A Kennedy se le atribuye la frase “La derrota es huérfana”. Chávez cambió ese esquema haciéndose responsable por el alzamiento militar fracasado el 4 de febrero de 1992. Ese gesto lo convirtió en un líder nacional al reconocer la paternidad de lo que para muchos ingenuos era un “golpe bueno”. Un golpe bueno es un oxímoron, es decir una quimera contradictoria, algo así como “inteligencia militar” o “negro blanco”. La fábula del golpe “bueno” llevó a Chávez al poder, el “malo” se lo quitó por unas horas hasta que fue “rescatado por el pueblo”. En estos días el “gran líder” celebró en la zona de seguridad de la Avenida Urdaneta con sus milicias paramilitares su “rescate”. El recuerdo de esos días me trae a la memoria el digno ejemplo del general Eleazar López Contreras y me pregunto porque los venezolanos no tenemos memoria.
Gen Carlos Peñaloza
ND 15 Abril, 2011
GOLPES BUENOS Y MALOS
El padre del triunfo
El 4F la primera llamada de solidaridad que recibió CAP fue de Fidel. El barbudo no podía soltar la teta venezolana. Esa ubre era indispensable para su proyecto de imperio comunista continental. Había intentado tomar Venezuela por la fuerza varias veces, pero había sido en vano. Fidel no pudo con Betancourt, era demasiado para él. Al final con los soviéticos colapsando no le quedo más remedio que simular amor a CAP e incluso asistir a su odiosa coronación aunque llevando de contrabando los medios para destruir su gobierno. Después de la derrota guerrillera y la pacificación de Caldera no le quedaba otra. Aun quedaban algunos infiltrados en las FAN venezolanas gracias al trabajo de zapa de Douglas Bravo y Ali Rodríguez Araque. Muchos de ellos se habían hecho viejos militares y no tenían comando de tropa, pero había una nueva generación de mayores en el ejercito que constituía su última esperanza. Esta ilusión se evaporó con el desastre del 4F que condujo a la inmolación de los mayores. Esa día fue un fracaso estratégico que hizo pedazos su gran plan. Su gran sorpresa fue que al hablar por teléfono con CAP se dio cuenta que él no aparecía involucrado. Sus infiltrados en el círculo más cercano a CAP habían sido capaces de venderle al gocho que el 4F había sido un golpe estrictamente militar donde él no tenía que ver. Por ello cuando oyó a Chávez decir “por ahora” arranco a llorar como nunca lo había hecho.
Para sorpresa de Fidel, la intentona fallida convirtió al jefe del golpe en un héroe nacional. Esta popularidad lo llevo a la presidencia. Venezuela creía en el nuevo evangelio según Chávez. Este hecho presento a la mente alerta de Fidel una gran oportunidad. Tras la elección de Chávez como presidente, la poderosa maquinaria de propaganda castro-comunista emprendió su deformación de la Historia mutando el aciago episodio en una calenda gloriosa. El mismo procedimiento anti-histórico ha sido utilizado en otras deformaciones inventadas para homologar a un farsante barato con Bolívar. Por desgracia hay venezolanos ingenuos que a la espera de un nuevo “Libertador” admiran esta bazofia histórica tragándose con fervor nuevas fechas patrias.
Aniversarios bastardos
El 11 de abril de 2002 es otro aniversario deplorable que se pretende mostrar como una nueva batalla de Carabobo de comiquitas. El líder delirante que impide al pueblo manifestar frente a Miraflores, por ser “zona de seguridad”, arma sin rubor en forma excluyente un estrado para arengar su horda miliciana y agradecer al pueblo por su rescate. Estas mentiras son un insulto a la inteligencia de los venezolanos. Todo el mundo sabe que fue el general Baduel quien al frente de la Brigada de Paracaidistas lo reintegró al poder. El pueblo estaba en sus casas y los grandes jefes chavistas estaban escondidos. Posteriormente creyendo que su salvador podría ser un rival peligroso le inventó crímenes. Como en Venezuela no hay pena de muerte, el Arnaldo Ochoa criollo languidece en la cárcel. Si así paga el nuevo libertador a sus secuaces, qué quedará a los demás?
