Los agoreros y hechiceros del palacio de Miraflores ya comenzaron a vaticinar que la intervención militar de la ONU en el conflicto interno de Libia va a ocasionar una guerra naval en el Mediterráneo, el mar que separa a Europa del Sur del Norte de África, donde geográficamente se encuentra su aliada Libia. Muy por el contrario, la intervención es precisamente para evitar que el conflicto se extienda fuera de los dominios de este genocida. El chaman de Miraflores pide cese al fuego a la ONU, pero mientras su amigo el coronel Gadafi masacraba a sus opositores, no abrió su boca ni para decir “pío”; mas bien en una alocución en cadenas dijo que él no iba a condenar a su amigo a quien la opinión mundial acusa de asesino.
Estos pájaros carpinteros (por el ruido que hacen y los huecos que dejan) sueñan con un conflicto regional o mundial que legitime su revolución en Venezuela, así como ocurrió (guardando la distancia) en Rusia con la revolución bolchevique (comunista) durante la primera guerra mundial que les facilito su ascenso al poder. Con una guerra así - piensan ellos -, podría consolidarse la revolución de hambre del otro coronel Chávez, ya que aprovecharían para silenciar a sus opositores aludiendo traición a la patria por simpatizar con la oportuna resolución de los aliados que le están propinando un escarmiento al sátrapa de Gadafi que lleva mas de 40 años usufructuando el poder en Libia y dándole asilo a dictadores y a terroristas indeseables. Por supuesto, esto sería posible si este desgobierno apoyara abiertamente a Gadafi y le declarara la guerra al mundo civilizado. No seria nada raro, ya que antes ha desafiado a E.U., a Israel y a Colombia, pero con la buena suerte de que estos países no le han hecho el mas mínimo caso porque tienen asuntos mas serios de que ocuparse.
Si en 11 de abril del 2002 los venezolanos hubiéramos contado con la intervención de los cascos azules de la ONU para detener la masacre contra la población civil que escenificaron en los alrededores de Miraflores los pistoleros de Puente Llaguno y de El Calvario (La Piedrita), no se habría dado aquel golpe tocuyero que el triste diputado al Parlatino Ramos Allup le endilga al industrial Carmona Estanga, haciéndole con ello un daño a la democracia puesto que este régimen todavía no ha juzgado ni condenado a los autores materiales de la masacre que dejo un saldo de 19 victimas, sino que contrariamente los condecoró con la orden de no se quién, mientras que por el otro lado mantiene encarcelados a los gendarmes del orden publico que actuaron a favor de la sociedad civil. La sangre de estos 19 compatriotas indefensos sigue clamando por justicia desde las entrañas de la Venezuela decente.
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