Para el Min. Interior “los golpes no fueron la causa” de lo ocurrido. Y se agrega: el edema cerebral de uno de los muertos “no obedece a lesiones sino a un sofocamiento” (UN, 02/06/11, p.18) ¿Cuáles torturas?
Este “discurso socialista” es el mismo que se utiliza en los 40 años de la llamada democracia. Cuando los asesinatos no podían ocultarse, se procedía a ‘investigar los casos hasta las últimas consecuencias para impedir la impunidad’.
Hoy, en el debate sobre la Masacre del Rosal, se vuelve al mismo decir: se aplicará una tal justicia a los individuos que actuaron ‘por la libre’.
Se quiere soslayar que es este Estado-Gobierno el portador de una política del encubrimiento y el engaño que da continuidad a la decisión criminal que en nuestro caso contempla el abatido en los permanentes “enfrentamientos”, el exterminio, el desaparecido o el liquidado en las salas de torturas. Nada nuevo. Sólo que ahora se produce en revolución.
Y llama la atención que cuando se promueve una tal ley contra el olvido y la impunidad, específicamente para los asesinados en el período 58-98, se deje de lado lo actuado en 12 años de ‘proceso’.
De modo que podrán pasar al olvido los muertos del 11A-02, los abatidos, exterminados, desaparecidos y la fábrica de muertos que tiene montada el régimen en las cárceles y en las calles de este ex país.
Todo queda claro: los asesinos son los que desgobernaron durante 40 años. La revolución trae un dechado de paz, entendimiento, convivencia. Una verdadera escuela de democracia que nada tiene que ver con descalificaciones, odios y violencia.
Y esto es ser doblemente criminal: se asesina y se procede al respectivo ocultamiento y para ello se saca a relucir el fantasma de los DDHH en el que militan ahora los criminales de todas las condiciones. Ahí están ya ubicados los que acabaron con la vida de tres detenidos en los espacios de CICPC.
Sancho, este ex país está viviendo hoy el tiempo de los mismos asesinos, sin fecha de cierre o límites!
No hay comentarios:
Publicar un comentario