En vista de la nueva campaña electoral del año próximo el “rescatado” y su jefe tenían que concebir algo para mantenerse en el poder. Fidel pese a su edad, no es lerdo. Desde la Habana ordenó celebrar el aniversario del 11 de abril como las nuevas calendas griegas. Ese era el azúcar, el garrote era amenazar al pueblo con las milicias. Sin proponérselo, Andrés Eloy Blanco había dado la pauta: había que actuar “Como un perro grande que muestra sus afilados dientes”. Al efecto pusieron en marcha su plan: traer del interior obligados y pagando en forma mercenaria a 300 batallones de milicias. Esta mesnada fue montada como ganado en miles de autobuses para reforzar una famélica marcha de camisas coloradas que a duras penas plenaba la angosta avenida Urdaneta. Todo este show barato y asqueante fue costeado con fondos nacionales provenientes de nuestros impuestos. Para lo único que sirvió este derroche fue para dejar en evidencia que aunque uniformados de verde, la milicia no es militar, sino un partido armado que viola la constitución y no pertenece a la Fuerza Armada. La milicia paramilitar es a Chávez como la SS fue a Adolfo Hitler. La milicia paramilitar es mercenaria porque los pobres para sobrevivir son comprados por el poderoso. Este tipo de tropas al igual que la SS hitleriana saldrán huyendo despavoridas y denigrarán de su cabecilla tan pronto vean ante si una fuerza más poderosa que ellos. Esa fuerza es el pueblo que doblegó a Mubarak y que ahora asfixia a Gadafi. Para triunfar el pueblo no necesita armas, sino la decisión inquebrantable de destronar los tiranos. Esa fuerza está siendo levantada gracias a los desmanes del gobierno.
Abril 11 es un día de luto. Neciamente ha sido celebrado como una ocasión festiva con un mitin para anunciar oficialmente la candidatura caudillista auto impuesta por el jefe de un gobierno atemorizado. Desde el propio palacio presidencial un individuo desquiciado aquejado con gripe se atrevió a vitorear en público el triste aniversario. Ese día enalteció su uso de la violencia para ahogar el clamor popular de nueve años antes. Esa ciclópea marcha de protesta, hasta el día de hoy no igualada en fervor y magnitud, permanece como un ejemplo de la vocación de libertad del pueblo venezolano. Para tratar de apagar esa llama libertaria el nuevo tarugo inventó vanamente la risible milicia.
Aun se discute bizantinamente si ese 11 de abril hubo o no un golpe. Creo que sí lo hubo, al igual que el 4F. Ese día el presidente fue forzado a renunciar y entregar temporalmente el poder; por lo tanto no hay discusión sobre lo que pasó. Desde entonces la propaganda castro-comunista ha trabajado duro para convertir los hechos del 11A en el “golpe malo”, en contraposición al “golpe bueno” del 4F. Ambos golpes fueron malos, y la violencia utilizada en los dos casos fue innecesaria y estúpida.
El golpe del 4 de febrero fue una inepta asonada militar derrotada con facilidad por las FAN. El del 11 de abril se produjo después que una enorme manifestación popular de repudio al gobierno intentó ser capitalizada por un grupo de civiles y jefes militares sin comando de tropa. Este grupo oportunista creyó que la situación era propicia para hacerse con el poder intentado un absurdo golpe tan incompetente como el del 4F. El 11 de abril los comandos de tropa fueron leales a la constitución, como debe ser, restituyendo al menoscabado presidente al poder. Al regresar Chávez no salía de su asombro mientras besaba profusamente su escapulario y una cruz que alguien le había dado. A partir de ese momento Fidel dejo de confiar en Chávez y tomó el control. El de Sabaneta siguió al mando pero a partir de ese momento Venezuela y la FAN dejaron de ser. Aunque financiábamos todas las locuras de un anciano trastornado, los comandos venían de la Habana. El gobierno de Venezuela nadando en petróleo se había rendido y su caudillo se complacía con ser capitán general.
A diferencia del 4F el 11A quedó huérfano. Ningún militar o civil se ha atrevido a reconocer la progenitura de ese engendro. Fue una suerte de “coup interruptus”. Por la sorpresa y la falta de planificación, tanto de parte del gobierno como de la oposición, el golpe no llegó a engendrarse porque, dicho en jerga marxista, no se habían dado las condiciones objetivas para su triunfo. Los alzados capturaron al presidente, pero nunca tuvieron control efectivo del gobierno. Este desbarajuste ocurrió pese a que nuestra historia reciente mostraba un episodio similar que fue resuelto de manera sabia y política por un viejo militar gomero quien nos dio una lección de lo que significa ser estadista.
Un golpe de logia
Al 4F lo organizó una logia militar, sin participación popular. Su fracaso mostró las falencias de su cabecilla. Pareció organizado por buhoneros castrenses antes que por profesionales de las armas. Chávez se tomó más de una década para armar su bochinche y menos de 6 horas para rendirse. Pero la conjura se salvó del ridículo porque tuvo padre. Esto suena como si un acto de astuta seducción o estupro fuera una hazaña. Parecía que Venezuela necesitaba un padrote y lo encontró. Chávez reconoció su paternidad en cadena nacional y ese mea culpa, en un país donde nadie se declara culpable, elevó su prestigio hasta llevarlo a la presidencia mediante el voto.
Para un gobierno con raíces conspirativas y golpistas como es el de Chávez, el 11 de abril necesariamente olía a conspiración. Una semana antes, un general había notificado al ministro de la Defensa, el Dr. José Vicente Rangel, que para evitar mayores males era recomendable revocar los cambios anunciados en PDVSA. Según ese general, se necesitaban medidas políticas para evitar un estallido de violencia en PDVSA que podría extenderse al resto del país. Proféticamente, aquel general anunció que si no se tomaban medidas políticas podría generarse un golpe de estado. Fue un militar serio y profesional que propuso una solución política a un civil ministro de la Defensa. Esto fue reconocido por el propio JVR en un programa reciente de TV.
Al marcharse el general, JVR se atusó el bigote y llamó al Presidente. Aconsejó a Chávez como un auténtico general gomecista: ¡Habrá que activar el Plan Ávila! Un civil que había predicado por años el respeto a los derechos humanos exhortó al uso de la violencia contra su pueblo. A diferencia del general que le recomendó medidas de otra naturaleza, JVR recomendó el uso de la fuerza. Este fue el resultado de los genes de un general gomero injertados en la mente de un comunista totalitario.
Como lo anunció el general de los consejos desoídos, el 11 de abril del 2002 un tsunami se encaminó hacia Miraflores. El torrente humano superior al millón desbordó a los líderes que encabezaban la marcha. Los cabecillas eran una masa amorfa, sin proyectos, planes, medios de comunicaciones o unidad de mando. El pueblo que los empujaba estaba claro y unido, pero sus líderes, tanto civiles como militares, estaban perdidos y desunidos. La marea popular era una masa acéfala que hubiera podido disolverse con acciones inteligentes del Gobierno o, en caso de estar bien dirigida, culminar una epopeya.
Ante la llegada inminente de la oleada humana, a Miraflores se le volaron los tapones. Un Fidel vociferante tenia ocupada la línea. En el búnker de palacio cundió el pánico. De allí salió de repente la orden de activar el Plan Ávila. ¡Tiburón 1 estaba en el aire! El general Rosendo, a quien consideraba incondicional, se negó a cumplir la orden fratricida. Entonces se puso en marcha el Plan B previsto por Fidel, quien nunca confió en la obediencia ciega de los militares venezolanos. Se echaron a la calle las tropas de choque civiles, francotiradores para detener la manifestación mientras algunos militares leales movían sus tropas.
Como viejo militar con experiencia en combate sé que una vez que se da la orden de fuego es difícil detener las andanadas. El plomo no se para con órdenes que nadie oye, solamente lo detiene el cuerpo de las víctimas. De algún lado salió la orden de disparar y lo demás es historia.
Entretanto, Jorge García Carneiro, un modesto general devenido en un hábil político, cuya lealtad había sido puesto en duda, tomó la decisión que salvó al gobierno de Chávez. Gracias a García Carneiro, Chávez no fue detenido sino que se presentó de motu proprio a la Comandancia del Ejército, en Fuerte Tiuna. Allí no fue agredido ni vejado y se le trató con respeto. Todavía se discute si renunció o no, pero eso no es lo importante. Si renunció fue bajo presión y eso técnicamente es un golpe de estado. Pero el golpe falló al igual que ocurrió el 4F, porque los conjurados no tuvieron control de los puntos nodales del poder. No había ni planes ni estructura de mando. Había un millón de personas protestando en la calle, pero dentro del Ejército sólo había ansias de poder, sin mando de tropas y sin la determinación de pagar la sangre necesaria para alcanzarlo.
