INTRODUCCIÓN.
Le he enviado a usted dos o tres cartas en el pasado, sobretodo en relación a la industria petrolera, tema que me interesa particularmente y sobre el cual usted exhibe una profunda ignorancia. Pero hoy deseo referirme, como un ciudadano venezolano más, a su conducta actual y al impacto que esta conducta tiene sobre nuestro país.
NO SE ENGAÑE, USTED ES SOLO UN PUNTO EN LA CURVA.
Lo primero que deseo decirle es que, desde un punto de vista antropológico físico y cultural, y a diferencia de lo que usted piensa, usted es solo un Venezolano más, apenas un punto en la curva estadística de nuestra población.Una descripción de este tipo lo catalogaría, objetivamente, como un mulato Venezolano de clase media baja, astuto y de buena capacidad de comunicación con el pueblo, de educación modesta y con algunos rasgos de conducta que sugieren complejos de color o de clase por largo tiempo abotonados y finalmente liberados (y de que forma!) como resultado de su condición presidencial. Esta “normalidad” antropológica constrasta significativamente con sus pretensiones de ser alguien “especial”, “el ünico que puede gobernar a Venezuela” o “el supremo héroe supremo redivivo” que adulantes como Carlos Escarrá, Aristóbulo Istúriz y Francisco Arias Cárdenas le repiten a cada instante y que usted ha llegado a creer. En este sentido usted es un eco lejano de Cipriano Castro.
REO DE UN HORROROSO CRIMEN
Lo segundo que quiero decirle es que sus trece años en la presidencia de Venezuela han dejado un profundo surco trágico en la nación. Nunca antes se había prostituído tanto la función pública como en sus manos, nunca antes habíamos asistido a un despilfarro de recursos nacionales como el que su régimen ha propiciado. Nunca antes los avergonzados venezolanos habíamos presenciado una entrega tan impúdica de soberanía, de riquezas y de auto-estima como el que usted ha llevado a cabo con Cuba, China y Fidel Castro, para dar solo tres ejemplos que todos conocemos. Por ello, su deplorable lugar en la historia ya está asegurado, al lado de los caudillos y tiranuelos más rapaces y desconsiderados que hayamos soportado. Y esto que le digo no es una opinión, es una afirmación documentable que tendrá plena vigencia cuando usted pueda ser juzgado como un ciudadano más.
SU IRRESPONSABILIDAD ACTUAL
Pero es lo tercero lo que deseo resaltar porque es, realmente, lo que atañe a su presente y afecta nuestro futuro como nación. En este momento usted se prepara, una vez más, para ser candidato presidencial en octubre 2012. Lo hace poniendo a un lado, de manera irresponsable y arrogante, su condición de enfermo de cuidado. Lo hace semi-ausente del país, abandonando una vez más sus deberes como gobernante de todos los venezolanos, para someterse a tratamiento en el exterior, con su aspecto físico visiblemente deteriorado por la cortisona y otras drogas recibidas y con su condición mental ostensiblemente disminuída, sujeta a las angustias y depresiones que son el inevitable resultado de su tratamiento. El misterio en el cual ha rodeado su enfermedad ha sido irresponsable, porque su deber como presidente demandaba candor y total transparencia. Ha sido irresponsable su manera de actuar frente a la enfermedad, no solo afirmando que no tiene problemas y que está en condiciones “inmejorables”, sino acusando a sus opositores políticos de desearle la muerte, cultivando el ya aterrador clima de odio que existe en nuestro país. Si hay algun defecto que se le ha exacerbado durante su enfermedad ha sido su postura insultante y grosera con los venezolanos que se le oponen.
UNA ACTITUD POCO DIDÁCTICA
Su abandono de los deberes presidenciales ha sido notorio. Usted tendría la obligación de ser didáctico, de enseñar a nuestro pueblo a comportarse dignamente ante la adversidad. Nuestro pueblo necesita enseñanzas y ejemplos dignos de ser imitados. El presidente enfermo deberia ser un ejemplo de rectitud, serenidad y noble comportamiento. Debería usted haber incrementado su capacidad de tolerancia, de compasión y de amplitud hacia todos los venezolanos. Todo lo contrario, a medida que su enfermedad se desarrolla se vuelve más agresivo, más violento con sus adversarios, más amenazante contra el mundo. Usted conduce hoy a Venezuela al aislamiento total: en las Naciones Unidas a propósito de Libia, en la OEA a ppropósito del caso López, en los organismos financieros internacionales, en relación con las múltiples demandas que existen en contra de su régimen. Se aferra usted, de manera suicida, a sus amistades con la hez política del planeta, confundiendo lealtad y amistad con complicidad, como ha sucedido con Gadaffi, Lukashenko, Mugabe, Fidel Castro, Assad y Ahmdinejad.
AFERRADO A CHAMANES Y YERBATEROS
Debería usted dar un ejemplo de actitud sensata frente a la enfermedad. Pero no, se exhibe con chamanes, brujos, fetiches, estatuillas y extremaunciones. Acepta las cursis oraciones seudo-religiosas/seudo-políticas de gente como Luisa Estella Morales. Adopta usted posturas piadosas mientras ataca con virulencia a la Iglesia. Confunde el optimismo con el chocante desafio que hace constantemente al destino. Su “nunca moriré” es una bravata. Canta, baila, ríe constantemente, desempeña usted un papel de sano que no se compagina con su realidad.
VIENE UNA GRAN BATALLA POR VENEZUELA
Debería usted haber desempeñado cabalmente su papel de presidente. No lo hizo. Para un presidente verdadero el bienestar de la nación está muy por encima de su propios intereses y ambiciones. Para un presidente verdadero solo hay venezolanos, ni escuálidos ni apátridas. Para un presidente verdadero solo puede haber transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio de su función pública, no corrupción ni prodigalidad ni mentiras.
Ahora, señor, viene una gran batalla por Venezuela. Millones de venezolanos sabemos quien es usted y que es lo que quiere. Esta es una batalla que usted va a perder y su derrota tendrá un gran culpable: ese personaje que usted ve, todos los días, en el espejo todos los días de su vida. Bien caro nos ha salido.
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