“… Sólo la Democracia garantiza la Libertad (...)
Nada es tan peligroso como dejar permanecer por largo tiempo
a un mismo ciudadano en el Poder, pues él
se acostumbra a mandar y el pueblo se acostumbra a obedecer,
de donde se origina la usurpación y la tiranía (...)
Los ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo
gobernante que los ha mandado mucho tiempo,
los mande perpetuamente…”
los mande perpetuamente…”
Simón Bolívar
Discurso ante el Congreso de Angostura,
15 de febrero de 1819
El día de hoy, lunes 23 de enero conmemoramos el 54 aniversario de la jornada que en 1958 coronó de manera triunfal el espíritu de resistencia y las luchas de la sociedad civil y democrática de Venezuela en contra de la última dictadura militar abiertamente asumida por las Fuerzas Armadas de nuestro país. Si bien es cierto que, al hacer el balance crítico del sistema político que emergió de esa victoria, pueden encontrarse en franca convivencia enormes aciertos y gigantescos errores, lo realmente significativo de la fecha recordada es el espíritu que ella representa.
Entre 1948 y 1958, Venezuela vivió una década paradójica, plena de modernidad y progreso material, en la cual se construyeron autopistas, complejos residenciales e infinidad de obras públicas, pero también existieron en esos años campos de detención repletos de presos políticos, organizados por un régimen que se mantuvo en el poder por medio de la represión y la conculcación de las libertades políticas y los derechos humanos. Esos diez años, en los cuales el miedo se constituyó en la principal herramienta para la imposición de la voluntad del caudillo de turno, condujeron a la sociedad venezolana a la necesidad de convocar lo mejor de sí misma para construir el camino de la unidad en la lucha, concretado en el frente de la Junta Patriótica, espacio político en el cual resurgió el espíritu de la unidad nacional para derrocar al tirano.
Esos largos años, llenos de sangre, exilio y contradicciones, permitieron que la diversidad del pensamiento confluyera hasta el punto de lograr que diferentes ideologías y distintas visiones del mundo fueran dejadas de lado en beneficio de un interés superior, la conquista del supremo valor de la libertad.
El sistema democrático que emergió del 23 de enero de 1958, con todas sus imperfecciones, significó el periodo más largo de permanencia de cualquiera de los sistemas políticos en la historia de nuestro país, pero lo más importante es que al mismo tiempo representó el mayor periodo de permanencia de la República Civil en nuestro país. El pasado año 2011 celebramos el Bicentenario de nuestra vida republicana. De esos 200 años, sólo los 40 de la mal llamada Cuarta República permitieron la supremacía de la voluntad civil y democrática por encima del autoritarismo personalista y militar; los 160 restantes pueden resumirse, tristemente, en una casi inagotable sucesión de Próceres y Caudillos devenidos en Autócratas que sojuzgaron a la sociedad civil y manejaron a nuestro país como si se tratase de sus fincas y haciendas personales.
Hoy, en los albores del siglo XXI, todo parece indicar que hemos dado el salto atrás hacia el siglo XIX. A pesar que las alarmas sonaron con suficiente anticipación, la República Civil no supo corregir a tiempo sus errores y la sociedad venezolana dio una vez más un paso hacia el vacío. Desde hace ya más de una década, una nueva dominación personalista se ha adueñado del control del Estado y ha colocado a casi todas las instituciones bajo la égida de su voluntad única e indiscutible. Hace 54 años nuestros padres pensaron que habían expulsado de nuestro país a la última tiranía, pero hoy, bajo el aparente manto de una ficción democrática y al amparo de una parte de nuestras Fuerzas Armadas, un nuevo mandamás pretende convertir su pensamiento en una especie de irrefutable y religiosa verdad.
Estos años han sido muy duros para todos aquellos sectores de la sociedad venezolana que han decidido no alinearse en el proyecto del “Comandante-Presidente” y han permanecido apegados a los principios fundamentales de una verdadera democracia: tolerancia, respeto a la diferencia y pluralismo. Especialmente difícil ha sido este periodo para las universidades, particularmente para las autónomas, que fieles a su esencia y naturaleza han defendido su autonomía como garante de la posibilidad de seguir siendo espacios consagrados a la producción de conocimiento para toda la sociedad y para la discusión de todas las corrientes del pensamiento universal, en un marco de pluralidad, democracia y libertad. El sostenimiento de esta voluntad autonómica nos ha hecho victimas de las más diversas formas de violencia dentro de los campus universitarios. Esta violencia se ha objetivado en el uso recurrente de la intimidación y la amenaza en contra de autoridades académicas y miembros de la comunidad universitaria por parte de individuos y grupos, que públicamente se han asumido como simpatizantes del gobierno, llegando en no pocas ocasiones al uso de armas de fuego y a la destrucción del patrimonio de nuestras universidades, siendo la UCV una de las más afectadas.