Como suele suceder, los vencedores dan su acomodaticia versión. Por fidelidad a la Historia debemos dejar claro que ese día un buen número de militares “leales” al gobierno se treparon a la talanquera esperando hacia dónde se inclinaba la balanza. Uno de ellos entre muchos fue el actual ministro de la Defensa, Mata Figueroa, quien como Comandante de la Brigada en Barinas se puso a la orden del nuevo gobierno. Después que ocurrió lo que tenía que pasar, la mayoría indecisa al ver en TV a Chávez besar el crucifijo tomó aire y gritó “¡Patria o muerte!”. Entretanto el verdadero bravo pueblo que había marchado decapitado y había sido rociado con plomo del bueno en la avenida Urdaneta, se diluyó en la penumbra, mientras algunos valientes se ocuparon de recoger sus muertos y heridos antes de marcharse con su tristeza a cuestas.
Un ejemplo histórico
En 1935, a la muerte de Juan Vicente Gómez, se encargó de la presidencia el gomecista general en jefe Eleazar López Contreras. Pronto brotaron manifestaciones populares y huelgas exigiendo el restablecimiento de la democracia y la eliminación de la dictadura. Las calles de Caracas se llenaron de estudiantes exaltados pidiendo libertad. Ante esta situación, de la cual no se recordaban antecedentes, el Gobierno suspendió las garantías y aplicó una estricta censura a la libertad de expresión. Los militares gomeros más trogloditas exigieron a López Contreras que aplicara una sanguinaria represión para atemorizar al pueblo. Estas recomendaciones las repitió José Vicente Rangel casi medio siglo después al presidente Chávez. Pero López Contreras, además de gran soldado, era un ciudadano honorable. No consideraba que los uniformados estaban por encima del pueblo. Su arma más poderosa fue su famosa frase “Calma y cordura”. Con ella en ristre, se decidió por el procedimiento menos salvaje y más eficaz para controlar una rebelión: el diálogo.
Sin embargo, la protesta se fue extendiendo bajo el liderazgo de la Federación de Estudiantes de Venezuela dirigida por Jóvito Villalba. El 14 de febrero de 1936 las actividades se paralizaron en la capital y una nutrida representación de los estudiantes encabezada por el rector de la UCV, el eminente médico Francisco Antonio Rísquez, se dirigió a Miraflores. El presidente López dio instrucciones de no detener la marcha y los dejó llegar frente a palacio con sus pancartas y reclamos. Una vez instalados frente a la reja de entrada, el general presidente salió a recibirlos desarmado y sin guardaespaldas. Los hizo entrar y se sentó a conversar con ellos. Los estudiantes expresaron al presidente la voluntad del pueblo que los apoyaba, exigiendo que el gobierno rectificara y cancelara las medidas represivas. López Contreras anuló el decreto de suspensión de garantías y la censura a la libertad de expresión. Satisfechas sus aspiraciones, los estudiantes se retiraron sin violencia ni derramamiento de sangre y los ciudadanos regresaron a sus casas. Esta sabia decisión ilustra la diferencia entre una mente democrática y una totalitaria.
Seis décadas más tarde, cuando la maduración de una sociedad permitía esperar que el Presidente de Venezuela fuera un ciudadano sereno y conciliador cuyos procedimientos unieran a la comunidad, nos encontramos en manos de un ex militar que insiste en ser militar sin serlo, sin la sindéresis necesaria para manejar civilizadamente una situación delicada. Un hombre sin consistencia que presa de pánico soltó los perros de la violencia contra sus compatriotas.Y conste que ese 11 de abril Chávez no actuó presionado por los gorilas del Ejército, sino por un civil elegantemente trajeado, un izquierdista de salón que lleva la represión en los genes.
La persistencia en los errores y el agravamiento de los problemas que están paralizando el funcionamiento del país, ha replanteado una situación crítica que ojalá se resuelva por la vía electoral. El rechazo generalizado se reflejará en las urnas electorales en el 2012. No hará falta un golpe para extirpar los genes de la dictadura, pero sí será necesario acudir a votar con esperanza y defender los votos con pasión. Cuando esa situación se plantee, ojalá quienes estén en posiciones de decisión apliquen la “Calma y cordura” del viejo general gomero. Que hubiera ocurrido en abril 11 si el presidente hubiese si López Contreras quien no tenía ninguna cuentas por pagar a Fidel Castro?
Gen Carlos Peñaloza
ND 15 Abril, 2011
GOLPES BUENOS Y MALOS
El padre del triunfo
El 4F la primera llamada de solidaridad que recibió CAP fue de Fidel. El barbudo no podía soltar la teta venezolana. Esa ubre era indispensable para su proyecto de imperio comunista continental. Había intentado tomar Venezuela por la fuerza varias veces, pero había sido en vano. Fidel no pudo con Betancourt, era demasiado para él. Al final con los soviéticos colapsando no le quedo más remedio que simular amor a CAP e incluso asistir a su odiosa coronación aunque llevando de contrabando los medios para destruir su gobierno. Después de la derrota guerrillera y la pacificación de Caldera no le quedaba otra. Aun quedaban algunos infiltrados en las FAN venezolanas gracias al trabajo de zapa de Douglas Bravo y Ali Rodríguez Araque. Muchos de ellos se habían hecho viejos militares y no tenían comando de tropa, pero había una nueva generación de mayores en el ejercito que constituía su última esperanza. Esta ilusión se evaporó con el desastre del 4F que condujo a la inmolación de los mayores. Esa día fue un fracaso estratégico que hizo pedazos su gran plan. Su gran sorpresa fue que al hablar por teléfono con CAP se dio cuenta que él no aparecía involucrado. Sus infiltrados en el círculo más cercano a CAP habían sido capaces de venderle al gocho que el 4F había sido un golpe estrictamente militar donde él no tenía que ver. Por ello cuando oyó a Chávez decir “por ahora” arranco a llorar como nunca lo había hecho.
Para sorpresa de Fidel, la intentona fallida convirtió al jefe del golpe en un héroe nacional. Esta popularidad lo llevo a la presidencia. Venezuela creía en el nuevo evangelio según Chávez. Este hecho presento a la mente alerta de Fidel una gran oportunidad. Tras la elección de Chávez como presidente, la poderosa maquinaria de propaganda castro-comunista emprendió su deformación de la Historia mutando el aciago episodio en una calenda gloriosa. El mismo procedimiento anti-histórico ha sido utilizado en otras deformaciones inventadas para homologar a un farsante barato con Bolívar. Por desgracia hay venezolanos ingenuos que a la espera de un nuevo “Libertador” admiran esta bazofia histórica tragándose con fervor nuevas fechas patrias.
Aniversarios bastardos
El 11 de abril de 2002 es otro aniversario deplorable que se pretende mostrar como una nueva batalla de Carabobo de comiquitas. El líder delirante que impide al pueblo manifestar frente a Miraflores, por ser “zona de seguridad”, arma sin rubor en forma excluyente un estrado para arengar su horda miliciana y agradecer al pueblo por su rescate. Estas mentiras son un insulto a la inteligencia de los venezolanos. Todo el mundo sabe que fue el general Baduel quien al frente de la Brigada de Paracaidistas lo reintegró al poder. El pueblo estaba en sus casas y los grandes jefes chavistas estaban escondidos. Posteriormente creyendo que su salvador podría ser un rival peligroso le inventó crímenes. Como en Venezuela no hay pena de muerte, el Arnaldo Ochoa criollo languidece en la cárcel. Si así paga el nuevo libertador a sus secuaces, qué quedará a los demás?
En vista de la nueva campaña electoral del año próximo el “rescatado” y su jefe tenían que concebir algo para mantenerse en el poder. Fidel pese a su edad, no es lerdo. Desde la Habana ordenó celebrar el aniversario del 11 de abril como las nuevas calendas griegas. Ese era el azúcar, el garrote era amenazar al pueblo con las milicias. Sin proponérselo, Andrés Eloy Blanco había dado la pauta: había que actuar “Como un perro grande que muestra sus afilados dientes”. Al efecto pusieron en marcha su plan: traer del interior obligados y pagando en forma mercenaria a 300 batallones de milicias. Esta mesnada fue montada como ganado en miles de autobuses para reforzar una famélica marcha de camisas coloradas que a duras penas plenaba la angosta avenida Urdaneta. Todo este show barato y asqueante fue costeado con fondos nacionales provenientes de nuestros impuestos. Para lo único que sirvió este derroche fue para dejar en evidencia que aunque uniformados de verde, la milicia no es militar, sino un partido armado que viola la constitución y no pertenece a la Fuerza Armada. La milicia paramilitar es a Chávez como la SS fue a Adolfo Hitler. La milicia paramilitar es mercenaria porque los pobres para sobrevivir son comprados por el poderoso. Este tipo de tropas al igual que la SS hitleriana saldrán huyendo despavoridas y denigrarán de su cabecilla tan pronto vean ante si una fuerza más poderosa que ellos. Esa fuerza es el pueblo que doblegó a Mubarak y que ahora asfixia a Gadafi. Para triunfar el pueblo no necesita armas, sino la decisión inquebrantable de destronar los tiranos. Esa fuerza está siendo levantada gracias a los desmanes del gobierno.
Abril 11 es un día de luto. Neciamente ha sido celebrado como una ocasión festiva con un mitin para anunciar oficialmente la candidatura caudillista auto impuesta por el jefe de un gobierno atemorizado. Desde el propio palacio presidencial un individuo desquiciado aquejado con gripe se atrevió a vitorear en público el triste aniversario. Ese día enalteció su uso de la violencia para ahogar el clamor popular de nueve años antes. Esa ciclópea marcha de protesta, hasta el día de hoy no igualada en fervor y magnitud, permanece como un ejemplo de la vocación de libertad del pueblo venezolano. Para tratar de apagar esa llama libertaria el nuevo tarugo inventó vanamente la risible milicia.
Aun se discute bizantinamente si ese 11 de abril hubo o no un golpe. Creo que sí lo hubo, al igual que el 4F. Ese día el presidente fue forzado a renunciar y entregar temporalmente el poder; por lo tanto no hay discusión sobre lo que pasó. Desde entonces la propaganda castro-comunista ha trabajado duro para convertir los hechos del 11A en el “golpe malo”, en contraposición al “golpe bueno” del 4F. Ambos golpes fueron malos, y la violencia utilizada en los dos casos fue innecesaria y estúpida.
El golpe del 4 de febrero fue una inepta asonada militar derrotada con facilidad por las FAN. El del 11 de abril se produjo después que una enorme manifestación popular de repudio al gobierno intentó ser capitalizada por un grupo de civiles y jefes militares sin comando de tropa. Este grupo oportunista creyó que la situación era propicia para hacerse con el poder intentado un absurdo golpe tan incompetente como el del 4F. El 11 de abril los comandos de tropa fueron leales a la constitución, como debe ser, restituyendo al menoscabado presidente al poder. Al regresar Chávez no salía de su asombro mientras besaba profusamente su escapulario y una cruz que alguien le había dado. A partir de ese momento Fidel dejo de confiar en Chávez y tomó el control. El de Sabaneta siguió al mando pero a partir de ese momento Venezuela y la FAN dejaron de ser. Aunque financiábamos todas las locuras de un anciano trastornado, los comandos venían de la Habana. El gobierno de Venezuela nadando en petróleo se había rendido y su caudillo se complacía con ser capitán general.
A diferencia del 4F el 11A quedó huérfano. Ningún militar o civil se ha atrevido a reconocer la progenitura de ese engendro. Fue una suerte de “coup interruptus”. Por la sorpresa y la falta de planificación, tanto de parte del gobierno como de la oposición, el golpe no llegó a engendrarse porque, dicho en jerga marxista, no se habían dado las condiciones objetivas para su triunfo. Los alzados capturaron al presidente, pero nunca tuvieron control efectivo del gobierno. Este desbarajuste ocurrió pese a que nuestra historia reciente mostraba un episodio similar que fue resuelto de manera sabia y política por un viejo militar gomero quien nos dio una lección de lo que significa ser estadista.
