Recibo la llamada y me dice, "¿te acuerdas de mí? soy "el químico" de nuestra época en la UCV, cuando tú también eras rojo-rojito". Inmediatamente atajo recuerdos, obvio el sarcasmo, y traigo a mi memoria al camarada de los viejos tiempos, él en Ingeniería y yo en Economía. Me dice que le urge hablar conmigo. Nos citamos. "De Sordo a Peláez, en el café de la esquina, a las 10:00 de la mañana". Lo recojo y le pregunto qué adónde vamos, porque presumía que iba a ser una cháchara por allí cerca. Me pide que enrumbe hacia la Cota Mil. Mientras, me dice que Dolores, una importante camarada del proceso, quiere hablar conmigo en su apartamento, sito en La Castellana. Yo le digo que no creo que el gobierno me siga, que, a lo más, debe tener grabaciones telefónicas; él me responde: "no tengo temor de que sigan a ti sino a mí... hay demasiada paranoia interna en relación con posibles saltos de talanquera. No es mi caso ni jamás lo será, pero los camaradas de inteligencia están obsesionados con las deserciones".
I.-El apartamento de Dolores es grande, espacioso. Nos conocemos desde hace años cuando ella vivía en San Martín. Ahora es parte de las cabezas de la revolución. No se inmuta cuando le dicen que es una cabaretera de Chávez; se sonríe y dice que aceptarlo la hace sentir más cercana "a Hugo". Cuando advierte mi sorpresa por los lujos que la rodean, sin dejarme tiempo a farfullar: "no te asombres; las viejas élites nunca entendieron que tenían que abrir espacio para nuevos integrantes. No quisieron y fueron liquidados. Nosotros nos habríamos acomodado junto a ellos; pero no; fueron agalludos y ahora no existen o se la pasan jalándonos b... "
Paseo mi mirada por los espacios y cavilo si no habría sido mejor esa solución, si habría habido espacio para los nuevos potentados, si todos se habrían adaptado a la coexistencia pacífica, y si habría habido plata suficiente. En fin, clavo pasado, ya que septiembre de 2011 no es enero de 1999.
Dolores y yo nos abrazamos. Ella conoce mi posición y yo sé que ella, aunque fiel a Chávez, no es estridente ni radical. Quiere hablarme de los peligros que ve. Antes, hace una introducción. "Me preocupa sobremanera la situación de Hugo y a ustedes debería preocuparles igual. Sé que no vas a estar de acuerdo conmigo, pero a la gente sensata de la oposición y a la gente sensata de este lado les viene bien que él se recupere, cumpla su mandato y si es posible, gane en buena lid. Hugo les conviene a ustedes y a nosotros porque, aunque bocón, controla todo a tiempo completo; llama a un alcalde, regaña a un director de tercera categoría; es arquitecto, ingeniero, economista, maestro de obra, y sobre todo militar". Admite que Hugo fracasa en la gestión, pero afirma que maneja los caballos desbocados.
La interrumpo: "Me encanta verte, sigues tan preciosa como antes, pero no me habrás traído aquí contigo y "El Químico" para convencerme de las bondades de Chávez". Me mira a los ojos, con la misma fuerza con que "el testigo estrella" vio a Isaías, me paralizó del mismo modo, con los mismos erizamientos y espetó: "No, para nada. Es que hay una situación muy grave que los opositores sensatos como tú, y la gente sensata del proceso como nosotros, debemos manejar cuidadosamente".
II.-Existe una conspiración -me dice- acelerada por la enfermedad; es una operación compleja que tiene como centro el adelanto de las elecciones: "Hay quienes quieren para mayo". La idea es que la oposición entraría en un debate agotador para las primarias y la persona escogida saldría algo magullada sin posibilidades de recuperarse y hacer campaña rápido. Le respondo que eso es jugar con candela, no sólo porque viola la tradición electoral, sino porque una eventual derrota de Chávez lo dejaría en el gobierno más de 7 meses. "Eso no dura así", le riposto. "Bueno, váyanse preparando", dice.
Apuro el café expreso que trae el mayordomo ("tú sabes, estoy muy ocupada y como mujer que vive sola -pero no está nada sola, por cierto- requiero que este pent house marche sin p... s"), y me alega que en la ruta electoral habrá lo de siempre: encuestas que van "matriciando" (verbo horrible que Dolores emplea sin anestesia) el 60%-40% a favor de Chávez, especialmente aquéllas que paga nuestro banquero consentido; el control del RE en ámbitos manejados por el partido (se refiere al PSUV), el obstáculo constante a la inscripción en el exterior, las migraciones y muy especialmente la caja negra de esos 1.800.000 fantasmas que esperan ser conjurados otra vez por las almas espectrales del CNE.
Lo que me dice es lo de siempre; le pregunto si realmente había algo tan urgente. "Dolores, lo único nuevo es que van a adelantar las elecciones; lo demás lo sabemos". "Sí -me contesta- ustedes pueden volver a perder porque no tienen garra... pero eso es asunto de ustedes". Le contradigo: "Te equivocas, muchos dirigentes, dentro y fuera de la Mesa, saben que es ahora o nunca; que si se dejan trampear se pueden despedir del país por una generación más".
La conversación iba por un camino demasiado manoseado. Dolores y El Químico me aseguraban que ellos eran partidarios de entregar el poder si perdían realmente, más allá de los truquitos electorales "normales". "No te olvides que en la IV República se repartían los votos de los partidos pequeños, así que no se quejen ahora... "
III.- Sabía que la conversación no había llegado al punto central, aunque me parecía suficientemente alarmante lo del adelanto de las elecciones para mayo. En eso me dice Dolores: "Lo que quería hablar contigo es que un grupo de generales no está dispuesto a que se entregue el proceso, al costo que sea". Le afirmo que la mayoría de la FAN y gente como ella, El Químico y otros, saben que tal conducta sería una locura, que a ellos les conviene pasar por el filtro de la oposición democrática para despojarse de tanto ladrón y aprovechador (lo dije con la mirada fija en el mármol rosado del living-room)
"Sí, yo sé. Pero estos tipos saben que no tienen destino. Washington ha acusado a los principales hombres de inteligencia, al jefe de operaciones especiales y al jefe de los grupos civiles de reacción inmediata... Too much, in my bad English... Para varios, es la promesa de ser detenidos en cualquier aeropuerto... No tienen donde ir; ni siquiera a Cuba ("tú sabes que los cubanos son patria o muerte con nosotros, pero en el tema del narco son tan quisquillosos como los gringos") "Hay que impedir una locura. Esos tipos son una rueda floja y loca en la revolución. Debemos impedir el desastre. Habla con tu gente... yo hablo con la mía".
Me marcho preocupado. En el automóvil, el Químico me asegura que la cuestión es seria. Mientras, un aguacero se bebe Caracas...
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