Van cayendo uno tras otro. Primero Túnez, luego Egipto, ahora Libia. Seguirán Siria y Yemen. ¿Y después?
La tiranía que mantuvo a Libia sometida a uno de los regímenes más deleznables durante décadas llegó a su fin. El tirano aseguraba que estaba dispuesto a luchar hasta la muerte. Ahora está escondido y desde su guarida incita a la población a continuar la lucha que él no se atreve a encabezar personalmente. “¡No teman a los infieles!”. “¡Salgan de sus casas, liberen a Trípoli!”. “¡El martirio o la victoria!”¿Y por qué no sale él de su escondite y encabeza la resistencia? Simplemente porque una de las características más comunes en los golpistas, es la cobardía. No hay que olvidar que Gadafi derrocó al rey Idris con un golpe militar. Tampoco podemos olvidar el 04-F. Ya está pidiendo cacao y proponiendo la creación de un “gobierno de transición” Ojala los rebeldes no caigan en esa trampa que persigue perpetuar el gadafismo en Libia.
Los medios, los comentaristas y los analistas han escrito mucho acerca del impacto del derrocamiento de Gadafi para América Latina. ¿Pero qué efecto tendrán ese hecho y la caída de los otros regímenes similares del mundo islámico en el caso del führer? ¿Qué significan esos acontecimientos para los venezolanos?
Los gobiernos tiránicos y despóticos no son eternos. Lo hemos visto en países que no han conocido la verdadera democracia. Sus pueblos se han rebelado y han defenestrado a los déspotas para alcanzarla. Los regímenes Siria y Yemen están tambaleando y sus gobernantes en “salsa”.
Como no tiene barbas, el führer debería ponerse todo él en remojo viendo cómo arden las barbas de sus aliados.
Gadafi gobernaba como un soberano, rodeado de incondicionales, con una guardia pretoriana supuestamente dispuesta a sacrificarse por su Rais, Pero la sociedad civil dijo ¡basta! y todo ese aparato se vino abajo. Lección: de nada sirve rodearse de vasallos, desmantelar la fuerza armada y sustituirla con una milicia. Tampoco vale para nada disponer de una riqueza petrolera inagotable de la cual extraer recursos para comprar voluntades y socios. Lo que vale es la voluntad de un pueblo dispuesto a sacrificarse para recuperar o defender su libertad.
Si sociedades islámicas donde el Corán es la ley suprema, que no han conocido todos los beneficios de la vida en democracia se han rebelado contra los tiranos que las oprimían, ¿por qué nosotros que si hemos vivido y disfrutado las ventajas de la democracia vamos a permitir que maniático presumido que se cree dueño y señor del país nos prive de ese don preciado que es el derecho a viviré en democracia y disfrutar plenamente nuestra libertad?
No creo necesaria la rebelión popular como las que derrocaron a Mubarak y a Gadafi. Tenemos todavía, por ahora, en nuestras manos el arma más efectiva para desbancar al aspirante a soberano absoluto: el voto popular.
Hay quienes no creen en eso. Algunos piensan que no habrá elecciones, otros piensan que habrá un autogolpe para dejar en el trono a su hermano. Hay quienes creen que el führer desconocerá el resultado de los comicios del año próximo. Son muchas las amenazas que ha proferido. Una de las últimas es que le va a dar “en la madre” a la oposición. También algunos jefesotes militares han proferido amenazas de que no reconocerán un gobierno que no sea el encabezado por el führer. La verdad es todo eso es posible.
Sin embargo, mientras sea posible debemos continuar aferrados a la vía constitucional. Personalmente estoy confiado de que con el “arma” del voto el año que viene derrocaremos a este régimen oprobioso.
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