El amo del país, llevando palos por todos lados, recurre a la culpa general en primera instancia. Ese lío lo ha pagado desde el imperio hasta la CIA, desde los constructores hasta los banqueros. Y nada. La gente sigue puyando en la calle y reclamando lo que considera suyo y gratis. Luego pagan los propios chavistas y finalmente las palabras mágicas: este problema me lo echo encima, pues. No pasará nada, pero es la última esperanza.
Lo mismo que ocurre con la luz.
ELIDES J. ROJAS L
EL UNIVERSAL miércoles 13 de abril de 2011
"Me lo echo encima, pues"
Nada más peligroso que un Chávez asumiendo directamente la solución de algún problema
No hay nada más peligroso que cuando Chávez comienza a simular que está preocupado por algún problema que complique la vida de sus compatriotas. No hay nada que genere mayor preocupación que cuando Chávez se vuelve monotemático con alguna de las famosas crisis que de manera reiterativa rompen la normalidad, si acaso eso existe. No hay nada más inquietante que, en medio de un gran problemón causado por el propio Chávez, que cuando mi comandantepresidente suelta estas palabras mágicas: "ese problema yo me lo echo encima, pues", al tiempo que levanta los hombros, se menea y deja salir un sobrado ji-ji-ji-jji-ji, que se confunde entre burla y nervios.
Las palabras mágicas, llenas de falsa esperanza, aparecen en medio de una gran crisis, entre protestas y huelgas, marchas y manifestaciones. Claro que previamente se han agotado al menos 12 años de discursos, paja, mentiras, manipulaciones, miles de planes socialistas, decenas de misiones fidelistas, cientos de tres R. Eso quiere decir que el líder intergaláctico ya agotó la capacidad gubernamental de cobear a la gente. Ya el ente Gobierno ha fracasado. Cuando el amo apela a las palabras mágicas, incluso, se ha acabado toda opción de culpar a alguien. Ya no vale acusar a los gobernadores o alcaldes de la oposición. Tampoco a los propios chavistas en gobierno. Ni siquiera a otros poderes públicos. Todas esas excusas se han agotado y pasaron al salón de cremación.
Eso de pararse en medio de la cadena, colocar el dedo índice más allá de la sien y dispararlo contra la pantalla para acusar al imperio, a los golpistas, a los medios, a los partidos de oposición o a algún gobernador chavista en desgracia a punto de ser sacado para montarle a otra Jacqueline encima, ya no va más cuando la situación está al borde del colapso o en el mero centro del colapso.
Las viviendas es uno de los casos más emblemáticos. Esta revolución chimba, de televisión y cadenas, no ha podido construir más de 350 mil unidades habitacionales en los 12 años que llevan montados en el coroto. Como era de suponer, en algún momento tanta ineficiencia y tanta robadera saldría a la calle a cobrar. Y salió, pero en situación agravada por las lluvias y los damnificados. El amo del país, llevando palos por todos lados, recurre a la culpa general en primera instancia. Ese lío lo ha pagado desde el imperio hasta la CIA, desde los constructores hasta los banqueros. Y nada. La gente sigue puyando en la calle y reclamando lo que considera suyo y gratis. Luego pagan los propios chavistas y finalmente las palabras mágicas: este problema me lo echo encima, pues. No pasará nada, pero es la última esperanza.
Lo mismo que ocurre con la luz.
erojas@eluniversal.com / @ejrl
Lo mismo que ocurre con la luz.
ELIDES J. ROJAS L
EL UNIVERSAL miércoles 13 de abril de 2011
"Me lo echo encima, pues"
Nada más peligroso que un Chávez asumiendo directamente la solución de algún problema
No hay nada más peligroso que cuando Chávez comienza a simular que está preocupado por algún problema que complique la vida de sus compatriotas. No hay nada que genere mayor preocupación que cuando Chávez se vuelve monotemático con alguna de las famosas crisis que de manera reiterativa rompen la normalidad, si acaso eso existe. No hay nada más inquietante que, en medio de un gran problemón causado por el propio Chávez, que cuando mi comandantepresidente suelta estas palabras mágicas: "ese problema yo me lo echo encima, pues", al tiempo que levanta los hombros, se menea y deja salir un sobrado ji-ji-ji-jji-ji, que se confunde entre burla y nervios.
Las palabras mágicas, llenas de falsa esperanza, aparecen en medio de una gran crisis, entre protestas y huelgas, marchas y manifestaciones. Claro que previamente se han agotado al menos 12 años de discursos, paja, mentiras, manipulaciones, miles de planes socialistas, decenas de misiones fidelistas, cientos de tres R. Eso quiere decir que el líder intergaláctico ya agotó la capacidad gubernamental de cobear a la gente. Ya el ente Gobierno ha fracasado. Cuando el amo apela a las palabras mágicas, incluso, se ha acabado toda opción de culpar a alguien. Ya no vale acusar a los gobernadores o alcaldes de la oposición. Tampoco a los propios chavistas en gobierno. Ni siquiera a otros poderes públicos. Todas esas excusas se han agotado y pasaron al salón de cremación.
Eso de pararse en medio de la cadena, colocar el dedo índice más allá de la sien y dispararlo contra la pantalla para acusar al imperio, a los golpistas, a los medios, a los partidos de oposición o a algún gobernador chavista en desgracia a punto de ser sacado para montarle a otra Jacqueline encima, ya no va más cuando la situación está al borde del colapso o en el mero centro del colapso.
Las viviendas es uno de los casos más emblemáticos. Esta revolución chimba, de televisión y cadenas, no ha podido construir más de 350 mil unidades habitacionales en los 12 años que llevan montados en el coroto. Como era de suponer, en algún momento tanta ineficiencia y tanta robadera saldría a la calle a cobrar. Y salió, pero en situación agravada por las lluvias y los damnificados. El amo del país, llevando palos por todos lados, recurre a la culpa general en primera instancia. Ese lío lo ha pagado desde el imperio hasta la CIA, desde los constructores hasta los banqueros. Y nada. La gente sigue puyando en la calle y reclamando lo que considera suyo y gratis. Luego pagan los propios chavistas y finalmente las palabras mágicas: este problema me lo echo encima, pues. No pasará nada, pero es la última esperanza.
Lo mismo que ocurre con la luz.
erojas@eluniversal.com / @ejrl
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