1/10/11

Exclusivo: Venezuela entrena a terroristas colombianos en el manejo de misiles tierra-aire rusos

La inteligencia de Bogotá detectó en diciembre el adiestramiento de 20 miembros de las FARC en instalaciones militares venezolanas. La presencia en la región de este armamento preocupa a EE UU.

R. R. B. y J. M. O. Madrid
Fuente: La Gaceta - España
Soldados Venezolanos y las FARC

Los servicios secretos colombianos han detectado que Venezuela sigue colaborando con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la organización terrorista en activo más longeva de Iberoamérica. Las presiones internacionales habían conducido al Ejecutivo de Hugo Chávez a un aparente distanciamiento de la guerrilla colombiana y las relaciones entre Bogotá y Caracas vivían un nuevo periodo de entendimiento. Pero, según un informe confidencial al que ha tenido acceso LA GACETA, el pasado mes de diciembre los servicios de inteligencia colombianos detectaron que miembros de las FARC recibieron instrucción militar en instalaciones de las Fuerzas Armadas venezolanas.

Según se detalla en este documento, al menos 20 terroristas de las FARC habrían realizado un curso de seis días de duración, del 12 al 18 de diciembre de 2010, en el manejo del sistema de misiles tierra-aire Igla. La formación de los miembros de la guerrilla colombiana, que fue dirigida por mandos militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, tuvo lugar en dos emplazamientos en suelo venezolano: el Cuartel Libertador, de la ciudad de Maracaibo, y el Cuartel del Grupo de Artillería de Campaña 214, del municipio de San Cristóbal, situado junto a la frontera con Colombia.

En el informe se especifica que Venezuela camufló a los guerrilleros haciéndolos pasar por ciudadanos de a pie interesados en formar parte de las milicias bolivarianas que ha creado e impulsado Chávez para aleccionar al pueblo en el caso de una hipotética agresión de Estados Unidos.

Un sistema versátil
El sistema Igla es un moderno armamento de fabricación rusa que permite destruir desde tierra helicópteros y aviones. Por su escaso peso (19 kilos) y la velocidad de respuesta (cinco segundos), está especialmente indicado para la guerra de guerrillas, tanto en entornos urbanos como selváticos. El tirador apunta a una aeronave y el misil se dirige al objetivo aunque esté en movimiento, valiéndose de sensores de seguimiento inteligentes. El mecanismo es tan sencillo y el índice de acierto tan elevado, que una sola persona puede ejecutar todo el proceso de disparo.

Chávez anunció en 2009 su intención de incorporar este tipo de armamento, promesa que cumplió poco después. Caracas ha adquirido en los últimos meses más de un centenar de estos avanzados dispositivos y el propio Chávez asistió a su presentación en un acto militar. Además, su compra fue ampliamente publicitada por los medios de comunicación del régimen. En algunas imágenes de televisión, se ve incluso un modelo Igla en poder de civiles.

Efectos estratégicos
La introducción de este armamento ruso en Venezuela viene acompañada de importantes consecuencias estratégicas. De hecho, la adquisición de los sistemas Igla por parte de Caracas fue objeto detallado de análisis en varios de los cables del Departamento de Estado de Estados Unidos desvelados recientemente por Wikileaks. Washington expresó su preocupación por la llegada a Iberoamérica de unos misiles tan sofisticados y desequilibrantes.

El documento de los servicios secretos colombianos que desvela el entrenamiento de las FARC en el uso de estos sistemas extiende la preocupación, además, al otro lado de la frontera venezolana, porque los sistemas de misiles tierra-aire tipo Igla también son una vieja aspiración de las FARC. En los correos electrónicos encontrados en 2008 en los ordenadores personales del líder guerrillero Raúl Reyes, tras su muerte en una operación militar, aparecieron pruebas de que la organización narcoterrorista había intentado adquirir misiles tierra-aire en el mercado negro.

En concreto, unos vendedores australianos ofrecieron a las FARC en septiembre de 2007 un “misil chino”, muy similar al Igla, “con un 97% de efectividad”. Cada dispositivo costaba 69.000 euros, y cada lanzador, 11.100 euros. No hay constancia de que la compra llegara a cerrarse, pero la información en poder de Reyes inquietó profundamente al Ejecutivo de Bogotá.

En un entorno selvático, la fuerza aérea da una ventaja determinante a las Fuerzas Armadas colombianas. Con ella, el Ejército evita el cuerpo a cuerpo en un escenario favorable para la guerrilla. Los ataques que acabaron con Raúl Reyes en 2008 y con el Mono Jojoy, otro importante mando de las FARC, en 2010, llegaron desde el cielo. Bogotá ha intensificado este tipo de operaciones en los últimos años, extendiendo el miedo entre los guerrilleros de las FARC. Pero con los sistemas Igla en poder de las FARC, la inquietud se trasvasaría al Ejército colombiano, que tendría que renunciar a su fuerza aérea por el riesgo de impacto de un misil lanzado desde cualquier escondite de la selva.

Directos al frente
El entrenamiento de 20 terroristas de las FARC en el uso de este armamento da argumentos a los temores de Bogotá. Según el documento al que ha tenido acceso este diario, los 20 terroristas fueron divididos en dos grupos. Ocho de ellos recibieron la formación en el sistema Igla en el Cuartel Libertador de Maracaibo, y los otros 12, en un cuartel de Artillería de San Cristóbal. Durante cuatro días se les impartió formación teórica y, posteriormente, fueron entrenados dos días en un simulador digital.

Según esta información, las FARC pretendían que, tras el curso, los ocho terroristas aleccionados en Maracaibo se incorporaran directamente al Bloque Caribe de las FARC, una de las subdivisiones operacionales de la guerrilla que comprende el Norte de Colombia y la zona más occidental de Venezuela, y que los 12 entrenados en el cuartel de San Cristóbal pasaran automáticamente al Bloque Oriental, uno de los más numerosos, asentado en el Este y parte del centro de Colombia.

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