31/8/11

¿En que etapa estamos ahora?




Estamos comenzando el mes de septiembre de un año que ya está más cerca de terminar. Faltan tres meses para diciembre que desde que Hugo Chávez llegó al poder nunca ha sido sino una expectativa angustiosa más que una fiesta de amor. Supuestamente, porque uno no puede dar nada por sentado cuando se depende todo de una orden personalista y enloquecida.

Las elecciones primarias serán el 12 de febrero, “Día de la Juventud”. Y las presidenciales que deberían ser en diciembre, están en jaque porque el Comandante y “paciente” no las ha decidido. O sea que estamos en etapa de “espera”. A estas alturas no hemos visto ni siquiera claros los cómputos de la última jornada electoral que ganamos aunque perdimos. Ganamos en votos y perdimos en curules. ¿Cómo fue eso? Sencillamente permitimos que el CNE y el gran titiritero, manejaran municipios y resultados. Pero no es momento de “llorar sobre la leche derramada” sino de no permitirlo otra vez.

Ni el fraude bien montado ni la fecha ni el resultado, ni siquiera el “mierda” con que Hugo Chávez calificó la ratificación de la mayoría que había cacareado por largo tiempo, porque hoy tenemos la Mesa de la Unidad Democrática, porque han pasado casi trece años, y de no ganar estas próximas elecciones ese lapso infinito que reitera una y otra vez Chávez va a ser efectivo. SI no con él, con Adán, el señalado, su “maestro” y hermano. Porque lo que está trabajando hoy Hugo Chávez es su permanencia sublimizada por el cáncer, en el alma de la Venezuela ignorante, ignorada y sumisa que responde todavía a su incitación voraz al odio y la venganza. En el camino de lucha, el “pueblo sufriente”, que no es ese, porque cuando desbordado de teatralismo nos calificó así no se refería al suyo que es susceptible al fanatismo y la histeria, pifió, como es natural cuando se dicen muchas tonterías y se habla de más, y lo asumió la oposición que no consigue trabajo si no milita, ni justicia con la red de jueces puestos a dedo que saben a quien condenar desde Miraflores o Cuba y hasta por teléfono, Twitter o facebook.

La cadena de este lunes, y la del día tal o cual, los micros que ratifican sin pudor la condición totalitaria y personal, el endiosamiento servil, no puede seguir ya emponzoñando el espíritu de este país. El cáncer con que no se contaba no puede seguir siendo instrumento “ciego de la propia destrucción” de Venezuela. No se puede ya detener más el curso de la Historia que este país ha escrito con lágrimas y valor. Estamos manejados por un hombre enloquecido para el que solo existe él, mientras se amontonan los cadáveres de hombres en la morgue, mujeres destrozadas por hijos que no bendecirán nunca más y mujeres, niños y niñas que también caen mientras la telenovela de un hombre, afectado por una enfermedad que no es también decidida por él, como la suerte de Venezuela, detiene el pulso de su vida como si Venezuela tuviera que pagar ese designio fatal. Y no. No queremos que muera. Queremos enfrentarlo y enfrentar lo que él significa en nuestra historia. Pero no cuando a él le dé la gana, sino cuando y como debe y tiene que ser.

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