El comunismo, como secta de asesinos, niega a Dios y persigue a la Iglesia y a sus prelados. La constitución cubana exalta el origen material del Universo y los sacerdotes no fueron sacrificados por miedo a una reacción internacional, auque muchos han sido desterrados por denunciar el genocidio cometido mediante el aborto sistemático como política de Estado, lo que es una abominación para los ojos de la Iglesia. Pero el cáncer de Chávez ha obrado el milagro de convertir en Venezuela a estos impíos cultores de los herejes ritos primitivos más oscuros, en mansos corderos de Dios, llegando al ridículo de realizar peregrinajes de Fe hasta la tumba del doctor José Gregorio Hernández, cuya imagen había sido mancillada días antes del cáncer, sin que ningún líder enrojado levantara la voz para condenar el abominable acto de salvajismo contra la fe popular.
Y de rojo trajeado – como Pío XI bendiciendo las armas de Hitler – en un altar decorado de rojo, al que se llegaba por una alfombra roja - ¿cómo recordatorio de la sangre a derramar? – presidido contradictoriamente por el lema infame y criminal “Patria socialista o muerte… Venceremos” (borrado ahora culilludamente lo de “muerte”) – un cura blasfemo realizó una misa ecuménica – un revoltillo de creyentes disímiles, abjurantes, santeros y ateos - ofrendada por la guardia de Honor, que como sabemos debe estar integrada por íntimos afines ideológicos del presidente. O sea comunistas.
Era de un cinismo avasallante la imagen de aquellos soldados ideologizados que amenazan con la muerte – ¿o que significa patria socialista o muerte? - a quien ose no ser socialista, tomarse de las manos – las mismas que empuñaron fusiles el 5 de Julio para anunciar simbólicamente, con su desprecio a las autoridades civiles, la derogación de la república democrática - con los ojos cerrados y la cabeza gacha, simulando profunda comunión espiritual. Lo menos que podemos pedir los venezolanos es que esta gente sea coherente con su prédica de odio y destrucción para imponer el comunismo. Y, además, si su Fe fuera verdadera, sabrían que Dios no oye palabra sino la voz del corazón. Por lo tanto será inútil todo ruego surgido de su oportunismo, porque Dios como buen socarrón sabe que de lo que se trata es de pánico cerval ante la posibilidad cierta de perder el poder y tener que responder por sus acciones contra la integridad de la república, por eso no les hace el menor caso a sus hipócritas vestiduras rasgadas ni a sus lágrimas de cocodrilo con cuentas en dólares en el exterior, además, la muerte no es asunto de Dios sino del hombre. Y si el cáncer del tipo es curable se curará por la ciencia del hombre, porque Dios no es oncólogo.
La contradicción con El Superhombre
Esta farsa hipócrita nos demuestra que la patria está moralmente enferma, como lo indica ese uso patibulario de la religiosidad popular, aunque jamás imaginamos el grado de metástasis de su crisis hasta ver la gráfica que nos mostró a un grupo de cadetes de la Armada de rodillas ante Chávez a su llegada de La Habana, actitud que rompe todos los cánones de la lógica y nos encoje la nacionalidad, y que es absolutamente contradictoria con las anteriores manifestaciones religiosas de sus acólitos - y del propio Chávez que recibió contrito la extremaunción de manos de un Obispo de los suyos - pues dimana de las recientes y confusas lecturas de la obra de Nietzsche, quien abjura de la moralidad cristiana y especula con una persona superior capaz de producir su propio sistema de valores.
Y Chávez, en ese acto alegórico de lo más sagrado de la Fuerza Armada que son sus cadetes, asume la encarnación de esa nueva deidad, descendiendo hiperbólicamente de los cielos, recibida por su grey prosternada para atestiguar el milagro cubano: La conversión de Chávez en El superhombre. En gringo Superman. La entidad totalitaria que todo lo puede al solo aliento de su prodigiosa voluntad de poder. Hasta curar su cáncer por decreto.
Visión evanescente
Qué se iba a imaginar Nietzsche que sus elucubraciones, que lo llevaron a la locura, serían la plataforma de lanzamiento de la más destartalada propuesta pre política de los últimos tiempos, que supera las estrafalarias loqueras de las risibles – pero criminales - deidades ungidas por el poder de los fusiles que degradaron a sus pueblos por la ignorancia debida, la superstición y el miedo.
Superhombres sustentados por ejército corruptos dominados por la codicia, como en la Roma decadente. Y en el medio el pueblo estupefacto. Aunque aquí en Venezuela el Superhombre es una entelequia pendiente de los precios del petróleo – aunque le celebren el cumpleaños en todas las plazas Bolívar de la república como febril exaltación adulante a su reciente divinidad - que, por los aires que soplan del imperio, comenzarán un vertiginoso descenso, producido por la nueva ley DODD-FRANK que prohíbe la especulación con las compras a futuro, que es lo que ha mantenido la cotización en alza de los barriles productores de líderes mesiánicos de chequera floja, en este tierrero sin destino. Así que esta ruina, con todo y Superman y fusiles de rodillas, tiene su destino señalado en las estrellas: 2012. Así se vista de amarillo.
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