6/11/11

Todos para los militares y hambre para el pueblo de Francisco Alarcón

Este gobierno se ha distinguido por incumplir con los compromisos laborales de los trabajadores, no honrando las contrataciones colectivas. Precisamente su talante es tratar de acabar con la actividad privada e ir creando “organizaciones” sindicales paralelas para sepultar el movimiento obrero.

Venezuela está en plena erosión como consecuencia de ello, nos encontramos con las industrias fundamentales como Sidor virtualmente quebradas, las universidades trabajando con las uñas, y con un salario mínimo que no alcanza ni para cubrir los costos de la cesta básica alimentaria. Sin embargo, abruptamente en estas condiciones el Presidente les sube los sueldos a los militares y les aumenta los beneficios para la obtención de créditos, cuando este sector ha sido privilegiado perpendicularmente desde siempre. Han disfrutado de abundantes prebendas económicas, con amplias factorías para el solaz de sus miembros, tiendas con descuentos, círculos militares, etc. Entretanto, la población civil pasa necesidades o no consigue los alimentos en los anaqueles de los abastos y a los pensionados del Seguro Social se les estipula un salario mínimo, sin cestatickets y sin ninguna provisión para sus medicinas porque el Seguro no puede garantizarles su suministro.


Estas son las dos caras de la Venezuela del siglo XXI, cuando a los militares se les enriquece con dinero y ascensos como nunca antes pasó, al resto de la población se les desprecia y condena a la pobreza. Y todavía Chávez dice “La burguesía nos odia lo que hicimos es justo” siendo una discordancia afirmar que a los militares quieren afrentarlos, cuando nadie se opone al incremento de sueldos, lo que pasa es que debería ser extendible al resto de empleados, obreros y pensionados al servicio del Estado. Igual como correspondería cumplir los compromisos crematísticos con las alcaldías y gobernaciones no oficialistas para que puedan efectuar los pagos pendientes y mejoras salariales con su personal. Injustamente advertimos como el hambre ronda los hogares venezolanos y los obreros estatales permanentemente elevan sus banderas de protestas para tratar de alcanzar algunas reivindicaciones, mientras a los militares se les aumenta caprichosamente el 50% de sus sueldos.

En un país de indigentes, en un país donde todo escasea: rubros alimenticios, medicinas, repuestos y bienes en general. En un país de apagones de luz y abandonado no precisamente por la falta de recursos económicos. Todos conocemos de los inmensos ingresos de la renta petrolera que fueron malgastados, y que no llegaron a manos del pueblo sino en míseras ayudas con las llamadas misiones, creadas por el capitoste de la “revolución” para sus fines políticos.
En estos momentos de grandes expectativas de cambio para Venezuela, y notando un régimen tambaleante que parece claudicar por si mismo, resulta peregrino un aumento de sueldos a los militares. Escribió en días pasados Rafael Poleo “algo grave debe estar pasando para que Chávez aumente el 50% de sueldo a los militares” igual de grave pudiera estar ocurriendo en la sociedad civil sin que el presidente se percate o quiera aceptarlo. Una nación donde las protestas diarias son de rutinas y donde el salario mínimo no se corresponde con las necesidades de quienes lo devengan. Donde los pensionados del IVSS están expuestos a la miseria cuando no les alcanza ni siquiera para comer, y además de eso, deben hacer largas colas desde la madrugada en los bancos para cobrar la sufrida remesa. Bajo este escenario se les sube el sueldo a los militares un 50%.

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