15/1/12

Damnificados cinco estrellas

Es raro ver literas en las habitaciones de un hotel cinco estrellas o un televisor junto a los ascensores, pero en la República Bolivariana de Venezuela los hoteles de lujo también tienen algunos de esos paisajes. Desde que el Gobierno dio techo a las víctimas de las lluvias de 2010 en propiedades privadas, hasta las grandes cadenas de hoteles tienen su cuota de damnificados.
“Son huéspedes especiales”, dicen en los hoteles de Caracas. Tienen su propia comida y espacio. Tanto así que varios llevan los dos últimos 31 de diciembre comiendo uvas en cuartos de hoteles como el Tamanaco y Eurobuilding.
Algo ya advierte el ascensor del Hotel Pestana Suites, cuando pasa de largo el piso 2. Quien quiera llegar hasta ese nivel tiene que subir por las escaleras de emergencia o a través del elevador de servicio. Si eso no basta, la familia La Cruz Domínguez no tiene problemas en abrir una de las habitaciones de esa planta, para mostrar que han hecho su hogar en un cuarto de hotel que sustituyó el lujo de una KING SIZE por una litera y dos camas individuales.
María de La Cruz y el resto de la prole llegó allí en los últimos días de 2010. Su casa quedó tambaleando en el sector Los Mangos de La Vega y, un año después, señala que 10 de las 12 familias que se refugiaron en ese lugar, siguen haciendo sus vidas en habitaciones con vista a Santa Eduvigis y Los Palos Grandes.
Aunque sin mezclar las áreas de los huéspedes o sin compartir el gimnasio, los restaurantes y la piscina del PENT HOUSE, el Pestana Suites tiene diferentes públicos. Como en los otros hoteles cinco estrellas de Caracas, hay un área reservada para las víctimas de los desastres naturales, allí no hay servicio a la habitación ni camareras que cambien las sábanas.
“Cada uno limpia su cuarto y nos turnamos para usar la lavandería”, comenta la señora de La Cruz, quien llegó allí porque sufre de artritis y artrosis. La comida, por su parte, corre por cuenta de la casa, por lo que destaca el trato del hotel pero más aun, a las autoridades de aquí y allá: “Llegamos a este sitio por medio del que está arriba, porque es el que puso al presidente Chávez y por eso estamos muy agradecidos”.
Esa gratitud con el Gobierno también se escucha en los pasillos de otros hoteles. En el Marriott, por ejemplo, señalan que tras la tormenta, encontraron calma en los pisos 3 y 4 de su edificio anexo. Este diciembre se les veía con cortinas en lugar de puertas, niños correteando sin franela y adultos viendo televisión en una sala que las 13 familias asignadas a ese lugar improvisaron a un lado de los ascensores.
“Estamos consientes de la emeregencia presentada en 2010 y por eso hemos colaborado hasta donde hemos podido con un grupo entre los que hay personas con discapacidad”, explica Víctor Estrella en nombre de Desarrollos Hotelco, la operadora del Marriott en el país.
200 dólares por noche
La Asociación Civil de Pequeños y Medianos Hoteleros de la Gran Caracas advirtió el mes pasado que suman pérdidas de 625,6 millones de bolívares, por los servicios que brindan a los damnificados en sus 170 hoteles.
“Nunca hemos dicho que nos paguen”, dijo el presidente de esa asociación, Boris Giarratano. Pero seguro de que ningún hotel fue concebido para casas, recordó que además de afectar sus negocios esta situación perjudica el turismo.
Durante la Cumbre de América Latina y del Caribe, cinco presidentes de la región se hospedaron en las suites del Tamanaco. Llegaron y se fueron en los primeros días de diciembre sin sospechar que en esas mismas instalaciones también dormían 20 familias damnificadas, que después de un año no han hecho el CHECK OUT.
La Asociación Venezolana de Hoteles Cinco Estrellas no se ha referido al tema. A diferencia de sus colegas de los pequeños y medianos hoteles, han preferido mantener el tema lejos de la esfera pública. Aunque se intentó consultar a sus autoridades, no fue posible una respuesta.
En Caracas, de todos modos, las habitaciones más baratas de cualquier hotel de lujo pasan de 200 dólares, lo que al cambio oficial es más de 860 bolívares por día. ¿Cuántas casas se habrían podido construir con ese dinero? Eso se pregunta el diputado de la oposición, Julio Borges.
En Primero Justicia calculan que el Estado puede levantar una vivienda de interés social con 20.000 dólares, lo que quiere decir que si el Gobierno tuviera que pagar la factura de los hoteles cinco estrellas, podría levantar tres casas y la mitad de otra con el alquiler anual de una de esas habitaciones.
El país pasó el umbral de otro año nuevo con más de 100.000 personas en albergues, ministerios, centros comerciales y hoteles. Solo 5.000 de alrededor de 28.000 familias han sido reubicadas, según lo que dijo el ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami, el 8 de diciembre. Y en ese sentido, a Borges no le cuadran las matemáticas del Gobierno: “¿Si supuestamente entregaron 146.000 viviendas en 2011, por qué el país tiene más de 100.000 damnificados todavía?”.
El presidente Hugo Chávez bajó el pasado 10 de diciembre la meta de viviendas. Desde el Teatro Municipal, ese día olvidó las 153.549 unidades habitacionales que había venido prometiendo, e informó que cerraría 2011 con 130.000.
Dos semanas después, el 24 de diciembre sacó en consejo de ministros más de 10.000 viviendas de la manga, para advertir que la Gran Misión Vivienda Venezuela iba a superar las 140.000 unidades habitacionales. Esta semana, entretanto, el presidente del Banco Nacional de Vivienda y Hábitat, Mario Isea, apareció ante los medios con un balance de 146.000 casas entregadas.
“Sacaron 16.000 viviendas de la nada en la última semana del año”, señala Borges. Pero eso no es todo, recuerda que el Banco Central adulteró las cifras de construcción que ya había reportado en el primer trimestre; contó cerca de 40.000 ayudas o remodelaciones como casas nuevas, y además, sumó como propios las construcciones levantadas por el sector privado. “O las cuentas las lleva un pulpero o simplemente las acomodan en base a la mentira”, concluye.
61% del país en cola
Más de 3,7 millones de familias se inscribieron en el censo de la Gran Misión Vivienda Venezuela, lo que representa 61% de la población. La cola de los que esperan casa es bien larga y entretanto nada que desaparecen los refugios. Por el contrario, varias antenas de Direct TV han empezado a aparecer en lo que iba a ser el Centro Comercial Sambil de La Candelaria, como un aviso de que los albergues temporales se están convirtiendo en rutina.
¿Qué pasa si ocurre una nueva emergencia? El ex director de Protección Civil, Ángel Rangel, señala que es necesario identificar espacios en los que puedan montar instalaciones portátiles. Cree, sin embargo, que el auxilio de los hoteles no es descabellado. Eso sí, con el consenso de sus dueños y como sitios de paso en los que haya fecha de salida desde el primer día.
“No terminamos de entender que los refugios son instalaciones de tránsito, para reubicar a los afectados en viviendas nuevas o de familiares y amigos”, señala. “En ningún país del mundo se crea una ley de refugios”.
Por vía habilitante, el primer mandatario nacional decretó en enero del año pasado la Ley de Refugios Dignos, que permite clasificarlos en cinco categorías: los tipo A tienen habitaciones con baño propio, mientras que los E -los de la peor calaña- cuentan con dormitorios y sanitarios en áreas comunes de escuelas y canchas.
Es por eso que la variedad de refugios de Caracas va desde el Hotel Tamanaco hasta el Hospital Psiquiátrico Jesús Yerena. También está el del Hipódromo de La Rinconada o algunos pasillos de oficinas del Centro Simón Bolívar, en los que este diciembre no faltó la cara del primer mandatario nacional junto con el decorado de los pesebres y adornos de Navidad.
Un Chávez cargando un bebé dice “Sigamos juntos” en varios afiches, que se repiten a las puertas de esos “hogares” del piso 4 y 5 de la Torre Sur. Sin embargo, amor con hambre no dura: varios damnificados del Sambil La Candelaria reclamaron su reubicación el 2 de junio del año pasado; otro grupo del Hotel Melía Caracas trancó la avenida Casanova el 20 de julio; los de la calle de Los Hoteles llevaron sus quejas el 20 de agosto hasta Miraflores y el 14 de septiembre las repitieron en Plaza Venezuela.
Sin ir tan lejos, el jueves se repitieron las mismas protestas en Montalbán y la autopista Caracas-La Guaira. Es un tema que seguirá y que el coordinador de Voluntad Popular, Ismael León, teme que derive en un estallido social.
Este miércoles por eso solicitó al Gobierno que entregue una lista con los nombres de los damnificados, números de cédula, albergues en los que están y los lugares de las viviendas que les garantizan, para constatar hasta dónde llega la palabra de la jefa del Distrito Capital, Jacqueline Faría, cuando garantizó el 24 de diciembre que todos tendrán casa propia este año.
La Comisión Presidencial de Refugios Dignos es el organismo más idóneo para dar un balance sobre el tema; sin embargo, no respondieron los llamados que pedían cuentas al respecto. El Presidente, de cualquier forma, ya ha dejado en claro las directrices en la materia. “Yo les pido paciencia y más paciencia”, dijo el 12 de diciembre en cadena nacional. “Si han esperado un año, pueden esperar seis meses más, ¿verdad?”.

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