Los golpistas intentaron matar al Presidente y a su familia
- Chávez fue sobreseído por el delito de rebelión, pero sigue sin ser juzgado por magnicidio frustrado y asesinato igualmente frustrado de los miembros de la familia presidencial
El pasado 4 de febrero, se cumplieron 19 años del intento de asesinato de Carlos Andrés Pérez, esposa, hijos y nietos, por parte de Hugo Chávez.
Los hechos han estado ahí, a la vista del público, pero para quienes no los quieran ver o sufran de desmemoria celestina, nunca está de más refrescarlos.
Nos enseña un abogado amigo, la diferencia entre tentativa de homicidio y homicidio frustrado.
Tentativa es cuando alguna persona se propone a cometer un delito – en este caso, Chávez- pero antes de completar todas las acciones necesarias, desiste de su propósito. La figura del delito frustrado es más grave, porque en tal caso, el agente hace todo lo necesario para cumplir su propósito, pero este último no llega a concretarse por una circunstancia ajena al homicida: el asesino, premedita, planifica, apunta y dispara contra su víctima, pero esta se salva milagrosamente porque, por ejemplo, la bala rebota de una medallita de la Virgen del Carmen que tenía en un sudario.
Advertirán los lectores que el 4 de febrero de 1992, Chávez y sus compinches, hicieron todo para matar a CAP y familia, solo que por circunstancias ajenas a la voluntad de semejantes malhechores no pudieron consumar los homicidios.
Detalles del magnicidio y asesinato frustrado
Oigamos el testimonio de Carolina Pérez Rodríguez, hija del entonces presidente de Venezuela, inserto en la excelente investigación de Mirtha Rivero, “La Rebelión de los Náufragos”: “Yo, lo que nunca entendí fue la violencia con que esa gente atacó (a “La Casona” residencia de la familia presidencial). De verdad, verdad. No entiendo por qué siguen después de que mi papá se va. No sé si es que creían que con esa violencia la gente iba a rendirse más rápido, no sé… Y gracias a Dios y a la corrupción que había (y ahora más, anotamos nosotros) que de los morteros que lanzaron casi no estalló ninguno. Porque si no, aquello hubiese sido un desastre. Con el mortero que cayó en el techo de la capilla, se hubiera volado la mitad del cuarto de mamá”.
Es la misma saña, con la que Chávez y su combo, atacaron objetivos civiles de Miraflores. El dormitorio presidencial que está emplazado en el extremo noroeste, segundo piso de la edificación y el despacho del jefe de Estado con la misma ubicación, pero en el primer piso, para mencionar los más relevantes. Es historia documentada, que poco antes del 4 de febrero de 1992, tal sector del palacio había sido objeto de un blindaje especial. De no haber sido por este último, todos los proyectiles disparados por las tanquetas de Chávez, en lugar de rebotar, hubiesen ido, directo, contra la humanidad del entonces Presidente de Venezuela, causándole la muerte instantánea.
El incriminatorio testimonio de Álvarez Paz
A mediados de 2010, Oswaldo Álvarez Paz, hizo una revelación que pasó un tanto inadvertida. La misma corrobora la intención magnicida que tenían los alzados del 4 de febrero.
Los facciosos encabezados por Francisco Arias Cárdenas que actuaron en Maracaibo, lograron tomar la residencia del gobernador del Zulia, entonces ocupada por Álvarez Paz y una vez allí, invitaron a este último sumarse a la intentona golpista. Más o menos este fue diálogo según la citada revelación, no desmentida por ninguno de los involucrados:
-Lo lamento, comandante Arias Cárdenas, no me puedo sumar al intento de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, que es un gobernante producto de la voluntad popular…
-¿Carlos Andrés Pérez? –le replicó Arias Cárdenas de manera sardónica- Gobernador, no pierda su tiempo en defender a quien a estas horas, debe de estar muerto…
Chávez: cuentas pendientes por tales crímenes
Muchos piensan que el irresponsable sobreseimiento que otorgó, Rafael Caldera a Hugo Chávez, abrazó los crímenes conexos al alzamiento del 4 de febrero. No es así.
Lo sobreseído fue el delito de rebelión. Pero hubo con motivo del complot, alrededor de 100 muertos y por si fuese poco, el magnicidio frustrado y asesinato igualmente frustrado de los miembros de la familia Pérez están ahí, vivitos y coleando, esperando por algún juez con un par de testículos –u ovarios- que mande a la cárcel a sus responsables.
Cuando la hora sea llegada, que llegará más temprano que tarde, para esclarecer semejantes crímenes, el magnicida frustrado y sus compinches no podrán alegar prescripciones ni caducidades. Son los propios tribunales de la llamada “robolución” los que han sentado “juris-impruprudencias” al respecto.
¿Acaso, no están en este mismo momento, siendo perseguidos los pretendidos responsables de las masacres de “Cantaura” y “Yumare?
Se lo escuchamos a la ciudadana Fiscala General en frase reveladora de su cultura jurídica: “Lo que e´ güeno pal pavo, e’ güeno pa’ la pava”. ¿Entonces? El mismo sentimiento justiciero que ha animado a los jueces “robolucionarios” a abrir procesos por supuestas “masacres,” ocurridas 20, 30 o 40 años atrás, es aplicable, también, a las masacres consumadas o frustradas en las que aparecen Chávez y sus compinches como perpetradores. El espíritu de CAP no solo deambula por las cortes de Miami a causa de la conocida disputa entre sus deudos. Deambula por nuestro TSJ en procura del procesamiento de Chávez por el magnicidio frustrado.
Nada qué celebrar
Hugo Chávez no tenía nada qué celebrar este 4 de febrero. Fue derrotado sin concesiones por CAP hace 19 años. Además, su capitulación no tuvo nada de honrosa, digna, de valerosa, luego que depuso armas, sin reventar un cartucho, siquiera.
Pero el sainete, la farsa, la desvergüenza, de erigir en efemérides lo que no despierta más que bochorno, tiene su aspecto positivo. Nos referimos a que el templete, ha servido para recordatorios como el presente. Unos asesinos andan sueltos. Es solo cuestión que en Venezuela rija un gobierno, en lugar del atajaperros que tenemos, para ponerle un parao a semejante impunidad.
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