20/8/11

SÍ LA CUCARACHA TUVIERA, SE SENTARA

A

Recuerdo una canción de Gualberto Ibarreto, la mejor voz de América Latina, destruida por el aguardiente, como tantos otros talentos en estos tierreros descontextualizados, en una de sus tantas recuperaciones: “He vuelto a ser él”, que en el caso de Gualberto era una esperanza muerta, pero aplicado a Chávez es una realidad presentida por todo quien sabe que alacrán no muta en canario – en una proyección de personalidad Chávez llama “alacrán” al candidato de la oposición por designar, traición del subconsciente lo llaman.

Pasado el susto inicial – “me encerré en el baño a llorar, llorar y llorar” - y el período de negación - ¿por qué a un egregio revolucionario como yo? - asumida ya la verdad inexorable de su enfermedad - ¿qué es un cáncer para mí? - y conociendo su fecha aproximada de ejecución – cinco años, si no es candidato - vuelve a ser el mismo inescrupuloso que arremete contra todo quien ose atravesarse en su marcha de soldado marabunta - “¿es el camino pacífico y democrático el camino para hacer una revolución?" se pregunta, develando que el crimen siempre estuvo en su mente.

Su verbo vuelve a su genética condición corrosiva y su discurso se erige ahora sobre el pedestal de su predestinación: Es el nuevo Libertador de los oprimidos y de los mal pagados, claro, del capitalismo, porque a los comenunca del socialismo solo los libera el dólar. En una de sus arengas militaristas post quimio - ¿por pánico a su propia medicina? - sostuvo que “las Fuerzas Armadas (sic) son un punto vital de mi centro de gravedad” – ¿un guiño a su esencia golpista? - porque el único “punto vital” del centro de gravedad de todo gobierno democrático es la Constitución, que es la base sustantiva de su legitimidad, pero parece que para el militarismo son los fusiles, lo que legitimaría el poder de los pranes, cuyo punto vital de su centro de gravedad también son las armas.

Pero más allá de esa tremenda adulancia a los militares – a cuyos cadetes elogió como “los nuevos libertadores de esta patria” - retomado su discurso comunista, es decir excluyente, sectario y dogmático - aunque tratando de engatusar a la clase media – la que hasta ayer era “burguesa” – le dice a JVR que quien sostenga que “Venezuela y Cuba son más la misma cosa” es un ignorante y farsante, refiriéndose por supuesto a Raúl Castro que fue quien lo dijo - Chávez declaró jubiloso - alegría de tísico – de dientes para afuera, por supuesto, que “la hecatombre del capitalismo propiciaba el avance del socialismo”, porque en lo íntimo de su ser interno vive en una oración en carne viva, para que la crisis, creada por una fricción política en los Estados Unidos – “una de las economías más flexibles e innovadoras del mundo” - no afecte los precios del petróleo que solamente los gringos le pagan en efectivo.

Esa angustia se le ha somatizado en esa metástasis que lo devora a paso de ganso. Porque Chávez no ignora que su miserable revolución ya sería historia para muchachos de primaria, si las jugadas de las bolsas de valores del mundo industrializado no hubieran apostado al alza futura de los precios de las materias primas, que hoy corren peligro de caer en picada libre y no por la “hecatombe” del capitalismo. Pero, obviando lo obvio, no deja de ser una pancada de ahogado esa ridícula afirmación sobre la posibilidad, negada por la evidencia histórica, de una supuesta oportunidad de supremacía socialista propiciada por una crisis del sistema capitalista.

¿Con qué culo se sienta la cucaracha? Cuando el capitalismo estornuda, el socialismo, que todavía sobrevive en países indigentes, sufre una neumonía bacteriológica. Los socialistas pragmáticos que colocaron y colocan sus presidencias al servicio del capitalismo, como los de Brasil y Chile, son falsos exégetas que exhiben sus logros en materia socioeconómica como si fueran producto de ruinosas prácticas comunistas. Cuentan al revés la historia. Hipócritas oportunistas y cobardes que sirven de decorado a la atroz miseria que produce ese sistema liberticida que esclaviza al hombre por el miedo y encumbra miríada de seres inservibles cuya único talento es el mimetismo.

En conclusión

Se ha creado una matriz de opinión que coloca al socialismo como la contraparte, pero con interés social, del sistema capitalista. Si eso fuera cierto hace mucho que los socialistas dominaran al planeta y no estuvieran arrinconados en los países – muchos de ellos inviables – del mal llamado Tercer Mundo.

La realidad es que solamente puede producir progreso el desarrollo de las potencialidades del individuo y eso solamente lo procura el sistema capitalista, por lo tanto lo que no es capitalismo es fracaso y resentimiento. Y en cuanto al interés social, son los países capitalistas los más eficientes en sus programas de superación individual de la pobreza, mediante el trabajo, el estudio y la responsabilidad.

El socialismo es invencible en la formación de parásitos sociales de manos como cuencos genéticos, aferrados al botalón del estado munífico y pervertidor. Una de las descalificaciones al capitalismo se refiere a su antigüedad, tratando de destacar la juventud del socialismo, pero en la realidad lo que luce ajado, sucio y maloliente es ese jovencísimo sistema de castrar hombres por la supervivencia.

El servilismo le es tan inherente como la libertad al capitalismo, por eso les es tan fácil a esos regimenes encontrar serviles que sirvan de platabanda para el sustento de las entidades totalitarias que los dirigen en aborregada manada hacia el castradero. América Latina será liberal o no será.

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