CAROLINA JAIMES BRANGER | EL UNIVERSAL
lunes 14 de marzo de 2011
Desde la autopista Caracas-La Guaira se ve una inmensa valla sobre uno de los bloques del 23 de Enero que dice: "¡Déjenlo gobernar!".
Un amigo que la vio me comentó la inmensa tristeza que le produjo el pensar que haya gente que todavía compre tal desfachatez. "¿Cómo puede alguien, en su sano juicio, reclamar que no le dejan gobernar cuando en doce años se ha hecho del control de las Fuerzas Armadas, de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), de la Asamblea Nacional (AN), el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), la Fiscalía General, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, las empresas básicas, las productoras de insumos básicos, las energéticas... ?".
Por supuesto, la valla debe referirse a la piedra en el zapato que constituye el tener diputados de oposición en la Asamblea, que no sólo tengan buenas propuestas, sino que hagan preguntas, critiquen y exijan que se rinda cuentas.
O estudiantes que hayan llegado a la huelga de hambre para hacerse oír y respetar. Como el Gobierno ni tiene respuestas ni puede rendir cuentas, entonces recurre al burdo argumento de que la oposición no deja gobernar a Chávez, cuando la realidad ha sido que Chávez y su entourage han hecho lo imposible por no dejar gobernar a los opositores. Si no, que lo diga Antonio Ledezma. Si los chavistas gobernando fueran la centésima parte de lo buenos que son justificando lo injustificable, inventando inverosimilitudes y saboteando iniciativas, este sería uno de los países más prósperos del mundo.
Ya sólo con lo que hemos visto y escuchado en las cadenas es más que obvio que el teniente coronel Chávez se cree dueño del país y que el resto de los venezolanos somos, o mejor dicho, deberíamos ser, unos rendidores de pleitesía. Los que no lo hacemos somos enemigos.
En fin. De lo que Chávez parece no haberse percatado es que hay una gran mayoría de este pueblo que se está preparando para ejercer de manera auténtica y libre la ciudadanía y que estamos ganándonos a pulso esa posibilidad.
Sé que lo vamos a lograr pues esto que estamos viviendo no es sino una mala noche en la historia del país.
¿"Déjenlo trabajar"?... ¡Vaya a lavarse ese paltó! Esa valla sí reflejara lo que siente la mayoría de los venezolanos, cambiaría radicalmente; le diría a Chávez en los términos más contundentes: "Señor Presidente, ¡déjenos vivir!".
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