26/8/11

“Europa observa con preocupación relaciones ruso-venezolanas”

Sergei Lavrov, el ministro ruso de RR. EE., viaja a Lima; después irá a Caracas. Deutsche Welle habló con expertos sobre la gira latinoamericana del emisario del Kremlin y sobre los intereses de Moscú en la región.


El ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, visita este martes (23.8.2011) Perú, la segunda parada de una gira por América Latina que comenzó en El Salvador y lo llevará después a Venezuela. Su encuentro con el presidente salvadoreño Mauricio Funes fue la primera visita de un canciller ruso al país centroamericano desde que ambos Estados formalizaron sus relaciones diplomáticas en 1992 y su objetivo principal era allanar el camino para la apertura de sus respectivas embajadas: actualmente, es la embajada de Rusia en Nicaragua la que atiende los trámites de los salvadoreños, mientras la embajada de El Salvador en Alemania procesa las solicitudes de los rusos.

El jefe de Gobierno peruano, Ollanta Humala, se reúne con Lavrov con la esperanza de activar las relaciones comerciales binacionales, atraer a inversionistas y beneficiarse de la tecnología rusa. Y el mandatario venezolano, Hugo Chávez, recibirá al emisario ruso para organizar una cita en Moscú en la que se pasará revista a la cooperación estratégica bilateral a finales de año.

Pero, ¿qué quiere Rusia? De todos los intereses que el Kremlin puede tener en Latinoamérica, los que más inquietan a Estados Unidos y a la Unión Europea, dos actores globales que han perdido influencia en el subcontinente, son los relacionados con la venta de armas y la transferencia de tecnología para el desarrollo de la energía atómica.

Armas y energía atómica a cambio de influencia en la región

“La insistencia de Rusia en mantenerse activa en lo que unos llaman el ‘patrio trasero’ de Estados Unidos y en ser reconocida como un global player en ese contexto es una faceta singular de la política exterior rusa. Pero, apartando eso, Moscú ha sido consecuente con su intención de consolidarse como exportador de energía nuclear. De ahí que algunos países de Suramérica, los que han mostrado interés explícito en la energía atómica, sigan llamando su atención”, explica Kirsten Westphal, investigadora de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, especializada en temas globales relacionados con la producción y el consumo energéticos.

Perú no está entre ellos, pero, en palabras de Margarete Klein, experta de la SWP dedicada al estudio de la industria armamentista y de la política de seguridad rusas, el país andino calza dentro de la estrategia geopolítica general del Kremlin de propiciar convenios en materia armamentista y energética con miras a recuperar su papel como actor políticamente influyente en la región. “Rusia no tiene mucho más que ofrecer para conseguirlo, aparte de energía”, sostiene Klein, acotando que hay razones de peso para que Moscú dé un tratamiento privilegiado a sus nexos con Caracas.

“Exceptuando a India y a Argelia, a la industria armamentista rusa ya no le quedan clientes grandes; China dejó de tener peso para ella hace ya unos años. De ahí que Venezuela se haya convertido en uno de sus compradores más importantes. En 2010, el Gobierno de Chávez cerró un trato valorado en más de 5.000 millones de dólares; ese es un monto importante, con todo y que Moscú tuvo que financiar 2.200 millones de dólares. En general, América Latina es un mercado de armas interesante para Rusia porque la demanda ha subido considerablemente en los últimos tiempos”, explica Klein.

Perú y la carrera armamentista en América Latina

El pasado 27 de julio, un día antes de asumir el cargo de ministro de Exteriores en Perú, Rafael Roncagliolo se comprometió a promover desde la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) la reducción conjunta de los gastos militares en la región. El sociólogo y periodista limeño dijo estar alarmado por el afán armamentista de Chile, que tiene conflictos fronterizos de vieja data con Perú. “Cuando un país desarrolla una capacidad militar absolutamente desproporcionada respecto a sus vecinos, los demás tienen derecho a preocuparse”, declaró Roncagliolo a los medios. ¿Puede Lima terminar comprando armamento a Rusia para compensar esa asimetría de fuerzas?

“Se ha hablado de que Rusia venderá ocho helicópteros a Perú, pero es poco probable que eso altere el equilibrio regional. La compra de armamento ruso por parte de Venezuela tiene más chance de generar tensiones en Latinoamérica; eso ya ha causado malestar en Colombia. Y cuando se analiza la lista de compras hechas por Caracas, no es para menos”, dice Klein. “Es por eso que en Europa se observan con cierta preocupación las relaciones ruso-venezolanas. Se teme que un régimen autoritario pueda verse consolidado y que su tendencia a resolver conflictos por la vía de la violencia se vea reforzada por esos lazos”, añade la especialista.

Klaus Bodemer, investigador del Instituto Alemán de Estudios Globales y de Área (GIGA) y ex director de su centro de estudios latinoamericanos, intuye otro motivo significativo detrás del viaje a Caracas del canciller ruso: el oro venezolano. “Una importante empresa rusa está estrechamente ligada a la extracción y al comercio del oro en el sur de Venezuela. Yo puedo imaginar que, tras el anuncio hecho por Chávez de que nacionalizaría las minas de oro y su comercialización, la visita de Lavrov busca aclarar la situación, minimizar la probabilidad de malentendidos, procurar obtener un trato privilegiado o solicitar el pago de indemnizaciones”, comenta el experto.

Venezuela y la fiebre internacional del oro

“Pero esa circunstancia no altera las directrices geopolíticas generales de Rusia: Venezuela sigue siendo su socio principal en la región después de Brasil, no sólo en el sector armamentista, sino también en el sector del transporte, de la energía nuclear y hasta de la tecnología aeroespacial”, apunta Bodemer. Consultado sobre los intereses del Kremlin en Perú, este conocedor del acontecer latinoamericano coincide con las investigadoras del SWP y confirma que el país bañado por las aguas del Pacífico “pertenece a otra liga”. A su juicio, no cabe esperar iniciativas bilaterales espectaculares de la visita de Lavrov a Lima.

Y no serán las añejas tensiones entre Perú y Chile las que lleven al primero a establecer ambiciosos acuerdos de cooperación militar con Rusia. “Eso es improbable: en el marco de la Unasur se esbozó una alianza para la defensa subcontinental con miras a consolidar la soberanía de la región, sobre todo de cara a Estados Unidos. Venezuela y Perú decidirán autónomamente cómo van a cooperar con la Federación Rusa, pero, a escala regional, no se quiere sustituir la dependencia militar de Estados Unidos por una nueva dependencia de Rusia”, asegura Bodemer.

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