En mi anterior artículo describí como el saqueo al Fondo de Pensiones de PDVSA se ha hecho con participación de altos ejecutivos de esa empresa. Señalé un entramado de alto nivel donde Francisco Illaramendi es solo la proverbial punta del iceberg. Lo ocurrido no lo pueden haber hecho Eudomario Carruyo y Francisco Illaramendi sin apoyo de personas más poderosas. Además cabe inquietarse porque el saqueo y uso indebido de los fondos no se limite al dinero del fondo de pensiones sino que se extienda a otros activos de PDVSA.
Los actores que han operado tras bambalinas están relacionados con Jorge Giordani y Ali Rodriguez Araque, los dos pilares sobre los cuales Chávez deposita las mayores responsabilidades de su gobierno. Ambos son comunistas de línea dura y tienen conexión directa con Fidel Castro. Mis pesquisas no los señalan como participantes en el fraude, pero sí con la responsabilidad de facilitar la organización del grupo que ha cometido delitos no sólo contra los jubilados de PDVSA, sino posiblemente contra el erario del Estado venezolano.
El hilo conductor comienza en el actual ministro de Planificación y Finanzas. El Monje tiene fama de inteligente, ascético y honesto, aunque sobre su inteligencia se habla del Síndrome del Diente Roto. Lo consideran un genio porque habla poco mientras mira ensimismado hacia la lejanía. Él mismo se describe como “un soñador creyente en la utopía del socialismo bolivariano”. Esta auto descripción despertó en Chávez un amor ideológico a primera vista. Una comunión marxista permitió que Giordani se convirtiera en el creador y armador de las ruinosas quimeras del régimen. En eso han dilapidando enormes recursos cuyos productos han sido endeudamiento externo y ridículo mundial.
Ali Rodriguez Araque es otro diente roto. Es el comisario político de Fidel Castro, encargado de vigilar que el díscolo militar no se desvíe del dogma castrista. Durante su pasantía en PDVSA se inició la trapisonda creada por avispados discípulos del Monje.
A El Monje se le conoce como el fundador del Grupo Garibaldi. Este fue un conjunto de intelectuales de izquierda organizado cuando Giordani era profesor de la UCV y del CENDES. El objetivo fue redactar el programa de gobierno del candidato Chávez para las elecciones de 1998. Giordani es ingeniero electricista con postgrado en planificación urbana. Tiene más de una década dirigiendo las políticas económicas del país sin saber mucho de Economía ni de Planificación aplicable a su actividad gubernamental. Sus ideas sobre la materia son refritos de algunos fracasados economistas comunistas. Según Ibsen Martínez, Giordani es un izquierdista trivial que “es a Chávez lo que el brujo López Rega era a Isabel Perón”.
Después de 12 años en el poder, Giordani sigue siendo un diletante de la planificación y las finanzas. Pese a ello es el oráculo económico y financiero de Chávez: el tuerto guiando al ciego. Cuando se inició en el gabinete, su primera idea fue el eje Orinoco-Apure. El proyecto contemplaba mudar la mayor parte de la población venezolana a las riberas de esos ríos. Había que mudarse allí porque en esa zona estaba el agua. No se pensó que más fácil que abandonar las poblaciones actuales era tender tuberías. Este socialismo fantástico lo ha convertido en blanco de crueles chistes entre los propios socialistas. Lo malo es que esas utopías resultan muy costosas. Por ejemplo, para construir el mencionado “eje” incluyó en el presupuesto nacional un millardo de dólares. Durante el primer año de gobierno de Chávez este fue el proyecto bandera. Doce años más tarde Chávez ni siquiera toca el tema y nadie lo menciona. ¿Qué pasó con los mil millones de dólares? Se ha seguido la norma de que Chávez no tiene por qué responder por el dinero de los venezolanos que pasa por sus manos.
En próximos artículos describiré el origen y la vida del monje antes de apoderarse del cerebro de Chávez. Además pondré en evidencia la tupida telaraña que sus acólitos han urdido dentro del Gobierno. Esta red ha alcanzado un grado de podredumbre que permitió que el propio auditor del Fondo de Pensiones fuese quien confirmó ante la SEC norteamericana que los préstamos ficticios otorgados por el hedge fund de Illaramendi eran reales. Ese auditor, Juan Carlos Guillen, está preso con Illaramendi en los Estados Unidos. Cuando empiecen a hablar, el velo que cubre la telaraña de PDVSA empezará a descorrerse.
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