A pesar de lo oscuro y complejo de la hora que vive nuestra patria, y a despecho de los clamores de los partidarios del Autócrata, que lo han sepultado una y mil veces, el espíritu del 23 enero vive en el corazón de todos los venezolanos que a lo largo de 14 años han resistido los embates de la mal llamada “Revolución”. Aun cuando el actual gobierno ha tenido a su disposición la mayor bonanza petrolera de toda nuestra historia, y aunque controla a su antojo todos los poderes públicos y tiene la capacidad de emplear un enorme aparato comunicacional y propagandístico, más de la mitad de la población del país no ha sido seducida por los cantos de sirena del César de turno, ni ha vendido sus ideales a cambio de la posibilidad de participar en el reparto populista e inescrupuloso de la renta nacional. Esto, sin duda, ha sido posible porque los 40 años de la República Civil sirvieron, a pesar de sus fallas, para construir un tejido democrático y una cultura ciudadana nunca antes existentes en la historia de la sociedad venezolana.
La llegada del año 2012 nos abre un marco de oportunidades extraordinariamente importantes. A pesar que los peligros y desafíos son enormes, se respiran vientos de cambio. El llamado y la reflexión que queremos compartir con la sociedad venezolana es a desterrar el olvido, para no repetir nuevamente los errores del pasado. Es fundamental que los procesos comiciales que se inician este año con las elecciones primarias de la alternativa democrática representada por todos los factores que se han agrupado en la llamada Mesa de la Unidad, y que continuarán con las elecciones presidenciales del 7 de octubre, para luego seguir con las de Gobernadores y Alcaldes sean asumidas por la ciudadanía con la mayor responsabilidad y con una concurrencia masiva. Estamos firmemente convencidos que sólo la verdadera democracia garantiza la libertad y la justicia, y permite que las sociedades avancen con equidad hacia el progreso. Pensamos que este ejercicio de participación y responsabilidad debe permear a todos los sectores de la sociedad venezolana, sin ninguna excepción, por lo cual exhortamos también a los militantes y simpatizantes del PSUV y de todas las demás organizaciones políticas y colectivos que apoyan al actual gobierno a que abracen e impulsen los valores democráticos como principios irrenunciables, asumiendo la realización de elecciones internas como mecanismo para la selección de sus representantes y voceros, tanto dentro de sus propias estructuras como a los cargos de representación popular. Que sea la expresión de todos sus miembros, y no el dedo de un único dirigente, la que oriente sus decisiones.
En una sociedad verdaderamente democrática no debe haber sustituto de la voluntad de los ciudadanos. Invitamos a todos los venezolanos, indistintamente de sus posiciones políticas e ideológicas, a que mediten sobre las palabras de Simón Bolívar contenidas en el epígrafe que encabeza esta declaración. Casi dos siglos han transcurrido desde que el Libertador pronunció su discurso ante el Congreso de Angostura, y su reflexión parece haber sido hecha la semana pasada.
Retomemos el espíritu de unidad nacional del 23 de enero de 1958 y tengámoslo presente para abordar los desafíos de hoy. Construyamos todos juntos, sin distingos de ningún tipo, una Venezuela verdaderamente democrática, donde todos, con auténtico respeto por la pluralidad podamos tener una vida digna, con justicia y libertad.
La Universidad sólo es posible en Libertad y Democracia
¡¡¡¡LA UCV NO SE RINDE!!!!
Por la Junta Directiva de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela,
Víctor Márquez Corao, Tulio Olmos Gil, Héctor Moreno, Massimiliano Zielli, Paúl Romero, Gregorio Afonso, Luis Crespo, Omar Garrido, Mirla Pérez, Morella Ramírez, Rosaura Echezuría, José Domingo Hernández, Luis Millán, Eva Núñez, Jeannette Blanco, Elbano Martín, Luis Brito, Alexis Méndez, Eugenia Villalobos, Pedro José Rodríguez, Humberto Rojas Mujica, Dionery Guaidó, Samuel Pérez Hermida, Santo Morrone, Juan Carlos Vargas, Antonio Rodríguez, Carlos Alvarado, Mariela Coelho, Rodolfo Roye, María del Pilar Puig, Lisbeth Esaá, Milagros Lara de Williams, Maribel Suárez, Caroline González, Romelia Ramírez, Luis Magaldi
Christina Pérez Díaz, Roberto Otero.
Ciudad Universitaria de Caracas, 23 de enero de 2012
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