25/6/11

Venezuela en penumbra

La patria de Bolívar transita por uno de los momentos más difíciles de su existencia ciudadana ya que son varios los problemas que los venezolanos deben afrontar; desde la cotidiana búsqueda de los productos de la dieta básica, pasando por la falta de empleos, hasta los subterfugios para resguardarse del hampa. Venezuela se destaca en América Latina por sus altos índices inflacionarios y la no muy apetecida cifra de casi 100 muertos los fines de semana a manos de la delincuencia.

Por si fuera poco y para su asombro los precios del crudo venezolano gozaron del aumento global como consecuencia de diversos escenarios violentos en el mundo. Tales acontecimientos han incidido en los años de gobierno de Hugo Chávez sistemáticamente en el aumento de las forjas del Banco Central de Venezuela y de otros entes financieros creados por el gobernante para burlar los controles establecidos en la carta magna del país sudamericano.

Pero a pesar del enriquecimiento estatal, la deficiente administración de tales ingresos, distracción de recursos en políticas extrañas a Venezuela, la corrupción administrativa y la incapacidad profesional de los funcionarios, han llevado a los venezolanos a ser pobres, cada vez más pobres cuando deberían ser ricos, siempre ricos. Luego de 12 años de entradas fabulosas, nueve millones de venezolanos están en situación de pobreza, y de ellos cientos de miles se acuestan con el estómago vacío.

Como muestra, está la falta de suministro de luz a la población. Al respecto el gobernador del estado Carabobo, Henrique Salas- Roemer, en acto público retó al gobierno: “¿Dónde están los reales? ¿Para dónde se fue nuestra electricidad? Según el propio Gobierno, desde el año 1999, se han invertido $12 mil millones para el mantenimiento y $28 mil millones para la ampliación de redes eléctricas, pero siguen los apagones. ¿Dónde están los $40 mil millones para la inversión eléctrica?”. En programas externos la jefatura chavista aporta recursos para sufragar en su totalidad la entrega, a cambio de nada, de plantas eléctricas a Bolivia y Nicaragua, e incluso ha llegado a subsidiar la energía en algunas comunidades del Grupo de los Siete, como Londres y Boston.

A la ausencia de los más elementales servicios públicos como el fluido eléctrico se observa una sociedad fracturada. La crisis carcelaria –hay 12,000 camas y 32,500 presos– indica la incapacidad de solucionar civilizadamente el enfrenamiento entre presos y las autoridades carcelarias.

En materia educacional los índices no pueden ser más lamentables. El 70 por ciento de los jóvenes no se gradúan de bachillerato y más de 3 millones de niños están fuera del sistema educativo, amén de los niños de la calle. Todos vivimos en medio de la inseguridad. Nuestro amigo el policía ha sido recluido a sus cuarteles, dejando los centros urbanos a merced del vicio, por ello el 97% de los delitos cometidos queda impune.

Además de una mala administración, Venezuela pasa por una ausencia sostenida de acción administrativa de tutela. Independientemente de la llegada del Presidente venezolano de regreso del alivio de sus dolencias físicas, el ciudadano común sufre la anarquía fiscal, que se refleja en el mayor desprecio de su condición nacional. Su contraparte es la política exterior. Vemos como en las iniciativas foráneas se cumplen los acuerdos con denodado celo. Mientras, en cuanto a nuestros compatriotas, se incumplen con evidente descuido acciones impositivas como son las consecuencias de estatizar fuentes de trabajo por 12 mil millones. Todo ello apoyado Chávez en las armas y sentencias ulteriores de complacientes magistrados judiciales.

Los extranjeros apelan a la justicia internacional y les pagan. Los locales están desguarnecidos del estado de derecho y van irremediablemente a la quiebra económica. Este abandono se refleja en la falta de mantenimiento de la estructura física, ausencia en educación de alumnos y formación académica de profesores, al igual ofertar oportunidades de trabajo con miras a un futuro provisor, entre otras.

Al cuantificar la compra millonaria de armas, ocho mil millones de dólares, y el inventario de males sociales nos preguntamos: ¿Es Hugo Chávez el presidente de Venezuela, o es el jefe de los invasores? Venezuela está en penumbra y sin gobierno, pero con ciudadanos cuya formación hará posible regresar a la senda de las libertades, guiados por el espíritu libertador de Simón Bolívar, el soldado que fue incapaz de empuñar su espada contra el pueblo.

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