24/5/11

Vivir muriendo

Mientras cualquier familia pobre espera vivir viviendo en una de las casitas de papel que ofrece Hugo, probablemente algún delincuente los mate matando
S in ánimo de ofender (aunque en la competencia ambos salen fregados), ese "vivir viviendo" de la propaganda oficial, me suena a Ricardo Arjona en pleno automercado, espanto que se duplica cuando intentamos llegar hasta el último litro de aceite que todavía queda en la estantería.

¿De dónde sacaron esa ridiculez los asesores del Gran Comunicólogo? ¿Se metieron a poetas ramplones nada menos que en plena campaña electoral? Será que nunca leyeron a Antonio Miranda?: "¿Cómo pensar en poesía, pasando hambre? Ni la poesía sobre el hambre interesa...".

Aunque algo me dice que eso de "vivir viviendo" fue un juego de palabras que zumbó el Presidente al boleo para llenar otra más de sus horas de cadenas necesarias para hacernos creer que Farruco sí va a construir 350 mil viviendas en un año y que este presunto gobierno deberá continuar más allá del 2012 para poder "construir construyendo" 1 millón setecientas mil casas que seguirían haciendo falta, gane quien gane.

O, que me perdone Ibsen Martinez, también lo pudo haber dicho Eudomar Santos en cualquier parlamento de Por Estas Calles , porque pareciera que quienes siguen sin techo después de 12 años de rumba petrolera, deberían seguir atravesando su existencia como si no fuera con ellos, solamente esperando (los gerundios resultan maravillosos a la hora de cualquier oferta electorera) que algo les caiga desde Miraflores. Tan soso es ese "Vivir viviendo", aplicado nada menos que a la construcción de casas para los pobres, que un joven cantante sevillano llamado Albertucho, nada famoso por cierto, se lo puso como título a una de sus canciones (está en el disco Que se callen los profetas, vaya casualidad) y en el "Vivir viviendo" del gitano, luego de quejarse porque el mundo no le cuadra y afirmar que puede "reventar tímpanos sordos", se lanza con el estribillo siguiente: "Que no me gusta el porvenir, vivir viviendo y nada más, sin cuestionarse qué vendrá... Que no me gusta el porvenir... que yo no entiendo de horarios de oficina..." Pamplinadas de Albertucho, dirigidas a pegarla en la radio de Sevilla, sin más ambición que vender algo de su ligera mercancía. Pero que los bien pagados asesores comunicacionales del chavismo se ganen una fortuna por parir semejante idiotez, resulta patético.

Un trabalenguas por lo demás incomprensible para su target (públicos D y E, camaradas), para el cual "Vivir viviendo" se les va en hacer cola para tomar el autobús, cayéndose a puños para entrar o salir del Metro, buscando carne en Mercal, leche en Bicentenario, esperando el agua, rogando por que no les corten la luz y, la hazaña última, llegar llegando ilesos al rancho luego de subir sopotocientos escalones sin que ningún malandro del barrio los entrompe entrompándolos.

Repito: los gerundios resultan magníficos a la hora de la oferta electoral, incluso más que ese Futuro Perfecto con el que siempre nos están amenazando el Presidente y sus ministros. La broma es que, en gerundio, las promesas suelen ser de corta duración, porque mientras cualquier familia pobre espera "vivir viviendo" en una de las casitas de papel que ofrece Hugo, probablemente algún delincuente los mate matando, cualquier epidemia los enfermará enfermándolos, los corruptos chavistas seguirán robando robando y el de Miraflores hablando y hablando...

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