillas el personaje. Nadie puede achacarle ambigüedades al chófer de metrobus, pariente lejano de Ahmadinejad, que ha venido a reemplazarlo al frente de la casa amarilla. Pero Chaderton, cortesano al fin y experto en genuflexiones, secretos de alcoba, traiciones y otras linduras propias del mundo de la ambigüedad diplomacia, se convirtió en hombre – es un decir – esencial de las ambiciones expansionistas del amo en la OEA.
La inmundicia moral de este rastrero personaje de la comedia criolla no podía dejar la OEA sin mostrar el bojote. De modo que se despide hundiendo sus garritas en el hambre y la desesperación de unos muchachos heroicos, esos sí de pelo en pecho y con suficientes agallas como para no arredrarse y enfrentar la tiranía. Si es que es recordado lo será por su infamia. Que en el infierno se pudra, el patito feo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario