25/9/11

Políticamente correcto

El lenguaje de la oposición deja fuera del debate público los temas esenciales para el cambio.
Cuando en los inicios de su ascenso al poder Hugo Chávez prometió freír las cabezas de los adecos en aceite o juró sobre la moribunda Constitución, la ortodoxia política consideró esas expresiones "políticamente incorrectas". Nadie llama abiertamente al rencor y al fanatismo ni reniega de la Carta Magna que lo inviste de poder. Dichas alocuciones, sin embargo, agradaron sobremanera a grandes sectores de la población y le ganaron al Presidente el fervor popular. Produjeron más aceptación que rechazo. Decir lo incorrecto pareció, entonces, correcto. Las frases impactaban emocionalmente porque, aunque nada diplomáticas, la gente las sentía sinceras, expresaban lo que muchas personas guardaban en su interior pero no se atrevían a decir en público. Independientemente de sus implicaciones éticas o legalidad, los exabruptos implicaban el compromiso con una forma de ver el mundo.

Los líderes de la oposición venezolana pecan por lo contrario. Son extremadamente cuidadosos en decir sólo lo "políticamente correcto". Este término se usa para designar un lenguaje maquillado que busca, a toda costa, minimizar la confrontación, seguir la ortodoxia política o cultural y evitar todo aquello que pueda ofender o ser rechazado por ciertos sectores de la sociedad. Implica la preocupación extrema por agradar, posiciones acríticas que esquivan las aguas turbulentas. Vemos así al glosario de la oposición repleto de palabras como unión, inclusión, colaboración, amor, todo aquello con lo que todos están de acuerdo. Nadie habla, sin embargo, de asuntos espinosos pero fundamentales para la transformación de la sociedad venezolana como es el problema del monopolio estatal sobre el petróleo. El lenguaje "políticamente correcto" de la oposición deja fuera del debate público los temas esenciales para convocar el cambio. Es una oratoria de lugares comunes adaptados a la consciencia colectiva impuesta por el chavismo. Es un lenguaje cuidadoso y protegido que permanece en lo superficial para conformarse al orden establecido.

Los dilemas del postchavismo

Carlos Alberto Montaner

Los gobiernos más alertas dan por descontado que el presidente Hugo Chávez morirá a corto o medio plazo. El corto plazo son 18 meses. El medio, 48. El diagnóstico más generalizado es que padece un severo cáncer de vejiga. Pronto se sabrá si la quimioterapia que ha recibido dio resultado o si continúa imparable el proceso canceroso. En todo caso, ante la incertidumbre, los actores principales de este drama juegan la carta de la muerte y examinan sus mejores opciones. Ninguno puede darse el lujo de dejarse sorprender.

Hugo Chávez, naturalmente, piensa que va a sobrevivir, pero sabe que las probabilidades estadísticas no lo favorecen. Si va a fallecer, su objetivo es que la revolución bolivariana no desaparezca tras su muerte, aunque casi nadie entiende muy bien en qué consiste ese engendro. Chávez quiere pasar a la historia. El problema es que sus trece años de gobierno no le han alcanzado para crear un partido político coherente dotado de un mecanismo razonable para escoger el sucesor y transmitir la autoridad. El chavismo es una olla de grillos dedicados al enriquecimiento ilícito y a gritar consignas. La selección del próximo vicepresidente resultará muy importante. Será una forma de elegir al heredero. Por ahora, ninguno le resulta capaz de calzar sus zapatos. Chávez, como buen caudillo, se cree irremplazable.

A la cúpula militar no parece importarle el aspecto ideológico de la revolución, sino el destino que le espera si se produce un cambio de régimen. A juzgar por la reciente denuncia del Departamento del Tesoro del gobierno norteamericano, la corrupción vinculada al narcotráfico ha calado hondo en la estructura castrense. En los círculos de Washington comienzan a referirse a Venezuela como un narcoestado. Los mexicanos han descubierto que muchos de los aviones que transportan la droga al país proceden de Venezuela. La inclusión oficial en la lista de cómplices de las FARC y de los carteles de la droga del general del ejército Cliver Alcalá, el oficial de inteligencia Ramón Madriz, el congresista Freddy Bernal y el parlamentario Amílcar Figueroa presagia una gran resistencia de los militares a cualquier evolución pacífica que los aleje del poder y del dinero y los acerque a la cárcel. La llegada al gobierno del antichavismo puede ser el fin de la impunidad.