Un golpe de logia
Al 4F lo organizó una logia militar, sin participación popular. Su fracaso mostró las falencias de su cabecilla. Pareció organizado por buhoneros castrenses antes que por profesionales de las armas. Chávez se tomó más de una década para armar su bochinche y menos de 6 horas para rendirse. Pero la conjura se salvó del ridículo porque tuvo padre. Esto suena como si un acto de astuta seducción o estupro fuera una hazaña. Parecía que Venezuela necesitaba un padrote y lo encontró. Chávez reconoció su paternidad en cadena nacional y ese mea culpa, en un país donde nadie se declara culpable, elevó su prestigio hasta llevarlo a la presidencia mediante el voto.
Para un gobierno con raíces conspirativas y golpistas como es el de Chávez, el 11 de abril necesariamente olía a conspiración. Una semana antes, un general había notificado al ministro de la Defensa, el Dr. José Vicente Rangel, que para evitar mayores males era recomendable revocar los cambios anunciados en PDVSA. Según ese general, se necesitaban medidas políticas para evitar un estallido de violencia en PDVSA que podría extenderse al resto del país. Proféticamente, aquel general anunció que si no se tomaban medidas políticas podría generarse un golpe de estado. Fue un militar serio y profesional que propuso una solución política a un civil ministro de la Defensa. Esto fue reconocido por el propio JVR en un programa reciente de TV.
Al marcharse el general, JVR se atusó el bigote y llamó al Presidente. Aconsejó a Chávez como un auténtico general gomecista: ¡Habrá que activar el Plan Ávila! Un civil que había predicado por años el respeto a los derechos humanos exhortó al uso de la violencia contra su pueblo. A diferencia del general que le recomendó medidas de otra naturaleza, JVR recomendó el uso de la fuerza. Este fue el resultado de los genes de un general gomero injertados en la mente de un comunista totalitario.
Como lo anunció el general de los consejos desoídos, el 11 de abril del 2002 un tsunami se encaminó hacia Miraflores. El torrente humano superior al millón desbordó a los líderes que encabezaban la marcha. Los cabecillas eran una masa amorfa, sin proyectos, planes, medios de comunicaciones o unidad de mando. El pueblo que los empujaba estaba claro y unido, pero sus líderes, tanto civiles como militares, estaban perdidos y desunidos. La marea popular era una masa acéfala que hubiera podido disolverse con acciones inteligentes del Gobierno o, en caso de estar bien dirigida, culminar una epopeya.
Ante la llegada inminente de la oleada humana, a Miraflores se le volaron los tapones. Un Fidel vociferante tenia ocupada la línea. En el búnker de palacio cundió el pánico. De allí salió de repente la orden de activar el Plan Ávila. ¡Tiburón 1 estaba en el aire! El general Rosendo, a quien consideraba incondicional, se negó a cumplir la orden fratricida. Entonces se puso en marcha el Plan B previsto por Fidel, quien nunca confió en la obediencia ciega de los militares venezolanos. Se echaron a la calle las tropas de choque civiles, francotiradores para detener la manifestación mientras algunos militares leales movían sus tropas.
Como viejo militar con experiencia en combate sé que una vez que se da la orden de fuego es difícil detener las andanadas. El plomo no se para con órdenes que nadie oye, solamente lo detiene el cuerpo de las víctimas. De algún lado salió la orden de disparar y lo demás es historia.
Entretanto, Jorge García Carneiro, un modesto general devenido en un hábil político, cuya lealtad había sido puesto en duda, tomó la decisión que salvó al gobierno de Chávez. Gracias a García Carneiro, Chávez no fue detenido sino que se presentó de motu proprio a la Comandancia del Ejército, en Fuerte Tiuna. Allí no fue agredido ni vejado y se le trató con respeto. Todavía se discute si renunció o no, pero eso no es lo importante. Si renunció fue bajo presión y eso técnicamente es un golpe de estado. Pero el golpe falló al igual que ocurrió el 4F, porque los conjurados no tuvieron control de los puntos nodales del poder. No había ni planes ni estructura de mando. Había un millón de personas protestando en la calle, pero dentro del Ejército sólo había ansias de poder, sin mando de tropas y sin la determinación de pagar la sangre necesaria para alcanzarlo.
Como suele suceder, los vencedores dan su acomodaticia versión. Por fidelidad a la Historia debemos dejar claro que ese día un buen número de militares “leales” al gobierno se treparon a la talanquera esperando hacia dónde se inclinaba la balanza. Uno de ellos entre muchos fue el actual ministro de la Defensa, Mata Figueroa, quien como Comandante de la Brigada en Barinas se puso a la orden del nuevo gobierno. Después que ocurrió lo que tenía que pasar, la mayoría indecisa al ver en TV a Chávez besar el crucifijo tomó aire y gritó “¡Patria o muerte!”. Entretanto el verdadero bravo pueblo que había marchado decapitado y había sido rociado con plomo del bueno en la avenida Urdaneta, se diluyó en la penumbra, mientras algunos valientes se ocuparon de recoger sus muertos y heridos antes de marcharse con su tristeza a cuestas.
Un ejemplo histórico
En 1935, a la muerte de Juan Vicente Gómez, se encargó de la presidencia el gomecista general en jefe Eleazar López Contreras. Pronto brotaron manifestaciones populares y huelgas exigiendo el restablecimiento de la democracia y la eliminación de la dictadura. Las calles de Caracas se llenaron de estudiantes exaltados pidiendo libertad. Ante esta situación, de la cual no se recordaban antecedentes, el Gobierno suspendió las garantías y aplicó una estricta censura a la libertad de expresión. Los militares gomeros más trogloditas exigieron a López Contreras que aplicara una sanguinaria represión para atemorizar al pueblo. Estas recomendaciones las repitió José Vicente Rangel casi medio siglo después al presidente Chávez. Pero López Contreras, además de gran soldado, era un ciudadano honorable. No consideraba que los uniformados estaban por encima del pueblo. Su arma más poderosa fue su famosa frase “Calma y cordura”. Con ella en ristre, se decidió por el procedimiento menos salvaje y más eficaz para controlar una rebelión: el diálogo.
Sin embargo, la protesta se fue extendiendo bajo el liderazgo de la Federación de Estudiantes de Venezuela dirigida por Jóvito Villalba. El 14 de febrero de 1936 las actividades se paralizaron en la capital y una nutrida representación de los estudiantes encabezada por el rector de la UCV, el eminente médico Francisco Antonio Rísquez, se dirigió a Miraflores. El presidente López dio instrucciones de no detener la marcha y los dejó llegar frente a palacio con sus pancartas y reclamos. Una vez instalados frente a la reja de entrada, el general presidente salió a recibirlos desarmado y sin guardaespaldas. Los hizo entrar y se sentó a conversar con ellos. Los estudiantes expresaron al presidente la voluntad del pueblo que los apoyaba, exigiendo que el gobierno rectificara y cancelara las medidas represivas. López Contreras anuló el decreto de suspensión de garantías y la censura a la libertad de expresión. Satisfechas sus aspiraciones, los estudiantes se retiraron sin violencia ni derramamiento de sangre y los ciudadanos regresaron a sus casas. Esta sabia decisión ilustra la diferencia entre una mente democrática y una totalitaria.
Seis décadas más tarde, cuando la maduración de una sociedad permitía esperar que el Presidente de Venezuela fuera un ciudadano sereno y conciliador cuyos procedimientos unieran a la comunidad, nos encontramos en manos de un ex militar que insiste en ser militar sin serlo, sin la sindéresis necesaria para manejar civilizadamente una situación delicada. Un hombre sin consistencia que presa de pánico soltó los perros de la violencia contra sus compatriotas.Y conste que ese 11 de abril Chávez no actuó presionado por los gorilas del Ejército, sino por un civil elegantemente trajeado, un izquierdista de salón que lleva la represión en los genes.
La persistencia en los errores y el agravamiento de los problemas que están paralizando el funcionamiento del país, ha replanteado una situación crítica que ojalá se resuelva por la vía electoral. El rechazo generalizado se reflejará en las urnas electorales en el 2012. No hará falta un golpe para extirpar los genes de la dictadura, pero sí será necesario acudir a votar con esperanza y defender los votos con pasión. Cuando esa situación se plantee, ojalá quienes estén en posiciones de decisión apliquen la “Calma y cordura” del viejo general gomero. Que hubiera ocurrido en abril 11 si el presidente hubiese si López Contreras quien no tenía ninguna cuentas por pagar a Fidel Castro?
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