Por: Carlos R. Alvarado Grimán*
Cientos de miles de personas han muerto en Colombia en una guerra fratricida, por una ideología que debió quedar sepultada junto con el siglo XX, que algunos grupos seudo-revolucionarios abrazan como una tabla de salvación para justificar el pingüe y lucrativo negocio del narcotráfico.
Walid Makled destapó la olla podrida donde se cuecen las bazofias chavistas y faracas, la cual sirvió para corroborar lo que cualquier ser medianamente informado, sensato y con mínima capacidad de análisis, daba por un hecho sentado: Los estrechos vínculos entre las redes criminales binacionales de Chávez y Alfonso Cano.
La sorpresa ha provenido del Presidente Santos, un protegido del ex presidente Uribe, quien luego de alcanzar la primera magistratura alzando las banderas del uribismo en la lucha contra las narco-guerrillas y el adecentamiento del Estado, asume posturas contrarias, pactando con el capo de los capos del socialismo del siglo XXI y principal auspiciador de grupos terroristas colombianos, que día tras día bañan de sangre sus ciudades y campos.
Desde la captura de Walid Makled en Cúcuta por el DAS colombiano a instancia de la DEA en agosto de 2010, los mensajes y señales que emanan desde la Casa de Nariño giran exclusivamente en torno al tema comercial. El caso Makled ha quedado sintetizado a unas simples operaciones de suma y resta.
La deuda de Venezuela con los comerciantes e industriales colombianos, los pactos arancelarios binacionales, la inclusión de Colombia en el TLC, las nuevas negociaciones para el suministro eléctrico, son los temas que copan la escena. Makled ha quedado como una especie de pieza de arte en una subasta de Sotheby´s, soslayándose completamente los aspectos morales que envuelven el caso.
Es pública la noticia del papel que juegan los militares venezolanos de altísimo rango, antes con Makled y ahora con su (s) sucesor (es), en el trasiego de armas, pertrechos militares y urea para las guerrillas, cuya moneda de curso es la cocaína y que esa estrecha colaboración contribuye decisivamente en la operatividad de las narco-guerrillas que matan, secuestran, mutilan a niños, mujeres y hombres colombianos.
Santos debería ejercitar un profundo acto de contrición, hacer un juicio en el interior de su alma. El utilitarismo sobre la moral tiene un límite, sobre todo cuando está en juego la vida humana, la sanidad de la sociedad, los valores y objetivos supremos del Estado. Por esto creemos que su ambigüedad y falta de principios frente al caso Makled, no le dará réditos en esta ocasión y signará negativamente su futuro político.
La expresión de Santos “Mi nuevo mejor amigo” y su compromiso de extraditar a Makled hacia Venezuela, envuelve un inexplicable comportamiento juvenil y emocional impropio de un estadista, que no debería comprometer en lo absoluto, a la institucionalidad colombiana.
Se dice que los Estados no tienen amigos sino intereses, nosotros creemos que ambos deben marchar lo más juntos posible, que no son términos excluyentes, pero además, siempre deben ser acompañados con valores éticos muy bien cimentados. Los intereses de los Estados no tienen alcances cortoplacistas y quienes así lo interpretaron tuvieron que probar, en el largo plazo sus amargos resultados.
El fin no justifica los medios, una sociedad carente de principios donde prevalezca el pragmatismo utilitario, como el evidenciado en el accionar político de Santos, nos condenará a la barbarie y al total desplome moral de nuestros pueblos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario