El verdadero Chávez
Hugo Rafael Chávez Frías es el segundo de seis hermanos. Vivían en una casa de palma. La situación de la familia era precaria. Los recursos escaseaban a la misma velocidad que aumentaban los hijos (...) Elena Frías de Chávez tenía 18 años cuando dio a luz a su primogénito, Adán. Al año y tres meses estaba de nuevo alumbrando. Nació Hugo (...) La madre de su marido, entonces, se ofreció a ayudar. Todos estuvieron de acuerdo. Así, Adán y Hugo, los dos hijos mayores del matrimonio, se mudaron a casa de la abuela.
Esta separación temprana de la madre y la influencia de la abuela Rosa Inés han dado paso a más de una versión y de alguna especulación sobre la formación de la personalidad y del carácter de Hugo Chávez. Hay quienes establecen una relación entre estas condiciones de su infancia y el tono infla- mable de su discurso político. Herma Marksman, profesora de historia que fue amante de Chávez durante nueve años, dice: "Yo sentía que él quería más a su papá que a su mamá. Pienso que a él le hizo muchísima falta el calor de su mamá en los primeros años".
Según su tía Joaquina Frías: "El primer día que Hugo fue al colegio no lo dejaron entrar. Llevaba unas alpargatitas viejas, las únicas que tenía".
A menudo rememora con alegría que, desde muy pequeño, tenía dos grandes sueños, dos grandes entusiasmos: la pintura y el béisbol. (...) Desde esos años, cuando jugaba en la calle o en los baldíos de su pueblo, más de una vez anheló ser una estrella del béisbol, una celebridad capaz de convocar muchos aplausos en un estadio.
Era casi un niño de 12 ó 13 años –José Esteban Ruiz Guevara no lo recuerda exactamente– cuando vio por primera vez a aquel muchacho en su casa de Barinas (...) Era entonces un adolescente delgado, delgadísimo, de pies largos, patón, a quien sus hijos Vladimir –por Lenin– y Federico –por Engels– habían conocido jugando béisbol y apodaron 'Tribilín' (...) Desde el piso, la figura de Ruiz luce imponente con aquella barba, de donde brotan con vehemencia tantas cosas que ellos ignoran. "Miren, jóvenes, léanse ese libro allá". Y ellos lo siguen con la mirada hasta El contrato social, de Jean Jacques Rousseau, y El príncipe, de Maquiavelo (...) Es un muchacho que lee todo lo que le cae en sus manos, especialmente lo que le pone en las manos Ruiz Guevara, su primer faro político.
El militar
Es un joven rural, que sigue soñando con ser pelotero profesional y ha tomado la única vía posible hacia el béisbol. La única porque es un humilde muchacho de provincia que, como tantos otros, también ve en
La de Hugo Chávez es la primera generación de oficiales que recibirá el título de licenciado y que estudia teoría política desde el primer año. "Estudiábamos ciencias Políticas y yo empecé a motivarme con el estudio de la teoría militar. Mao me gustó mucho y entonces me puse a estudiar un poco más a este autor".
Memoriza las largas proclamas del Libertador Simón Bolívar, aquellas que le acercara su primer mentor, José Esteban Ruiz Guevara (...) Con bastante rapidez les va tomando el gusto a los cuarteles. "Cuando me vestí, por primera vez, de azul, ya me sentía soldado", dice.
En 1975, la primera promoción de 'doctores' en ciencias y artes militares se gradúa con una ceremonia oficial en
El revolucionario
A los 21 años, Hugo Chávez ya no se conforma con ser simplemente un militar. Y comienza a coquetear con la idea de un golpe de Estado, según cuenta su paisano Rafael Simón Jiménez. "Cada vez que me veía, en cualquier calle de Barinas, se bajaba del carro a saludar: ¿Qué hubo, mi hermano? Yo le preguntaba: ¿y tú, cómo estás? Y me respondía: 'Contento, pana (amigo), porque ya viene el 2000'.Y me decía: 'Antes del 2000, soy general y echo una vaina en este país'".
Su diario personal registra de manera puntual cómo la intención política ha madurado en él, cómo se asume ya como alguien predestinado, con una misión en la historia. El día 25 de octubre, escribe y convoca al Che –"Vietnam. Uno y dos Vietnam en América Latina"– y a Bolívar: "Vengan. Regresen. Aquí. Puede ser". Y más adelante se incorpora él mismo a esta saga: "Esta guerra es de años (…). Tengo que hacerlo. Aunque me cueste la vida. No importa. Para eso nací. ¿Hasta cuándo podré estar así? Me siento impotente. Improductivo. Debo prepararme. Para actuar".
Todo antichavista parece convencido de que el soldado Chávez Frías tiene alma de guerrillero. Tal vez sea porque a él, en realidad, le simpatizan las luchas contra el statu quo desde la época de
Chávez y Bolívar
El de 1983 no es otro 17 de diciembre más. Al menos no para los cuatro oficiales que se reúnen a la una de la tarde en el cuartel
En algún momento corrió insistentemente el rumor de que la devoción de Hugo Chávez por Simón Bolívar era poco saludable, que podía rayar en el delirio. Se comentaba con frecuencia que Chávez, en algunas reuniones, pedía dejar una silla vacía, asegurando que el espíritu del Libertador descendía y se sentaba en ella, para acompañarlos e iluminarlos en la discusión (...) Este tipo de leyendas refuerza la perspectiva de quienes ven a Chávez como un ser imbuido de una misión histórica especial. Que aventuran que, aun antes de su paso por la cárcel, ya Chávez se sentía –quizá no de una manera tan nítida– tocado por el destino.
Francisco Arias cuenta: "Estando en la cárcel de Yare me voy a la habitación de Hugo y cuando entro, están todos sentados. (...) Él está con una botellita de ron y con el tabaco, echando humo. 'Estamos convocando a los espíritus', me dice. Yo paso, me muerdo la boca y me acuesto en la cama de él. De repente él se transforma y comienza a temblar y a hablar como un viejecito: '¿Cómo están muchachos?', saluda. Y entonces salta de inmediato Torres Numberg, uno de los que estaba cuadrado conmigo y le dice: '¡Mi general Bolívar!'.Y Chávez contesta: 'Yo no soy el general Bolívar. No me ponga tan arriba'. Salta entonces Ronald Blanco: '¡Mi general Maisanta!'. 'Claro, mijo, aquí estoy', dice Chávez". (... Pedro Pérez Delgado 'Maisanta' es su bisabuelo, que fue un guerrillero a principios siglo XX).
En una entrevista, en el año 2002, (Chávez) se muestra incluso como una víctima natural de la historia: "A mí me ponían velas al lado de Bolívar. El pueblo hasta inventó una oración: Chávez nuestro que estás en la cárcel, santificado sea tu nombre. ¿Cómo luchar contra aquello?".
El folclórico
En China, es recibido por Jiang Zemin en
Hugo Chávez se muestra confianzudo, uno de los rasgos de la venezolanidad, con colegas a quienes apenas ha visto. En su primera visita a Moscú, en mayo de 2001, pretende hacerle un chiste a Vladimir Putin, aun antes de conocerlo. Cuando el premier ruso camina hacia él, el venezolano adopta una postura de karate antes de estrecharle la mano. Por segundos, Putin se desconcierta hasta que se da cuenta de que se trata de una broma y sonríe cortesmente. Chávez entonces cambia de postura, gesticula como si estuviera bateando y dice con una amplia sonrisa: "He oído que eres cinta negra en karate. Yo soy un beisbolero".
Con el libio Muammar Gadhafi se produce una empatía inmediata, Chávez lo admira y conoce bien su Libro Verde, desde la época en que conspiraba para el golpe del
Sus mujeres
Las tres relaciones más estables que se le conocen al Presidente de
No hay mayores noticias de que, siendo muchacho, Hugo Chávez hubiera sido un gran galán, un joven distinguido por sus dotes de conquistador. Sus compañeros del liceo lo recuerdan como un muchacho cariñoso y amigable, pero nada más. También, según dice una estudiante de esa época, tenía en su contra el aspecto físico: "Hugo era feísimo, era flaquito..."
La dinámica propia de la vida militar le permitía a Hugo Chávez ciertas facilidades. Así, conoció a Herma Marksman, con quien se vinculará sentimentalmente durante casi una década. (...) "Cuando lo conocí –relata Herma– tenía fama de mujeriego. Él en esos momentos estaba saliendo con alguien, una sicóloga, creo (…) No sé si siguió siendo mujeriego en esos años, cuando estaba conmigo. No lo creo. Aunque él es un tipo cariñoso, piropeador" (...) "A mí nunca me engañó, me engañaría después cuando estaba en la cárcel. Desde el mismo momento, para enseriar la relación, me habló claro… yo no voy a decir ahora que él es un bicho, un degenerado", asegura Marksman, hoy franca opositora a la forma de gobernar de su ex amante.
El matrimonio entre Hugo Chávez y Marisabel Rodríguez –en
En una entrevista que da la pareja en 1998, se cuela una picardía sobre aquella noche. Es una ambigüedad, una sonrisa de tres puntos suspensivos, que finalmente deja colar la idea de que Hugo y Marisabel, llevados por una gran pasión, tuvieron relaciones sexuales esa misma noche. Que se entregaron dentro de un automóvil y que, en esa primera experiencia, Marisabel quedó embarazada.
No sólo son distintas las mujeres que han acompañado a Hugo Chávez a lo largo de su vida. Posiblemente también se podría hablar de que el mismo hombre se ha ido transformando. También son distintos los Chávez que han estado con todas esas mujeres. Tras su segundo divorcio, la vida amatoria de Hugo Chávez se ha resguardado bajo el manto misterioso del poder.
El encantador
Chávez aprende rápido. Sabe cómo halagar a su interlocutor. Sabe cómo cortejarlo, cómo hacerlo sentir cerca. Desde la misma prisión, cuando representantes de diferentes sectores del país comienzan a visitar a los golpistas, él empieza a afinar una destreza extraordinaria para seducir a cualquiera. Comienza también, desde la prisión, a crear una relación personal con los medios de comunicación.
Hugo Chávez es hombre de poco sueño. "La cafeína es su gran droga", según su amigo y siquiatra Edmundo Chirinos, "bebe de
"Chávez fue un hombre que nunca, a lo largo de su vida, se preocupó por comprarse un apartamento, por nada. Él agarraba su sueldo y lo gastaba completo, cuando todos nosotros, desde muy jóvenes, teníamos que estar pagando (créditos)...".
El vicepresidente José Vicente Rangel también refrenda que "a Chávez se le juzga como impulsivo, pero es extremadamente reflexivo. Todo lo que hace es producto de una planificación". Esto apoya la teoría de quienes sostienen que la furia verbal del mandatario es casi una disciplina, un plan bien diseñado, una estrategia militar basada en la provocación, en el enfrentamiento permanente.
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