4/9/11

Hugo Chávez se suicida



El crimen más reciente cometido por Hugo Chávez no es haberse enfermado. Todos los humanos están sujetos a ello. Su crimen radica en el manejo que hace de su enfermedad, el cual revela una pobre textura moral. Que debería hacer un presidente serio y responsable ante el país?

(1) Dejar que sean los médicos, de manera profesional, quienes reporten el estado de su salud y cual es exactamente el problema que lo aqueja;

(2) Guardar un perfil bajo, consciente de que debe someterse a un tratamiento estricto;

(3) Tomar todas las medidas para minimizar la influencia de su enfermedad en el desarrollo normal de los asuntos de la nación, los cuales son más importantes que él;

(4) Evaluar friamente si está o no en condiciones para seguir desempeñando sus tareas y, aún más, de enfrentar 15 meses de intensa campaña electoral para ser re-elegido, en adición a sus tareas como presidente de un país que se hunde.

Esto no es lo que Chávez está haciendo. El ha decidido ser el único que hable sobre su enfermedad. Sus “informes” al país se reducen a decir, a cada momento, que está “inmejorable”, como “una pepa”. Y añade, “para el desespero de los escuálidos”. Canta y baila al entrar o salir del hospital, se hace dar la extremaunción por uno de los pocos sacerdotes que se le han entregado, se toma de las manos con unos mercenarios dominicanos y grupos de evangelistas, se reúne con brujos, adopta actitudes dalailámicas y, cada vez que habla, insulta y amenaza a la oposición, como si ella tuviera la culpa de sus aflicciones. Es evidente que piensa que su destino es más importante que el de la nación.

Este comportamiento es indigno de un verdadero líder y ha servido para ahondar, aún más, la división del país en dos bloques ya irreconciliables. Su patológica agresividad se ha encargado de destruír todo sentimiento de solidaridad entre quienes lo adversan. Aunque su aspecto físico es lamentable se empeña en negar lo que está a la vista. Es preciso concluir que su comportamiento obedece a sus graves problemas físicos y mentales.

Su actitud frente a la enfermedad lo está matando. Su alma está envenenada por el odio y su deseo de seguir viviendo y mandando parece no tener mayor propósito que el de contrariar a sus “enemigos”, hacerlos infelices. Esta mezquindad de alma acelera lo que él mismo, en un rapto de candor, definió recientemente como “su involución espiritual”.

Lo que ya es evidente, más allá del desenlace físico de su enfermedad, es que se está suicidando moralmente y, lo que es más triste, pretende llevarse al país con él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario