30/1/12

Jesucristo Presidente

Dios llamó a su hijo, Jesús, y le dijo:

Ya no aguanto más tantas oraciones que recibo de los venezolanos para acabar con la delincuencia, la injusticia y la impunidad en su país. Así que te vas inmediatamente para allá, llévate un buen grupo de ángeles de tu confianza y pon en orden a ese país.
Jesús obedeció.

Tiempo después (aunque en el cielo no hay tiempo) Jesús regresó con Dios.
¿Qué pasó hijo? ¿Cómo te fue? ¿Se arregló todo en Venezuela? preguntó Dios.

¡Ay! Padre, contestó Jesús con cierto aire lastimero.
Y Jesús narró lo que pasó:

Formé un grupo especial de ángeles y aprovechando el año electorero logré ganar la Presidencia de Venezuela. La inmensa mayoría votó por mí, por ser hijo de Dios.

De acuerdo a la proyección de las metas lo primero que hicimos fue construir penitenciarias grandes en cada municipio del país pues sabíamos que las íbamos a necesitar.

Atrapamos a todos los narcotraficantes, ladrones, corruptos y secuestradores junto con sus colaboradores. Desde ahí empezó el problema. Cayeron jueces, jefes de policía, militares, banqueros, agentes de aduanas, transportistas, artistas y hasta gente del clero. Ni modo, todos a la cárcel pero se desestabilizó el sistema por la ausencia de esas personas en sus puestos.

Para mejorar la seguridad en la vía pública detuvimos a los conductores y confiscamos los vehículos circulando sin placas, licencia, con alcohol en sangre, en sentido contrario o con exceso de velocidad, estacionarse en lugares prohibidos, llevar gente en las bateas de las camionetas o camiones, violar leyes ambientales o llevar niños sentados en las piernas del conductor.

Desde ese día desaparecieron el 80% de las motocicletas, el 50% de los taxis, el 95% de las camionetas y autobuses urbanos (incluido metrobuses), el 20% de los vehículos de uso particular, el 95% de los vehículos de PDVSA y demas entes del gobierno. Tuvimos que crear grandes retenes nuevos para esos vehículos y contratar miles de personas para los trámites. Las calles empezaron a estar desiertas de vehículos pero llenas de gente sin poder trasladarse.

Envié a los ángeles a detener o multar a los ciudadanos que evadían impuestos, a los que se robaban la energía eléctrica, a los empleados publicos policamburistas y a los que se robaban cosas del centro de trabajo, a los que vendían o compraron títulos universitarios, a los que tiran basura en áreas verdes, a los que queman, a los que contaminan el aire, los ríos, lagunas y mares; también a los que pagaron cohechos (matracas, comisiones etc.) por trámites y a los que los recibieron, a los que compran cosas robadas; detuvimos a los policías con antecedentes penales o positivos al dopaje; a los periodistas y dueños de periódicos que sobornan o extorsionan, y ya teníamos los planes para meternos a los sindicatos, escuelas y hospitales para investigar a esa gente y castigar a los malos.

¡Estaba decidido a acabar con la impunidad, tal como lo piden los venezolanos!
¿Y luego? ¿qué pasó? preguntó de nuevo Dios.

Pues nada, dijo Jesús. Que se nos llenaron las carceles y con la agilidad del sistema jurídico venezolano necesitábamos tener encerrados y alimentar a varios millones de venezolanos. Las calles quedaron desiertas. Dejaron de funcionar la mayoría de las empresas e instituciones importantes, en una palabra, se paralizó el pais. Venezuela funciona gracias al sistema del que sus ciudadanos se quejan.

Bueno, intervino Dios, para eso te mande, para arreglar las cosas. ¡debiste quedarte a componer todo!

Jesús sonrió y le dijo a Dios:

Padre, tengo orden de arresto por fraude electoral, enriquecimiento presunto, abuso de poder, falta de acta de nacimiento, acusado de llegar a presidente fuera de la edad requerida y además extranjero. Me agregaron práctica ilegal de la medicina documentada en la biblia, y el clero me inició juicio por practicar la magia también documentada en la biblia.
Las marchas y manifestaciones pidiendo mi destitución acabaron por desquiciar el país y mejor salí huyendo hacia acá.

Por eso Padre, dijo Jesús, mejor déjalos como están, que se acaben solos entre ellos y después hacemos otro país con gente que sepa apreciar lo que les diste de recursos naturales, ubicación geográfica, clima, agua en abundancia y tierra fértil.

Pero te suplico, no me mandes otra vez. Con una crucifixión es suficiente !!
Los venezolanos quieren acabar con la impunidad, pero no de la propia.

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