Raúl Castro, además del complicado velorio de Fidel, que ya está previsto y planeado, ahora tiene que enfrentarse al de Chávez, mucho más incierto. Ha instruido a su poderoso servicio de inteligencia para que promueva y fortalezca un chavismo sin Chávez que continúe asignándole a la Isla el copioso subsidio venezolano que la mantiene a flote. Raúl pretende convertirse en el Gran Elector que coloque al sustituto en el trono, pero sabe que es muy improbable que el heredero, cualquiera que sea, asuma el grado de subordinación a “los cubanos” que Chávez exhibe. Por otra parte, Raúl, que en Cuba está dedicado a una cruzada contra la corrupción, no ignora que Venezuela es una pocilga en la que miles de chavistas se dedican al delito, incluido el narcotráfico. Todo eso es muy peligroso. Es verdad que Venezuela es una formidable fuente de subsidios, pero el vínculo entre los dos países puede arrastrar a la Isla a una catástrofe. Controlar a un narcoestado como Venezuela, sin un Chávez que sirva de correa de transmisión, probablemente sea imposible. Al fin y al cabo, esas mafias no abrigan lealtades políticas genuinas. Sólo intereses.

Estados Unidos tiene razones para estar preocupado. Chávez es un antinorteamericano empedernido, pero su desaparición, al menos por un tiempo, será una fuente de desestabilización. Aproximadamente, el 10% del petróleo que el país importa proviene de Venezuela (hace unos años era el 15%)y es posible que el suministro se interrumpa provisionalmente. Un súbito vacío de poder podría precipitar al país en el caos. Con los niveles de delincuencia que hoy existen en Venezuela, los motines callejeros del caracazo de 1989 pueden repetirse de forma incontrolable.

La oposición democrática tiene que hilar muy fino y con un gran sentido de responsabilidad. La mayoría del país es antichavista, pero las instituciones y casi todos los medios de comunicación están bajo control del entorno del coronel. Si éste muere, será esencial pactar y negociarla transición con una o varias de las facciones del chavismo que estén dispuestas a permitir que la sociedad manifieste sus preferencias. De esta triste historia se sale votando o matando. Lo sensato es votar y luego arreglar cautelosamente el desaguisado. Así son las transiciones.

La transición 2012-13
Orlando Ochoa

Las circunstancias que vive Venezuela ahora no son buenas y esto es evidente tanto para los oficialistas y como para los opositores. La bajísima calidad de la gestión de gobierno en salud, seguridad pública, servicios de electricidad y agua, le hace daño a la vida diaria del venezolano; el mantenimiento de escuelas, infraestructura vial, aeroportuaria y de puertos es tan deficiente que pareciera que faltaran recursos públicos, cuando los presupuestos nacionales y fondos extrapresupuestarios de los últimos 6 años superan casi 4 a 1 en promedio los recursos manejados por la administración anterior de Rafael Caldera.

Si se agrega la situación financiera deficitaria de las empresas públicas, sean las de petróleo, aluminio, hierro, petroquímica, etc., o las estatizadas bajo el plan socialista 2007-12, como cemento, acero, eléctricas, agrícolas, los resultados son equivalentes: deterioro de capacidad operativa y tecnológica por poca inversión y mínimo mantenimiento (aunque hay contratos sin licitación), salida de muchos de los más capaces profesionales, técnicos y trabajadores, para dar espacio a operadores partidistas que llegan a usar las nóminas para redes clientelares y sus familiares. Todo hecho con impunidad y comprensión de la élite "revolucionaria". Consideremos la inflación cercana al 30% (represada por controles y subsidios), la corrupción propagada en aprovechar el diferencial cambiario de Cadivi y Sitme; y las remuneraciones reales del sector público y privado erosionadas por la inflación; tenemos así una situación que exigirá pronto o una transición hacia la recuperación o hacia la protesta y descontento social desbordado.

Las instituciones políticas, económicas y sociales, requieren ser revisadas en su organización y eficacia para cumplir sus objetivos. Bajar la inflación al 4-5% anual, permitiría elevar remuneraciones reales y la calidad del Estado en sus gastos sociales y de inversión; también tener un régimen cambiario estable y actividad económica floreciente con generación de empleos. Sin embargo, todas estas acciones, las cuales solemos ver aisladamente, tienen mayor posibilidad de éxito bajo una única estrategia de desarrollo con cambios institucionales, económicos, sociales. Estos, a su vez, exigen un cambio político sincero con visión, que tome forma en 2012-13. Esta es la verdadera transición democrática que necesitamos.

El ocaso del “Alba”

Sammy Eppel

Chávez es el dueño del circo y a los payasos no les queda otra que obedecer. Mientras el mundo entero, incluyendo la liga Árabe, Turquía, Rusia y China apoyan al pueblo Libio en su nuevo destino, los del ALBA deciden apoyar al carnicero Gaddafi, cuya terquedad criminal de no querer aceptar la voluntad popular lo llevo a la masacre de decenas de miles de civiles.

El verdadero mensaje de Chávez es que lo que importa y debe defenderse a toda costa son los jefes de estado aun en contra de sus propios pueblos. Ya lo demostró el 11 de abril cuando ordeno a las FAN masacrar al pueblo, se negaron y el resto es historia. De lo que si debemos estar seguros es que las “nuevas” FANB ya lo dijeron a viva voz, que ellos defenderán a Chávez aun contra la voluntad popular.

La mesa esta servida para la matanza cuando llegue la “primavera” venezolana y para eso ya cuentan con miles de mercenarios extranjeros que no dudaran un instante en jalar el gatillo.

Gaddafi fue el que abrió las puertas del África Sub Sahariana al narcotráfico y me imagino que por allí es que les duele a los del ALBA, también les guardaba parte de sus inmensas fortunas y eso los puso furiosos. Pero a cambio de su servilitud, el “jefe” les repondrá la botija. El hecho es que el centauro de Sabaneta tiene su propio bloque en la OEA y en la ONU y eso no es cualquier cosa, eso cuesta mantener y para eso es el petróleo de la patria de Bolívar.

Venezuela ya no existe, lo que tenemos son los despojos de lo queda luego del festín de la corrupción. Ahora yo pregunto, ¿Quiénes son los verdaderos traidores y apátridas? ¿Quién es el que propicia una guerra entre hermanos?

“Un hombre puede morir por su país, pero un país no puede morir por un hombre” Será!!

Un día en la vida de un líder progresista

Pablo Molina

Ser de izquierdas con carácter profesional es un trabajo muy exigente. No por el horario, claro, porque al contrario de lo que se exige a las empresas privadas y sus trabajadores, a los que se prohíbe taxativamente cualquier modelo contractual ajeno a la férrea dictadura del convenio colectivo, el líder izquierdista goza de una flexibilidad absoluta para organizar su vida laboral y familiar.

La jornada comienza muy temprano para el ungido izquierdista. En la cocina del moderno adosado de la mejor zona residencial del extrarradio y bajo un poster enmarcado del Che Guevara, la sirvienta, ciudadana inmigrante a la que algún día habrá que dar de alta en la seguridad social (pero hoy no... mañana), sirve el café y el desayuno para los niños, todos repeinados y con el uniforme del mejor colegio privado de la zona. Porque los niños obviamente no van a la escuela pública; ni siquiera a un colegio concertado, que esos los suelen manejar los curas y no es cuestión de que le metan a las criaturas en la cabeza conceptos morales ajenos a la ciudadanía progresista. Privado, privado, de esos que garantizan la mejor preparación para afrontar la experiencia universitaria que, ocioso es decirlo, realizarán también en una institución privada, preferiblemente anglosajona, por aquello de los idiomas.

Acabado el desayuno, el dirigente izquierdista monta a la familia en el coche, un todo terreno de gran cilindrada, de esos que están acabando con el medio ambiente lanzando gases de efecto invernadero a mansalva. Primero hay que dejar a los niños en el colegio y después a la señora en el centro oficial donde trabaja de asesora contratada a dedo a razón de cuatro mil euros mensuales. A continuación, nuestro héroe llega al "partido" o al "sindicato", donde pasará la mañana defendiendo a la clase trabajadora de los embates del capitalismo.

El resto del día es un ajetreo vertiginoso. En primer lugar hay que organizar las manifestaciones contra los recortes educativos de la derechona. Es cierto que es el PSOE el responsable de los únicos recortes en el sueldo de los docentes, pero ZP es de los nuestros, qué coño, y si lo ha hecho ha sido por imposición de "los mercados", los mismos entes sospechosos a los que nuestro izquierdista imaginario confía sus finanzas, pues sus ahorros los tiene todos repartidos en varios fondos de inversión.

Por la tarde toca manifa violenta frente a un hospital que va a ser visitado por un alto cargo de la derechona, lo que le recuerda a nuestro protagonista que tiene que pedir cita en la clínica privada en la que suele pasar una revisión anual por cuenta del partido o el sindicato.

Ya en casa, la sirvienta a la que un día habrá que legalizar baña a los niños y sirve la cena a la feliz familia. Con las criaturas ya en la cama, el matrimonio disfruta de una velada tranquila viendo la programación de La Sexta. El Che Guevara les observa desde un flanco del salón. Mientras suben al dormitorio, nuestro protagonista rumia para sus adentros "y que haya todavía quien dice que la izquierda lo ha hecho mal estos siete años...

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