POR:GEN CARLOS PEÑALOZA.
Ni el dispositivo creado para disimular la ignorancia de los ministros impidió que en la interpelación se pusiera en evidencia la entrega de nuestro petróleo en las negociaciones secretas con China y Rusia.
De la interpelación parlamentaria me siento obligado a comentar la actuación del Ministro de la Defensa, general Carlos José Mata Figueroa. Antes de hablar se notó tenso y molesto. Al tomar la palabra disimuló su aprensión con agresividad. Su lenguaje corporal era elocuente.
Sobre la compra de armas su argumentación fue endeble. Es cierto que desde que Lusinchi aprobó el plan de adquisiciones, a raíz de la incursión de la corbeta colombiana “Caldas” en aguas venezolanas, no hubo compras mayores y por tanto el apresto operacional no era adecuado. Pero la cantidad adquirida fue excesiva, se endeudó la Nación a largo plazo, se entregaron activos vitales y se le otorgó el control de las FAN a los cubanos. Todo esto era innecesario y por supuesto muy dañino para Venezuela.
Necesitamos armas para defender el petróleo. Pero la hipótesis según la cual Estados Unidos nos acecha para invadirnos es fantasiosa. Para los gringos no tiene sentido invadir Venezuela para tomar pozos desde los cuales reciben menos del 5% del petróleo que consumen. Ya están produciendo más de esa cantidad en combustible en base a etanol y otras fuentes de energía renovable. Los barriles que Venezuela les ha dejado de vender los están comprando a menor precio a los chinos y cubanos intermediarios, sin meterse en una guerra que los pondría en ridículo a nivel mundial.
La prioridad norteamericana está en el Medio Oriente. Nuestras reservas son enormes pero tomarán décadas en desarrollarse y requieren inversiones descomunales. Venezuela no tiene ese dinero, porque Chávez lo ha derrochado o malversado, o lo que se quiera pensar. Los inversionistas chinos, rusos, etc. se llevan lo que estamos extrayendo, pero no invertirán hasta imponernos condiciones peores que las que teníamos con los gringos. Eso lo están arreglando en contratos secretos. Sólo se sabe que los chinos y cubanos reciben crudo a precio vil y lo revenden a precio de mercado a los americanos. Los rusos se cobran las armas tomando a precio de gallina flaca nuestras acciones en la Veba Oíl de Alemania y recibiendo sin pago una parte de la faja del Orinoco.
Los aviones, tanques, submarinos, fusiles, etc. que se acaban de comprar no son para defendernos del Imperio, al cual esos equipos no le causarían ni un rasguño. Son para comprar complicidades internacionales, cobrar comisiones que aquietan a los generales y ministros que hacen lobby, alimentar los perros de la guerra y lo más importante: disuadir al pueblo de cualquier acción enérgica contra el régimen.
Sobre la explosión de Maracay, el ministro Mata señaló que “los militares no perdieron casi nada”. Si esa catástrofe no dejó miles de muertos fue porque la munición estaba vencida y por eso explotó sólo parcialmente. Hubo falta de profesionalismo militar, delitos por omisión y desprecio por la seguridad del pueblo. El mismo Chávez dijo que “un solo muerto son demasiados muertos”, pero para el ministro eso es “nada”.
Mata Figueroa mostró orgulloso las instalaciones donde se está guardando el material de guerra ruso, lugares que ni los militares venezolanos conocen. Lo que no dijo es que esos depósitos fueron construidos por cubanos, quienes controlan el acceso y la entrega de material. Esto indica que ni Chávez ni Fidel confían en los militares venezolanos. Algo parecido hacía Pérez Jiménez quien mantenía a los batallones solo con la carga básica de munición.
El general Mata, graduado en 1979, fue un oficial promedio que ocupó el puesto 33 de 93 de su promoción. Es uno de los primeros productos de la logia formada por Chávez cuando fue instructor de cadetes. Mata hizo un curso de operaciones especiales en los Estados Unidos del que fue retirado antes de graduarse. En ese grupo es el primero en acceder al Ministerio de la Defensa. Tal vez por ello su talante despectivo y altanero frente a la Asamblea Nacional. En algunos pasajes tomó posiciones claramente partidistas, violando principios constitucionales.
Al final, Elías Jaua comentó orgulloso: “Ahora los militares tienen derecho a hablar”. En el pasado los militares hemos hablado ante el Congreso. Lo hacíamos con el respeto debido a la representación de los ciudadanos y a los poderes públicos, porque éramos obedientes a la Constitución.
El ministro no pudo ocultar su angustia por la erosión del apoyo popular del Gobierno. Con resentimiento y pese a la mordaza que le deben haber impuesto admitió que los militares sienten el rechazo y desprecio de sus compatriotas. Este descrédito, que aumenta las filas de resistencia, no está dirigido a todas las fuerzas armadas sino a sus jefes que han traicionado la constitución y vendido su alma a Fidel. El ejemplo de Egipto tiene preocupados a los generales. Ellos saben que al igual que en el país de los faraones, el ejército venezolano no va a asesinar a sus compatriotas. Ningún ejército puede derrotar a su pueblo para robarle su libertad.
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